dijous, 21 de juny del 2012

Capítulo 155: Por eso me gustas tanto


El sol ya había alcanzado su máximo. Eran las dos del mediodía y yo aún seguía con Anna, ya que íbamos a pasar todo el fin de semana juntos. Uf, sólo de pensarlo, se me hinchaba el corazón de felicidad. Todo un fin de semana. Con todas sus horas, sus minutos y sus segundos. Y, por supuesto, con sus ojos y con su mirada enamorada que conseguía enamorarme una y otra vez a mí también. Estábamos paseando por el parque, cogidos de la mano y hablando tranquilamente cuando nos quedamos un rato en silencio.
-¿Qué piensas?-me dijo mirándome fijamente.
-¿Qué? Nada...-le contesté. Me acababa de pillar por sorpresa con esa pregunta.
-No, enserio. ¿Qué estabas pensando?-me volvió a preguntar ahora con una de sus sonrisas para tranquilizarme.
-¿De verdad quieres saberlo?-le pregunté serio.
-Si...-dijo bajito dudando de mí. La cogí de la otra mano e hice que apoyara su espalda en el tronco del árbol más cercano a nosotros. Le aparté el pelo de la cara y la miré a los ojos, acariciando su mejilla suavemente. Le di un beso en su otra mejilla y me acerqué a su oído mientras uno de mis dedos acariciaba su clavícula, bajando luego por su escote...
-Pues en realidad estaba pensando en esta mañana...-le susurré.-En las ganas que tenía de volver a hacer el amor contigo de esa manera tan... bff... brutal. En las ganas de tocar y acariciar todo tu cuerpo sin pensar en nada más, de sentirte mía y sólo para mí. De besarte todo lo que quisiera y de sentir cada parte de tu cuerpo pegada al mío. De sentirte a ti, con las mismas ganas que yo y de temblar de placer cada vez que oía un suspiro tuyo. De eso, Anna. Eso es lo que estaba pensando.
Se había quedado en silencio, escuchándome atentamente. Me separé un poco de su oído para mirarla a los ojos. Pero no me los encontré. Su mirada había descendido hacia bajo y sus mejillas se habían enrojecido.
-Dios, me encanta saber que aún te pones nerviosa cuando te digo estas cosas...-le volví a susurrar aún mirándola a los ojos. Aún pegando parte de mi cuerpo al suyo.
-Y qué quieres que haga? Me debilitas con esa voz...-contestó ascendiendo su mirada hacia la mía.
-Mmm... ¿ah si...? ¿te gusta mi voz?- le susurré acariciando parte de su cuello con mis labios.
-Si...-dijo aguantándose el escalofrío.
-Sólo mi voz?-volví a susurrar en la misma posición.
-No, pero... estamos en medio del parque... ¿sabes, cariño?-contestó posando sus manos sobre mi pecho.
-Jo... tienes razón.-contesté separándome un poco pero no lo suficiente como para despegar mi cuerpo del suyo.
-Vamos a comer...-me dijo aún mirándome.
-Vale pero antes, bésame.-la miré fijamente. Se quedó mirándome asombrada.-Por favor, Anna... ¿no crees que me lo merezco? Me estaba aguantando las ganas pero es que ya no puedo más... No nos va a ver nadie ya.
Y antes de terminar de decir la última palabra, sentí sus labios, pegados a los míos, callándome, para empezar a besarme con total sinceridad. Un beso tierno y serio, de esos que me vuelven loco porque me lo transmite todo. Y se lo devolví, por supuesto que lo hice. Le acaricié el labio con mi lengua y sentí que me rodeaba el cuello con sus brazos. Estuvimos unos segundos más besándonos, disfrutando de ese momento que había surgido así, sin más. Abrí un poco más mi boca para sentirla aún más y me volvió a responder hasta que se separó mirándome a los ojos. Puso su mano en mi mejilla y me sonrió dulcemente.
-Te quiero.-le susurré.-Preciosa.
-Y yo a ti, tonto.-dijo dándome un pico. Me cogió otra vez de la mano y empezó a andar otra vez. Se me había quedado una sonrisa de oreja a oreja. Esa sonrisa de tonto que te queda después de besar de esa manera a la persona de la qual estás enamorado. Noté que Anna me miraba y también sonreía pero decidí seguir hacia delante.
-Y... ¿a dónde vamos a comer?-le pregunté unos minutos más tarde.
-No sé... a donde quieras.
-No vale, Anna... yo te he llevado a un sitio para desayunar. Ahora tu me tienes que llevar a algún sitio para comer!-le respondí como un niño pequeño.
-Jajaja así que ese era tu plan eh...-me contestó pasando su brazo por mi espalda.
-Jaja no... pero quiero ir a un sitio nuevo...
-A ver, dejame pensar...-dijo parándose un momento.
-Que sea bonito, eh!-le dije pasando mi brazo por su espalda también.
-Jajaja cállate, caprichoso. Vamos a ir a algún restaurante que me guste...
-Eh, que a mí también me tiene que gustar, mi amor...-dije dejándole otro beso en la mejilla.
-Te va a gustar. Te gusta todo lo que a mí...-dijo sonriéndome por el beso.
-En eso te doy la razón... por eso me gustas tanto.

