divendres, 30 de desembre del 2011

Capítulo 138: Recuerdos de infancia

Mis días en Italia no terminaron con una victoria de mi amigo Álvaro pero si con un buen recuerdo de ese maravilloso país. Anna no me volvió a llamar ni una vez más. Volví a Madrid la semana siguiente y no deshice las maletas porque ese mismo día cogí otro avión para irme a Astorga a pasar una semana con mi familia. Hacía bastante tiempo que no veía a mis padres y me recibieron con un fuerte abrazo. Al verles y estar con ellos me di cuenta de que les había echado de menos. La verdad es que me cuesta mucho y casi nunca se lo digo a ellos por pudor o vergüenza pero les quiero más que a nadie. Mi hermano también pasó esa semana en León así que estuvimos todos. Volví a probar la comida de mi madre que tanto me gusta, volví a ver a mis amigos de siempre y a dormir en mi querida cama. Era como si hubiese vuelto un poco a mi infancia. Y para rematar, una tarde en casa mis padres me sacaron un álbum de fotos de mi infancia para recordar cada momento y reírnos juntos como hacía tiempo que no hacíamos. En realidad no me hacía falta ver esas fotos porque siempre recordaré de dónde vengo y de dónde soy. Me sentí muy bien como siempre y me dio pena volver a marcharme.
La última semana de vacaciones la pasé en Madrid. Flo me llamó para hablar conmigo, me preguntó qué tal me había ido todo, qué había hecho y el día en que tendría que ir otra vez a redacción para empezar con el nuevo programa. O mejor decir, Otra Movida... se me hacía raro pensar en el programa. Sólo hacía un mes que no les veía pero a mí me parecía una eternidad. Al acabar la conversación, Flo me pidió que le hiciera el favor de decirle a Anna el día que teníamos reunión para que él no tuviera que llamar a todo el mundo. Mucho a mi pesar, acepté el favor porque me negaba a que Flo se enterara de nuestra movida... Y tuve que llamar a Anna.
-¿Dani?-me contestó extrañada.
-Hola Anna...-la saludé. Me puse nervioso al volver a oír su voz. Hacía tiempo que no la escuchaba decir mi nombre y también me di cuenta de que lo había echado de menos.
-Dime, ¿qué pasa?-me preguntó.
-Verás, Flo me acaba de llamar para decirme el día de la primera reunión de Otra Movida, ya sabes...
Ah! ¡Es verdad! ¿Y qué día es?
-Pues el 2 de Agosto a las 10 de la mañana...-respondí.
-Uf... está bien. Tendré que venir el día antes para no llegar tarde.
-Si, supongo...-dije sin saber muy bien qué responder.
-En fin, gracias por llamarme.-dijo. Sonó como si no me diera las gracias por decirle la fecha de la reunión sino por el simple hecho de haberla llamado. La verdad es que sentí pena al escucharla. Su voz me transmitió tristeza y, sobre todo, nostalgia. Me pareció captar que Anna lo había pasado realmente mal esa semana pero preferí no darle más vueltas al tema. Era raro hablar con Anna de esta forma como si no nos tuviéramos confianza.
-De nada, gracias a ti.-le dije.
-Jaja ¡adiós Dani!
-Chao Anna, hasta la semana que viene.-contesté algo triste antes de colgar.

Pasé el resto de la semana en casa, quedando con amigos y hablando con Chuspi para volver a empezar la nueva gira de "Rechace Imitaciones". El domingo me quedé en casa y fue cuando Cris me llamó para preguntarme a qué hora era la reunión. Hacía mucho tiempo que no hablaba con ella, me hizo ilusión su llamada. La noté nerviosa y con muchas ganas de empezar con el nuevo programa. Me despedí de ella y colgué. Más tarde, fui a cenar con mis amigos y me desearon mucha suerte con mi nuevo programa. La verdad es que yo también empezaba a estar nervioso. Tenía ganas de volver a verlos a todos, de reírme cada día con ellos... pero había algo que aún me ponía más nervioso. Tenía ganas de verla. No sabía por qué pero mi llamada me dejó confuso, tenía ganas de abrazarla y de reírme con ella como antes. Aunque esta vez como amigos. Al volver a casa me duché y me puse el pijama y me fui a la cama. Pensé en Anna otra vez y en cómo sería nuestro reencuentro delante de todos porque, en teoría, no nos habíamos visto durante el verano... Y de repente, sin pensármelo dos veces cogí el móvil y le envié un mensaje:
"Buenas noches Anna, recuerda que no nos hemos visto durante el verano... el martes me tendrás que abrazar!" me puse nervioso al enviárselo. No sabía cómo se lo tomaría, esperaba que con humor. Al minuto, me contestó ella a mí:
"Me acordaré! Buenas noches Dani." y una pequeña sonrisa se dibujó en mi cara al leer sus palabras.

Capítulo 137: Italia, sol y playa

Me levanté del sofá y empecé a recoger todos los objetos que había tirado al suelo esa misma tarde. -Mierda... la jirafa de madera que me regaló mi madre...- estaba rota por el cuello. -Si es que soy imbécil... Pero en ese momento necesitaba desahogarme... qué le voy a hacer.-me dije. Después de recogerlo todo me di una ducha para relajarme. Salí con la toalla en la cintura y fui a mi habitación. Cogí la maleta que guardaba en el armario y que tenía siempre para ir a León y la coloqué encima de mi cama para llenarla de ropa de verano y zapatillas. Mientras, pensaba en Italia y todo lo que me estaba esperando allí... el sol, la playa, las motos, los helados, las italianas... me paré en seco en pensar en éstas últimas. S.si... las italianas... volví a repetir dentro de mi mente hasta convencerme a mí mismo de ello. Cerré la maleta una vez puesto todo lo necesario y la iba a dejar al lado de la cama cuando mi móvil volvió a sonar. Lo había dejado en el baño así que fui a buscarlo allí.
-¿Si?-contesté mientras me miraba al espejo.
-Ey Dani, ¿te vienes al bar de siempre a ver el partido?-dijo mi amigo.
-Claro tío, en diez minutos estoy allí.-respondí peinándome los pelos del flequillo. Volví a mi habitación y me puse una camiseta de manga corta y unos piratas tejanos. Cogí las llaves del piso, me calcé y salí después de cerrar la puerta de la entrada. Ese sonido de la puerta al cerrarse me volvió a recordar a Anna y en el final de nuestra conversación... Sacudí un poco la cabeza para quitarme esa imagen y bajé las escaleras hasta salir fuera y empezar a andar hacia el bar. Al llegar, me encontré con todos mis amigos para ver el partido del Madrid. Porque aunque sea culé, me encanta el fútbol y me gusta ver los partidos del Madrid, como a todo futbolero. Nos sentamos y pedimos la bebida y algunas tapas para hacer pasar el hambre. En la media parte del partido, mis amigos aprovecharon para preguntarme sobre mi relación con Anna ya que les sorprendió que todavía no hubiese dicho nada de ella. Les conté que la había dejado porque ella aún estaba saliendo con Miki y se quedaron de piedra. En un principio no supieron qué responder pero después de explicárselo bien me dieron la razón. También les conté que al día siguiente me iría a Italia con Álvaro Bautista y me envidiaron al momento. Al acabarse el partido me fui otra vez a casa y antes de irme a dormir miré el móvil, por si había alguna llamada o mensaje de ella, aunque no sabía muy bien por qué lo hacía. Pero no, no había nada. Así que me dormí sin saber ninguna noticia más de Anna.

Estaba en el restaurante, sentado en la mesa. Acabábamos de pedir la comida y me encontraba hablando con uno de los amigos de Álvaro. Era mi tercer día en Italia. En los primeros días habíamos aprovechado para relajarnos e ir a la playa el día antes de la carrera de Álvaro. La verdad es que sus amigos me habían caído muy bien y había hecho muy buenas migas con dos de ellos. Estar todo el día haciendo cosas y hablando con gente me ayudó para no pensar en ella. En el segundo día habíamos conocido a un par de chicas italianas pero yo no les había hecho mucho caso... no tenía ganas de ligar en Italia. Me gustaba tanto el ambiente, la gente, la comida... que las chicas ya no me llamaban la atención. No había sabido nada más de Anna. Pero, si soy sincero, pensé en ella la primera noche. Se me hacía extraña esta nueva situación, sin haberle contado nada a ella pero supuse que todo sería cuestión de acostumbrarse. Pues bien, me encontraba en el restaurante cuando Roberto, el mejor amigo de Álvaro, me preguntó si le podía acompañar a fuera, porque le apetecía tomar el aire antes de comer. Así que fui con él y salimos a la terraza del restaurante. Él estaba sacando un cigarro de su bolsillo cuando noté una vibración en mi pierna. Me estaba sonando el móvil. Lo saqué y lo miré atentamente. Parpadeé al ver el nombre de quién me estaba llamando. -No puede ser...-susurré frunciendo el ceño.
-¿Pasa algo?-me dijo Roberto.
-No, no, me están llamando.-dije antes de irme en una esquina para hablar tranquilamente. El nombre de "Anna Simon" permaneció en la pantalla de mi teléfono hasta que decidí contestar.
-¿S.si?-dije en un tono de voz algo agudo.
-¿Dani? Soy yo.-si, era ella. Anna me había llamado, después de tres días de lo ocurrido.
-Si, dime...-dije nervioso.
-Dani, ¿cómo estás?-su voz parecía algo frágil y débil, peor que la mía.
-Muy bien, ¿y tu?-se sorprendió al oír mi respuesta. Lo percibí porque tardó en contestar.
-Bien, bien. ¿Dónde estás?
-No te lo vas a creer pero... estoy en Italia. Álvaro Bautista me invitó a ir con él en el circuito de motoGP.-al contárselo, me sentí mucho más tranquilo.
-¿Qué? ¿Enserio? Bueno... me alegro por ti.-contestó sin saber muy bien qué decir.
-Gracias.-dije algo frío.
-Bueno Dani... yo te he llamado porque... me sentía mal después de lo que pasó el otro día y necesitaba hablar contigo...-sonaba preocupada.
-Ya. Pues, no te tienes que preocupar por nada Anna.
-¿No?-su tono de voz cambió de repente. Sonaba más alegre, más vivo.
-Claro que no. Esa discusión está olvidada, no te comas más la cabeza. Tú ahora estás con Miki y ya está. Espero que seas feliz con él.-le dije seguro de mi mismo.
-Ah...-se quedó unos segundos en silencio, sin decir nada más.
-¿Anna? ¿Sigues ahí?-pregunté un poco impaciente.
-¿Eh? Si, Dani, sigo aquí. Pues... nada, gracias por aceptarlo y comprender la situación...
-Nada mujer, ahora todos somos felices que es lo que cuenta.
-Ya... eh... bueno, pues, ya nos veremos...-noté cómo le temblaba la voz.
-Claro. Adiós Anna, acaba de disfrutar de las vacaciones.-le dije tranquilamente.
-Si... igualmente... Adiós Dani.-me dijo antes de colgar.

dimarts, 27 de desembre del 2011

Capítulo 136: el Dani de antes

Me levanté del suelo lleno de rabia, y me puse a gritar por toda la casa, a tirar objetos de los muebles al suelo. ¿Como había sido capaz de elegirle a él en vez de a mí? Con todo lo que habíamos pasado, la cantidad de veces que habíamos hecho el amor, y con qué pasión, el beso indescriptible que nos acabábamos de dar, todo lo que ambos habíamos sentido con un solo roce... no podía creerlo. Sin embargo, ahora mi cuerpo ardía de rabia. Rabia que se iba intensificando cada segundo.
Decidí salir al balcón para que me tocara el aire, era lo que más necesitaba en ese momento. Pero me asomé a la barandilla para observar mi calle y la vi. Allí estaba Anna corriendo llena de rabia también. -¿Hacia dónde irá?-me pregunté. -Supongo que a coger el AVE de vuelta otra vez...-. Des de mi balcón podía percibir sus dulces gritos, porque todo de ella es tan dulce siempre y... ughh ¡No! volví a gritar apretando los dientes a más no poder. Me notaba otra lágrima a punto de salir y entré otra vez dentro de mi piso. Estaba desesperado, sin saber lo que realmente estaba haciendo. Me puse las manos en la cara y grité. Grité y lloré todo lo que me quedaba por hacer. Descargué toda la rabia que llevaba dentro, porque en ese momento sólo sentía eso, rabia. Hasta que caí por segunda vez en el suelo y ahí me quedé. Sin moverme. Gritando y a ratos llorando de rabia, acurrucado como un niño pequeño. Hasta que perdí la noción del tiempo y el espacio cuando caí rendido en el sueño.

Me desperté después de una hora y media, cuando un sonido muy fácil de reconocer me hizo abrir los ojos. Era mi móvil, alguien me estaba llamando. Me froté los ojos y me moví un poco. Al hacerlo, vi que el suelo estaba algo mojado de lágrimas. Me levanté lentamente, buscando el móvil con la mirada. Al estar de pie, me volvió a la mente todo lo que había ocurrido hacía unas horas. Miré por la ventana, y en mi mente volvieron a sonar los gritos de Anna... ¡no! ya basta de torturarme a mí mismo. Vi mi móvil encima del sofá y lo cogí sin ver quién me estaba llamando.
-¿Si?-contesté. Mi tono de voz era demasiado grave de lo normal.
-¿Dani? ¿Te he despertado o algo?-su voz me sonaba, pero no conseguía reconocer a la persona. Lo único que tenía claro era que era un chico.
-¿Qué? No, no, tranquilo...
-Ah vale, verás Dani, te quería proponer algo...
-Un momento. ¿Quién eres?-dije frunciendo el ceño.
-Álvaro, ¿no me reconoces? jajaja.-dijo soltando una carcajada.
-Dios, Álvaro Bautista... lo siento tío, hoy estoy un poco empanao'. Dime, ¿qué querías?-le contesté.
-Pues quería proponerte una cosa que creo que te va a gustar... ¿Qué te parece si te vienes conmigo a Italia?-dijo alegremente.
-¿A Italia? Pero, c.cómo...-no me estaba enterando de nada.
-Jajaja Dani, este año el circuito de MotoGP es en Italia y te quiero invitar a venirte una semanita a verme y tal, ¿qué te parece?-de pronto, lo entendí todo. Qué fuerte, me dije a mi mismo.
-¿Enserio? ¿Tu y yo? ¿En Italia? Jajaja-contesté aún flipando.
-¡Claro! Eso sí, no puedes traerte a ningún acompañante... Lo siento pero he invitado a más amigos y ya no cabe nadie más.-dijo.
-Perfecto. Me parece, genial. Muchísimas gracias Álvarito, no tengo palabras... ¿cuándo es?-pregunté emocionado.
-Pues yo me voy mañana, aunque tú si quieres puedes marcharte el viernes y así tendrás tiempo de hacer las mal.-le corté
-De eso nada. Yo me voy contigo, mañana mismo. Necesito cambiar de aires ya... Ya te lo explicaré, es una movida...
-Vale pues, luego te llamo y te digo la hora que ahora estoy conduciendo y el semáforo ya se ha puesto verde...
-Vale, gracias otra vez. ¡Chao crack!-dije colgando. No me lo podía creer... ¡una semana en Italia! Este chico es genial... Necesito ir. Cambiar un poco de aires, de gente... pensar en todo lo que me ha ocurrido estos días y en Anna... al pensar en ella me puse serio de golpe, otra vez. Anna... ¿qué va a pensar cuando se lo diga? Un momento, ¿cómo se lo voy a decir? Si hemos cortado... Me dejé caer encima del sofá y noté como volvían mis ganas de llorar. No Dani, ya basta... me dije a mi mismo. No puedo estar así otra vez. Ya he sufrido demasiado... Creo que el viaje me va a sentar bien para digerir todo lo que me está pasando. Y al pensarlo, las lágrimas desaparecieron de mi vista. Me sentía más fuerte, después de haber gritado y llorado tanto. -Nunca más lo voy a pasar así. Ese Dani se acabó.-me iba repitiendo a mí mismo. De repente me sentí mucho más seguro de mí mismo. Estaba dispuesto a dar un cambio, para bien. A dejar ya las cosas como estaban hechas y a no marear más la perdiz. Si Anna tiene que estar con Miki lo estará, supongo que él es su verdadero novio y yo sólo he sido un pequeño percance en su relación. Anna no me merece, no sabe lo que se ha perdido... Voy a tirar adelante y dejar el pasado atrás. Quiero ser un hombre nuevo, por llamarlo de alguna manera. ¡Quiero ser el Dani de antes! El que no se enamoraba de las chicas, y no sentía nada al hacer el amor con ellas. El que no se preocupaba tanto por las cosas y vivía la vida como todo el mundo. O casi todo... Quiero cambiar, y voy a hacerlo.

Capítulo 135: Tú eliges

Anna seguía besándome. Seguía notando sus labios en los míos, tan suaves como el interior de una rosa. Su aliento, seguía haciendo camino por el interior de mi boca. Cosa que me impedía separarme de ella. Y su lengua, no paraba de pedirme más. Sus manos, antes en mis hombros, habían ascendido hasta presionar mi nuca y su tripa estaba cada vez más pegada a la mía. Por una parte quería separarme, porque necesitaba decirle todo lo que llevaba pensando des de hacía tiempo y por otra, deseaba seguir besándola y desnudarla y hacerle el amor ferozmente hasta que los dos quedaramos satisfechos. Pero fue algo peor lo que me hizo frenar ese beso. Pensé en Miki por un segundo y paré de besarla, aunque ella no se detuvo en ningún momento.
-An..-murmuré aún dentro de su boca. Sus labios seguían haciendo de las suyas, impidiendo la mínima distancia entre su boca y la mía.
-Cari.ño...-susurré a la vez que la apartaba suavemente con mi mano en su pecho. Abrió los ojos de golpe, mirándome fijamente y se separó.
-¿Qué?-contestó algo molesta.
-Tenemos que hablar, ¿recuerdas?-le dije separando mi otra mano de su cintura.
-¿Por qué? Hace unos minutos eras tú el que ha empezado a besarme...-se quejó como una niña pequeña.
-Ya lo sé, porque hoy estás irresistible, pero...-salió una pequeña sonrisa de su boca al oír mis palabras pero su expresión volvió a la normalidad al escuchar mi última palabra.
-¿Pero...?-preguntó impacientemente.
-Pero creo que ayer ya te dejé claro que hoy tendríamos que hablar.-contesté seguro de mí mismo.
-Está bien...-susurró aún molesta. La cogí suavemente de la cintura e hice que se levantara de mi regazo, para sentarse en la otra silla.-Empieza.
-Anna, ayer estuve pensando mucho en lo nuestro. Creo que esto tiene que dar un cambio. Yo no puedo seguir así... Y tú tampoco. Acabaré volviéndome loco.
-Pero si estamos muy bien.-dijo cuando aún no había terminado de hablar.
-No, no digas eso. No hables en plural. Yo no estoy bien de esta forma. Creo que ya te lo he dicho muchas veces, y no me gusta tener que repetírtelo. Anna, yo no puedo, soy incapaz de compartirte un día más. ¡No puedes estar un día con él, otro conmigo!... sólo de pensarlo me hierve la sangre...-de pronto, empecé a pensar en ellos dos, juntos... y algo dentro de mí me hizo hablar muy seriamente.-Estoy harto de sentirte hablar de ese imbécil. Siempre estamos igual. Estoy harto de imaginaros juntos, haciendo lo que haces conmigo pero con él. Y no me digas que con él es diferente, que no sientes nada, porque no me lo creo. Estoy harto de que me cuentes historias que no son reales sólo para que me sienta mejor. No soy idiota, ¿sabes? Yo también tengo sentimientos, y a veces siento como si te rieras de mí, como si no fuera tan importante para ti como tú lo eres para mí. Ya me has hecho bastante daño como para tener que aguantarlo un día más. No quiero esta mierda de relación. No quiero sentirme mal después de hacer el amor, después de besarte, de abrazarte, de tocarte... porque sé que vas a hacer lo mismo con él. Me tiene harto esta situación. Así que tú eliges. O él o yo.
Anna se quedó unos instantes en silencio. Mientras yo hablaba, se iba poniendo más seria cada segundo. Como si no se creyera lo que estaba diciendo.
-Vamos a ver, Dani. Creo que estás tomando una decisión demasiado precipitada...
-¡¿Precipitada?! Anna, llevamos meses y meses con esto. Y siempre es lo mismo. Yo sufriendo, y tú...
-¿Y yo qué, Dani? ¿Te crees que yo no sufro? ¿Que yo no me siento mal?
-Pues, si te digo la verdad, no.-contesté secamente.
-No me puedo creer lo que estás diciendo...
-Pues qué pena. Porque siempre pareces tan feliz cuando estás conmigo... creo que nunca te has sentido culpable de utilizarnos a los dos...
-¡No!! ¡No tienes ni idea de lo que estás hablando! ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¿Utilizarte, a ti? ¿Enserio me ves capaz de eso? No me lo puedo creer, Dani...-dijo llevándose la mano a su frente.
-¡Me da igual que no te lo creas!-dije levantándome de la silla. Me miró, y se levantó ella también.-Mira, yo he venido para que hagas una elección. La elección que deberías haber hecho des de hace mucho tiempo. Es fácil: o él o yo. Tú eliges.
-Pues no, no es fácil. Y menos después de que me hayas hablado de esta manera. Me acabas de hacer mucho daño, Daniel.-nos quedamos en silencio unos segundos.
-O él, o yo.-repetí susurrando con fuerza.
-No puedo elegir entre tú y él ahora mismo. Me pides demasiado Dani, necesito más tiempo. Necesito pensármelo mejor y olvidar todo lo que me acabas de decir para-le corté
-Entonces, ya has elegido...-dije bajando mi cabeza hacia el suelo. Noté como los ojos se me encharcaban de lágrimas.
-Dani, no...-murmuró, con la voz entrecortada.
-Vete, Anna.
-Pero déjame ex-la volví a cortar.
-Por favor.-susurré aún con la mirada fijada en el suelo. Y lo próximo que oí, fueron sus pasos y la puerta de mi piso cerrándose de golpe. Más fuerte que nunca. El sonido de la puerta, me repercutió a los oídos y acabé cayendo al suelo, sentado.
No entendía nada de lo que acababa de pasar. De mis palabras hacia Anna, de su desesperación por no elegir entre él y yo... No sé, era como si nada hubiera pasado. Como si hubiera sido parte de mi imaginación. Pero me di cuenta de que si que acababa de pasar, y de que esto era real, cuando noté que una lágrima regalimaba por mi mejilla. Una lágrima de decepción, impotencia y rabia, mucha rabia.

diumenge, 25 de desembre del 2011

Capítulo 134: La tentación

Estaba estirado en la cama, deseando dormirme lo antes posible para que se acabara mi horrible día solo. Aún seguía pensando en Anna. -Mañana la veré, tendré la opción de hablar con ella, de aclarar todos los problemas de nuestra relación... bueno, en realidad, sólo existe un problema. Y no depende de mí... -pensé. Seguía dando vueltas por la cama, sin conseguir pegar ojo y encima el día siguiente me tenía que levantar temprano ya que Anna llegaba a las 11:00 a Madrid.

Me di cuenta de que ya era de día cuando un rayo de luz iluminó mis párpados. Abrí los ojos y me vino un terrible dolor de cabeza. -No puede ser...-susurré. A penas había dormido. Más concretamente, me había ido despertando durante toda la noche. Había algo que no me había dejado dormir, algo que me seguía preocupando aunque no quisiera pensar en ello y ese algo era ella, como no. Miré la hora: las 8:30, me había levantado antes de que me sonase el despertador así que lo apagué porque ya no iba a dormir más. Me levanté y decidí ducharme para quitarme ese dolor de encima. Estuve un buen rato bajo el agua, aún pensando, dándole vueltas a mi cabeza, como suelo hacer siempre... Desayuné, aunque no tanto como el día anterior y me vestí: me puse mis piratas tejanos, una camisa negra y mis converse de siempre, también negras. Decidí ponerme colonia, aunque yo sólo pretendía hablar, deseaba que Anna se sintiera atraída por mí...
Una vez listo cogí el coche y me fui en busca de mi... ¿amante? sí, podríamos llamarlo así ya que ella ya tenía otro novio más oficial que yo. Llegué temprano, y esperé sentado a que el AVE procedente de Barcelona llegara.
No tardó tanto como me imaginaba, y en diez minutos ya había llegado. Se abrieron las puertas y me levanté buscándola con la mirada. Mi pulso aceleró al ver su pelo rubio moviéndose entre la gente. Al fin se plantó delante de mí.
-Hola Dani.-me dijo con una gran sonrisa.
-Hola guapa.-le respondí. Estaba más guapa que nunca, llevaba el pelo recogido en una cola y un bonito mono rosa. Su sonrisa me enmudeció y me quedé mirándola durante unos segundos.
-¿Vamos?-me preguntó al ver que no reaccionaba.
-Claro, vamos.-dije caminando hacia la salida. Durante el camino a mi coche no hablamos, creo que ninguno de los dos supo qué decir. Pero noté que Anna me agarraba la mano y no pude evitar agarrársela de vuelta. Al entrar al coche, Anna suspiró.
-¿Estás cansada?-le pregunté observándola un rato más.
-Si, un poco... esto de viajar tantas horas no me gusta nada...-dijo colocándose el bolso sobre su regazo.
-Lo siento...-contesté bajando mi mirada.
-¿Qué? No, no te preocupes, no es culpa tuya.
-Bueno, en parte si...
-Dani, déjalo.-dijo mirándome a los ojos para que dejara de preocuparme.
-Está bien.-dije antes de arrancar. Fuimos hacia mi casa y por el camino pusimos la radio.
-¿Te parece si vamos al bar de mi calle a desayunar?-le propuse.
-Claro, perfecto.-me contestó con otra sonrisa. Aparqué el coche justo en frente del bar. Entramos, saludé al dueño y nos sentamos en una mesa para dos, al lado de la pared. Pedí dos cafés y unas pastas cuando vino el camarero.
-Pero si tú nunca tomas café, no te gusta...-me dijo Anna una vez se había ido el camarero, negando con la cabeza.
-Bueno, un día es un día, ¿no?-contesté sonriendo. La verdad es que ese día lo necesitaba. No había dormido mucho y, en teoría, el café te despierta, o eso dicen.
-Ah vale...-dijo antes de soltar una pequeña carcajada.-Y dime, ¿qué hiciste ayer?
-¿Ayer? Nada, salí con mis amigos, como siempre...-mentí. Asintió con la cabeza como de costumbre y colocó su mano encima de la mía. Otra vez, mi pulso se aceleró al notar el contacto de mi mano con su piel.-¿Y tú?
-Nada.-me contestó seria. Pronto vino el camarero y Anna separó su mano de la mía para empezar a desayunar. Después de mucho insistir, pagué yo la cuenta y subimos a mi piso.
-Bueno Dani, aún no me has dicho de qué querías hablar...-dijo una vez en el comedor.
-¿Cómo?-le pregunté nervioso.
-Ayer me llamaste... ¿recuerdas?
-Ah sí! Pues, verás, es algo serio... Ven, siéntate aquí conmigo.-dije sentándome en una de las sillas de la mesa del comedor. Vino hacia mí y se sentó de lado sobre mi regazo, dejando caer sus manos alrededor de mi cuello.-Anna...
Me calló con un delicioso beso en los labios.
-No sabes las ganas que tengo de estar así contigo...-susurró mientras su mirada iba dirigida a mis labios. En realidad la veía preciosa, sus ojos le brillaban como nunca y tenía los labios muy rosados. No me pude resistir a la tentación y de repente noté como mis labios rozaron los suyos mientras mis brazos le rodeaban la cintura. Vi una sonrisa pícara dibujada en su cara que me hizo sonreír a mí también. Y entonces, poco a poco, junté mis labios con los suyos, notando otra vez el suave contacto con su boca que me provocó abrir la mía para besarla más profundamente. Me respondió de la misma forma y mi corazón dejó de palpitar por unos segundos, para luego volver a latir con más fuerza y rapidez. Pronto, su lengua chocó con la mía, y noté su caluroso aliento dentro de mi boca. Acabamos fundiéndonos en un largo beso dónde nuestros labios, aunque no lo intentaron, no hubieran logrado separarse después de un buen rato de pasión.

divendres, 23 de desembre del 2011

Capítulo 133: O él o yo

Seguía en mi cama, aún era temprano pero ya no tenía más sueño así que decidí levantarme de golpe. Al hacerlo, todo a mi alrededor me empezó a dar vueltas y volví a caer sentado encima de la cama. Me había mareado al levantarme tan rápidamente. Me puse las manos en la cara y me la froté para despejarme del todo. "Joder, ¿Qué te pasa, Dani?" me dije a mi mismo. Soplé y me levanté ahora sí, hasta llegar a la cocina. Me hice un largo desayuno, nunca había desayunado tanto. Que si leche, que si zumo, tostadas, galletas... La verdad es que tenía mucha hambre. Me senté en la mesa de la cocina mientras miraba por la ventana. Estaba mordiendo una de las tostadas cuando oí un sonido. Mi móvil. Alguien me acababa de mandar un mensaje. Dejé la tostada en el plato y fui andando hacia el comedor. Si. Justo dónde lo había tirado la noche anterior, después de esa tensa conversación, mi móvil seguía en el sofá. Lo cogí delicadamente y miré de quién era el mensaje. Publicidad, bien... volví hacia la cocina para acabarme el desayuno. Mientras, estuve mirando el Twitter un buen rato. Al acabar, encendí la tele para ver un poco las noticias, cosa que no hago mucho, y enterarme de lo que estaba pasando en el mundo. No sé por qué pero, al escucharlas, me concentré y me di cuenta de que mis problemas no eran realmente problemas. Me sentí imbécil por darle tanta importancia a mis asuntos cuando otros a mi alrededor lo estaban pasando mucho peor que yo. Me levanté otra vez para mover un poco las cortinas del comedor. Hacía un buen día y eso consiguió animarme un poco más. Cogí el móvil otra vez y me quedé mirándolo un rato. Ayer terminé diciéndole a Anna que la llamaría... pero, ¿qué le digo? ¿Qué se supone que pienso de nuestra relación, realmente? ¿En realidad vale la pena tener tantos problemas y tener que pasarlo mal por estar con ella? Sí, encontré una respuesta a mi última pregunta. Pero, aún rondaban muchas otras cuestiones de las que a pesar de mucho esfuerzo, no conseguía aclararme. Lo único que tenía claro era que teníamos que vernos en cuanto antes. Así que busqué su nombre y me decidí a llamarla. Sonó tres veces y me lo cogió.
-¿Dani?-respondió al cogérmelo.
-Hola Anna.-le dije lo más natural posible.
-No me gusta que me saludes así...-me contestó seriamente.
-¿Así cómo?-pregunté sorprendido por su contestación.
-Ya lo sabes... tan seco... ¿dónde quedó el "cuqui", "mi amor" y todas esas palabras? No entiendo por qué estás tan frío conmigo...-me contestó sinceramente.
-Lo siento. Si te digo la verdad, ahora mismo me cuesta llamarte de esa manera. Aunque me muero de ganas por hacerlo, cari...-oí un pequeño suspiro por su parte al mencionar mi última palabra.-pero...
-¿Pero?-preguntó nerviosa.
-Ya lo sabes Anna, no estamos lo suficientemente bien como para hablar como si no pasara nada... La verdad es que tengo ganas de verte para hablar de todo un poco. Necesito aclarar muchas dudas y necesito verte en cuanto antes...
-Ya, yo también tengo ganas de verte ya... Si ahora estoy sola en casa porque Mik...-se quedó en silencio para no volver a cagarla.-bueno, ya sabes, él, ahora trabaja todo el día...
-Ya. Y... ¿por qué no te vienes... mañana?-le pregunté inseguro.
-¿Mañana? Mmm... no lo sé Dani, y si me pilla o algo... ¿qué le digo?-me preguntó no muy segura de sus palabras. Decidí no contestar. No me pensaba meter ni ayudar ni aconsejarla en todo lo que tuviera relación con... él. Así que me quedé en silencio.
-Perdón Dani, ya lo sé... lo siento. Pues, vale, está bien. Mañana por la mañana cojo el ave y vengo.
-Gracias...-le contesté.
-¿Por qué?-preguntó.
-Por venir siempre tú estos días...
-Ah... es la única forma de vernos... y no creo que Mollet te guste mucho...-soltó una pequeña carcajada al decirlo.-es mejor para los dos. No me tienes que dar las gracias.
-Está bien. Entonces, nos vemos mañana. Cuando estés a punto de llegar me llamas vale amor?-apreté los dientes al darme cuenta de que se me había escapado esa última palabra de la boca...
-Perfecto.-contestó riendo.-Chao cariño.
-Adiós Anna...-le susurré. Y colgué.
Si es que por mucho que quiera hacerme el duro, es oír su voz y... olvidarme de que estoy molesto con ella. Pero creo que mañana sí voy a ser sincero porque ya no aguanto más esta situación. Creo que he llegado al máximo extremo. Es oír el nombre de él y volverme loco, no puedo oírlo ni imaginármelo e incluso no puedo ni pensar en él. Mi corazón me lo impide. Ahora mismo, a estas alturas, me veo incapaz de mantener una conversación con él sin tener que gritarle, insultarle... aunque no me haya hecho nada. Sólo por el simple hecho de que esté con ella. Bff... sólo de pensarlo... ya me ha vuelto a venir esa sensación...
Después de dejar el móvil encima de la mesa del comedor, salí al balcón para tomar un poco el aire. Hacía mucho calor y eso tampoco me ayudó mucho a no pensar en él... Así que volví a entrar dentro de casa. Me froté otra vez la cara y, en ese momento, lo vi. Ya está, me dije. Me vino a la cabeza y estaba convencido de la decisión que iba a tomar, estaba seguro de que no me arrepentiría para nada. No quería pasarlo mal ni un segundo más. Y me salió así, de la nada, como si fueran unas palabras que estaban deseando salir de mi boca desde hace mucho tiempo. Y en realidad, lo eran:
-¡O él, o yo!

dijous, 15 de desembre del 2011

Capítulo 132: Pesadillas

Silencio. Nadie decía nada. Yo estaba esperando a que ella me dijera por qué me había llamado y supongo que ella esperaba a que se lo preguntase. Por unos segundos, sentí mucha tensión. Necesitaba oír su voz.
-¿Anna?-pregunté preocupado.
-Si, sigo aquí.-su tono de voz era algo débil. Hablaba muy bajito y me costaba entenderla.
-¿Qué pasa?-le pregunté para cortar esa incómoda conversación.
-Dani... ¿has recibido mi mensaje?-me preguntó. Mierda, el mensaje... no le había contestado. No había tenido la fuerza suficiente para decirle que yo también la quería, aún sabiendo que estaba en Mollet con... mejor no nombrarlo.
-¿Eh... mensaje? Ah si, sí. Lo he visto hace poco...-mentí deseando que no me lo notara.
-Ah... Bueno, pues eso, que ya estoy en Mollet. En casa. Miki aún no ha llegado...-dijo ahora más seria. La entendía mucho mejor. Me quedé mudo y enarqué las cejas al oír su última frase...
-¿Dani?-dijo al ver que no respondía.
-Anna, ¿por qué me cuentas eso? ¿Qué tengo que ver yo aquí?-le dije. Estaba molesto. No me gustaba que me hablara de él como si nada. No era justo.
-N.nada... bueno, porque... no sé, Dani. Tenía ganas de hablar contigo. Tú ¿cómo estas?-me preguntó nerviosa por mi pregunta.
-¿Que cómo estoy? Pues...-solté una pequeña risa de burla.-mira Anna, si me has llamado para hablar, este no es el momento...
Ardía de rabia al recordar una y otra vez la frase que me había dicho unos segundos atrás: "Miki aún no ha llegado..."
-¿Por qué? ¿Estás enfadado? Dani, ya te he dicho que lo siento...-dijo casi en un susurro.
-No se trata de eso. Sabes perfectamente cómo estoy. No hace falta que te lo diga. Así que no sé por qué te empeñas en que acepte algo que jamás, en mi vida, voy a aceptar. Ya sé que me has perdido perdón, he visto el mensaje. Pero no por eso voy a perdonarte, Anna. No voy a hacerlo. No puedo, me mentiría a mí mismo. No puedo decirme que no pasa nada porque tu no quieras romper con él, no puedo... -silencio por su parte, soplo por la mía.-Ya te he dicho que ahora no quiero hablar... te llamo mañana, ¿vale?
Estuvimos unos segundos sin hablar. Por una parte, tenía miedo de que Anna hubiera empezado a llorar, pero por otra, no podía evitar sentirme mínimamente satisfecho por lo que le había dicho.
-Está bien. Buenas noches Dani.-su voz, temblorosa, apareció por última vez.
-Buenas noches Anna.-dije yo, en otro susurro. Colgó ella primero y tiré el móvil por el sofá. Estaba rabioso, enfadado, irritado. No podía soportarlo. Estaba harto de lo mismo de siempre. Y lo que más me fastidiaba era sentirme mal por no haber sido amable con ella... Pero, ¿Cómo iba a serlo? Si no me podía ni creer lo que me acababa de contar... ¿cómo es capaz de hablarme de Miki, como si en realidad no pasara nada? No puedo entenderlo... me dije a mi mismo.
Miré la hora, ya era tarde... no tenía sueño pero tampoco me quedaba nada por hacer así que me puse el pijama y me fui a la cama. Me recubrí con mis sábanas azules y me giré mil veces hasta encontrar la mejor posición. Aunque tampoco conseguí dormirme. Seguía pensando en Anna, en la conversación que había tenido con ella pocos minutos antes, y en lo que me había dicho, en lo que yo le había contestado, en lo que pensaba de todo el asunto, en lo que debería pensar ella... mi cabeza iba a estallar, en un momento u otro. Me senté encima de la cama de golpe. Me dolía mucho la cabeza. Miré el despertador. Ya era muy tarde, y yo aún sin dormirme... Me vestí de nuevo. Pensaba ir a algún bar, beber algo, olvidarme de lo que me había pasado... así que me puse mis zapatillas y, sin mirarme ni una vez al espejo, salí de casa. Entré de nuevo en el coche, arrancando lo más rápido posible, para irme a algún lugar que me hiciera olvidarlo todo. Las calles estaban vacías, no había ni un alma... Pasé por otra calle, dónde salían dos tíos borrachos de un local. Continué acelerando, adentrándome más a la oscuridad que invadía la ciudad. Hasta perderme dentro de ella. Llevaba casi cuarenta minutos conduciendo, no sabía a dónde iba, des de luego, ya estaba lejos de Madrid. Se iba haciendo de día, por mi derecha, ya lograba ver la luz del sol. Como pensaba que no había nadie, seguí conduciendo observando el paisaje, hacía años que no veía una puesta de sol tan preciosa... Y de repente, sonó mi móvil. ¿Cómo? ¿Quién me llama a estas horas? Lo cogí y vi que era Anna. ¿Qué? No puede ser...
-¿Si?-contesté.
-¿Dani? ¡Dani! Dani por favor, no lo hagas, sé que estás en coche, Dani por favor no...
-¿Qué? No te entiendo Anna, ¿pero qué estas diciendo? ¿Que no haga qué?-de pronto, un pitido, el mismo de ayer... el mismo coche negro de ayer... venía hacia mí a toda velocidad, y sin darme tiempo a coger el volante...
Otro pitido, más familiar, más molesto... ¿pero qué?... Me levanté de golpe. Era mi despertador. ¿Cómo, qué?... me notaba mojado, estaba sudando, en mi cama, en mi habitación. Uff, sólo una pesadilla. Me había parecido tan real... Aún me temblaba el pulso. Al final me había quedado dormido, de tanto pensar en mi conversación con Anna... Madre mía, al final me voy a volver loco. Esto no puede seguir así...

dijous, 8 de desembre del 2011

Capítulo 131: Frágil e indefensa

Intenté secarme un poco las lágrimas pero a pesar de eso, seguía llorando descontroladamente. De pronto, me miré al retrovisor del coche y vi que ese no era yo. No era el Dani de siempre, ni yo mismo me conocía ya. Hacía tanto tiempo que no me veía llorar... me sentí extraño. Incómodo, más bien. Intenté relajarme poniendo un poco de música pero seguía sin reconocerme. Apagué la radio enfurecido y arranqué el coche rápidamente. Quería irme de allí, irme de la estación, irme de cualquier lugar que me recordase a Anna. Y que me recordase a mí, llorando y sufriendo. Aceleré al ver que no había ningún coche delante de mí. Estaba rabioso, no me gustaba sentirme así. Siempre igual... pensaba. Siempre vuelvo a lo mismo. Todo va bien, hasta que yo mismo lo estropeo y deja de ir como antes. Estoy harto de esto. Harto de sentirme el culpable de todas las situaciones. Yo no soy así. Continué acelerando sin darme cuenta de dónde estaba realmente. Pero en ese momento tampoco me importaba. Quería alejarme de ese lugar. ¿Por qué? me iba preguntando mientras sentía las lágrimas resbalando por mi mejilla. ¿Por qué, por qué? empecé a dar golpes en el asiento, hasta que apoyé mi cabeza sobre el volante, sin saber qué estaba haciendo. De repente, un pitido muy fuerte repercutió a mis oídos. