diumenge, 22 d’abril del 2012

Capítulo 152: Su mismo aroma de siempre

Realmente lo necesitaba. Necesitaba hacer el amor con ella. Con la única que me siento perfectamente satisfecho. Con la única que es capaz de hacerme tan feliz. Había sido increíble: sus caricias, sus besos, su olor... y su forma de hacerme sentir querido mientras yo lo daba todo de mí. Sus "te quiero", sus "me encantas", me volvían cada segundo más loco mientras sentía su cuerpo pegado al mío, como si nada nos pudiera separar. Amé el momento en que no paraba de susurrar mi nombre por el enorme placer que sentíamos ambos. Y sus caricias en mi espalda después de esforzarme tanto para satisfacerla...
-¿Cómo te sientes?-le susurré una vez habíamos terminado. Nos encontrábamos desnudos en su cama, con su mismo aroma de siempre. A oscuras, de lo tarde que se había hecho ya. Y me estaba rascando el brazo cuando me di cuenta de que Anna aún no me había contestado.
-¿Anna?-susurré acariciando su brazo izquierdo. Coloqué mi mano en su mejilla y le acaricié el párpado inferior con mi pulgar. Noté un tacto húmedo y me di cuenta de que estaba llorando en silencio.
-No llores, mi amor.-le susurré al oído. Al momento, oí un fuerte sollozo por su parte que se enmudeció al notar el contacto de mi mano en su mejilla.
-Ha.acía t.tanto tiemp.po que n.no me llam.mabas as.sí...-susurró con la voz entrecortada por su llanto.
-Shhh... Te quiero Anna. Y no sabes cuánto he echado de menos llamarte así.-le dije plantándole un tierno beso en los labios.
-Uff... no sabes cuánto te quiero...-susurró a dos milímetros de mi. Seguidamente, se lanzó a mis labios besándome con fuerza y yo le respondí aún más efusivamente probando sus lágrimas que habían bajado hasta sus tiernos labios.
-Mmm... estás salada.-le susurré al separarme.
-Jajajaja.-empezó a reírse de caras a mí, aún con sus manos aferradas a mi cuello. Me abrazó y estuvimos otro rato más pegados, disfrutando de la sensación que nos causaba el simple contacto de nuestra piel. Y acariciándonos mutuamente, como si ésta fuera de terciopelo.
-Anna, ¿puedo hacerte una pregunta?-susurré de repente, acariciando su mejilla con mi mano.
-Claro.-respondió mirándome fijamente a los ojos.
-Dime... por qué aquel día de en verano, cuando te lo pregunté, ¿no me... elegiste a mí?-dije bajando mi mano por su cuello. Se quedó callada un instante, como si no se esperara mi pregunta y tuviera que pensárselo dos veces.
-Pues... porque... tenía miedo...-dijo con la voz entrecortada mientras posaba su mano encima de la mía.
-¿Miedo? ¿Miedo de qué?-pregunté extrañado dejando de acariciarle el cuello por unos segundos.
-De... de que lo nuestro no funcionara Dani, de que me arrepintiese de haber dejado a Miki o de que me dejaras tú después. Tenía miedo de sufrir. No quería pasarlo mal otra vez y sin darme cuenta, me hice daño a mí misma dejándote escapar...-dijo bajando su mano y su mirada a la vez. Vi como sus labios empezaron a temblar y me acerqué mucho más a ella hasta tocar mi nariz con la suya.
-Shh... eh... tranquila. Todo eso ya pasó.-le susurré volviendo a acariciar su mejilla. Me miró otra vez a los ojos y sonrió tímidamente.
-Tienes razón.-susurró ella tirando su dulce aliento hacia mi boca. Abrí un poco mis labios y besé los suyos suavemente cerrando los ojos. Al separarme, Anna me cogió del cuello y continuó besándome intensamente. El roce con sus labios, me hizo temblar por completo. Y se separó lentamente, como si le diera miedo dejar de besarme.
-Tengo mucho sueño...-dijo tan bajito que casi no lo oigo.
-Yo también...-dije en el mismo tono de voz.
-Pero no quiero dormirme...
-Yo tampoco...
-Dani...
-Anna...
-Te quiero.
-Y yo a ti.-le contesté cogiendo su mano suavemente y entrelazando nuestros dedos. Y así, relajamos nuestras manos sin separarlas aún, y con los dedos entrelazados, conseguimos dormirnos en poco más de un minuto.

dijous, 5 d’abril del 2012

Capítulo 151: Una noche perfecta

Ese día me fui a cenar con Cris y tiré lo que había estado preparando para Anna. No me notó nada raro, así que estuve tranquilo porque sabía que no se podía enterar de nada de lo que había pasado entre Anna y yo.
Pasó una semana entera. Deseaba que llegara ese fin de semana. No porque me iba yo, sino porque se iba otra persona: Cristina. En parte me sentía mal porque la quería, era mi novia. Pero tenía tantas ganas de estar con Anna que a veces se me olvidaba. Y ese preciso finde... Cris se iba a Brasil; a grabar un largo reportaje con parte del equipo. La veía muy emocionada, además tenía muchas ganas de ir en el "Rock in Río". Me gustó verla así. Ese viernes la acompañé hasta el aeropuerto y allí me despedí de ella.
Anna se quedó en Madrid porque Miki tampoco estaba en Barcelona así que todo estaba preparado para ser perfecto. Después de despedirme de Cris, me fui a casa de Anna, como ya habíamos quedado. Me recibió con un fuerte abrazo, de esos de los que me daba cuando éramos novios. Sonreí como un tonto al separarme de ella.
-Hola cuqui.-le susurré.
-Hola guapísimo. Vamos, pasa.-me dijo abriendo un poco más la puerta.
Estaba preciosa, se había planchado el pelo y llevaba un vestido gris algo corto. Yo también me había arreglado, pero no le llegaba ni a la suela de los zapatos. La cogí por detrás al verla dirigirse hacia la cocina.
-¿A dónde vas con tanta prisa?-le susurré al oído al frenarla. Se rió agarrándome del brazo.
-¡Pues a la cocina a ver cómo está la cena!-respondió aún riéndose.
-¿Y me dejas así? ¿Sin darme ningún mimo?
-Jaja pues sí...-dijo fingiendo ignorarme.
Anna!-me quejé mientras la giraba para que se quedara de caras a mí. La miré a los ojos sonriendo, porque no me podía contener esa sonrisa de tonto que siempre que me mira me provoca. Al verme, tampoco pudo contenerse y nos besamos intensamente. Demasiado, para ser el primer beso de la noche. Cuando ya estaba probando sus labios, se separó de golpe.
-Y ahora... me voy a la cocina.-dijo. Entré yo también en la cocina y vi que la cena ya estaba casi lista. La cogí otra vez por detrás, colocando mis manos en su cintura y dejándolas allí, acariciando su barriga.
-Mmm... qué buena pinta tiene esto...-dije pasando mi nariz por su cuello.
-Hombre, que lo he preparado yo, eh...-dijo sintiéndose orgullosa.
-No, si no me refería a la comida...
-Jajaja ¡Dani! Que primero vamos a cenar.
-Vaaaale...
Aún no era consciente del tiempo que llevaba sin hacer el amor con Anna, pero realmente habían pasado meses después de nuestro último tiempo juntos. Y ahora mismo, sabiendo que tenia la oportunidad, no me podía aguantar las ganas de hacerlo.
Nos sentamos en la pequeña mesa que hay en su cocina y ahí cenamos. Me contó que había estado toda la tarde de compras por Madrid, ya que hacía mucho tiempo que no iba. Y mientras me describía cada prenda de ropa que se había comprado, yo seguía escuchándola, mirándola fijamente, sin perder ni un detalle de sus gestos, pero perdiéndome libremente en su mirada.
-Y eso es todo. ¿Tú que has hecho?-dijo al acabar.
-Pues, he acompañado a Cris en el aeropuerto.
-Ah...
-Pero no vamos a hablar de eso.
-No. ¡He comprado postres! ¿Quieres?-dijo levantándose y andando hacia la nevera.
-Ooh ¡claro que quiero!-y así fue como los sacó y nos comimos rápidamente el postre de chocolate porque estaba demasiado bueno.
Aún seguíamos hablando cuando empecé a cansarme de tanta charla y como ya habíamos terminado, me acerqué a la silla de Anna y la cogí por la cintura, mientras le daba un lento beso en la mejilla. Me cogió la cara y me dio un beso en los labios.
-Dani... antes tenemos que recoger esto.
-¿Qué? Ni loco. Ya lo recogeremos luego. Ahora ven aquí.-le dije levantándome y cogiéndola por debajo de su espalda y sus rodillas, como a una niña pequeña me la llevé hasta su habitación y la dejé caer en su cama.
-Por fin. Cuánto cuesta llevarte aquí, ¿eh?-le dije mientras me miraba desde su cama.
-Jajaja te veo con ganas ¿eh?
-Cómo para no tenerlas... le dije apoyándome en su cama también y dejándome caer poco a poco encima de ella.
-Te quiero.-le dije mirándola a los ojos. Se puso seria y me empezó a besar lentamente. No me podía creer que me encontrase así, besando a Anna, en su cama, a punto de hacer el amor. Era tan extraña la situación, porque había pensado tantas veces que esto nunca más volvería a ocurrir... Me separé un poco y deslicé la cremallera de su vestido hacia abajo. Se lo quité tirando de él hacia abajo también ante su atenta mirada de deseo. Cuando ya se lo quité, mis labios fueron rápidamente hasta su barriga, subiendo hacia su escote, dejando un rastro de besos por el camino. Pero sus manos me detuvieron cuando me cogió de la nuca y me hizo mirarla a los ojos.
-Yo también te quiero. Y quiero que esta noche sea perfecta.-me susurró antes de morderse el labio inferior.