dilluns, 11 de juny del 2012

Capítulo 154: Otra sonrisa


-Ven Anna, es aquí.-le dije agarrándola de la mano.
-¿Aquí? ¿Qué es esto, Dani?-me miró insegura.
-Jajaja no me pongas esa cara. Vamos a subir. -le dije abriendo la puerta del edificio.
-Pero ¿a dónde me has traído?-preguntó.
-Shhht ¡te he dicho que era sorpresa!-le contesté aún cogiéndole la mano. Me siguió mientras la guiaba subiendo las escaleras hasta llegar a una planta con ascensor.
-Este edificio es muy raro... Nunca había estado aquí.-me dijo entrando en el ascensor.
-Mejor. Jaja ven aquí...-le dije abrazándola una vez dentro.-Y no pongas esa cara. Seguro que te va a gustar.-le di un beso en la mejilla y me separé de ella. Al hacerlo, vi que me estaba sonriendo. Llegamos a la planta más alta del edificio y nos recibió un cartel con el nombre del hotel.
-¿Me has traído a un hotel?-dijo confusa.
-Jaja que no... ven.-la volví a coger de la mano y volvimos a subir unas escaleras, esta vez más estrechas. La noté nerviosa.-Venga, ya estamos. Es aquí.
Le dejé abrir la puerta a ella, aunque esta era de vidrio y ya se veía todo, prácticamente. Nos recibió una enorme terraza: había poca gente, unos sentados en el bar de la derecha, y otros apoyados al borde, observando las vistas. Por su alrededor estaba toda decorada con flores de distintos colores y sobretodo tulipanes.
-Anna...-le susurré.
-¿Qué?-me contestó aún contemplando el lugar.
-¿Quieres desayunar conmigo?-le susurré sonriendo.
-Jajaja, claro mi amor... Dios, esto es precioso. Y esas flores... me encantan. ¿Has visto los tulipanes azules? ¡Son preciosos!
-Jajaja sabía que te gustaría, ¡amante de la naturaleza!
-Jaja... de la naturaleza y de la floresh!-dijo imitando a una niña pequeña.
-Jajaja me encantas, Simon.-la miré sonriendo.
-Gracias por traerme aquí.-dijo apoyando su cabeza en mi hombro y dejándome un save beso en el cuello. Nos sentamos en una de las pequeñas mesas redondas del bar de la terraza y enseguida pedimos nuestro desayuno.
-Qué vistas más bonitas...-me dijo.
-Aún no las has visto bien... cuando terminemos de comer, te las enseño.
-Vale, experto. ¿Me explicas también la historia de la ciudad?
-Jajaj eh, no te rías de mí! Que lo estoy haciendo con cariño...-le contesté picado.
-Jajaja ya lo sé... era broma.-me contestó sonriéndome a la vez que me miraba a los ojos. Dios, le brillaban. Estaba aún más bonita que antes. En ese preciso momento, nos sirvieron el desayuno.
Después de un rato comiendo en silencio, me preguntó:
-Y... habías traído a alguna de tus novias aquí antes?-me quedé en silencio durante un instante. Nunca me imaginé que me fuese a hacer esa pregunta.
-¿Enserio te importa eso?-le contesté frunciendo el ceño.
-No... bueno... no sé.-dijo nerviosa.
-Pues que sepas que no. Tú eres la única que ha estado aquí conmigo. Esta terraza me la enseñó mi amigo Iván, poco después de llegar por primera vez a Madrid y desde entonces aún no había vuelto. ¿Contenta?
-Lo siento... es que es un sitio precioso.-contestó, y con eso consiguió sacarme una sonrisa.
-Lo sé, ¿te gusta?-le pregunté curioso.
-Me encanta... de verdad.-me volvió a mirar a los ojos.
-Me alegro, de verdad.-le contesté con otra sonrisa. Pronto terminamos de desayunar y me levanté.
-Venga a ver las vistas, señorita.-le dije cogiéndola de la mano.
-Encantada, señorito.-contestó divertida. Fuimos hasta el borde de la terraza y nos apoyamos sobre la barra de madera, el uno al lado del otro.
-Uau... nunca había visto Madrid desde el aire...
-Jaja bueno desde el aire, desde el aire... tampoco.-le contesté mirándola.
-Bueno, me refería a esta altura, ya sabes... jajaja
-Ya sé.-le contesté sonriéndole.-Ponte aquí.-le dije señalando. La cogí de la cintura y la puse delante de mí, de caras a la ciudad. La rodeé con mis brazos y apoyé mi barbilla sobre su hombro izquierdo.
-Ummm... así mucho mejor.-dijo acariciándome la mejilla con su mano.
-Si, ¿verdad?-le dije. Y me quedé mirándola un buen rato, mientras ella disfrutaba de las increíbles vistas, y del sol que hacía esa mañana en Madrid.-Eres guapísima.-le susurré al verla sonreír. Giró la cabeza hacia la mía y se acercó a mis labios, besándolos suavemente. Hizo que yo abriera los míos y la besara aún más. Beso que nos dejó a los dos con un suspiro que pedía más.
-Te quiero.-dijimos los dos a la vez al segundo de separarnos. Y, seguidamente, otra sonrisa. Otra de las suyas. Otra de esas tontas que me vuelven loco...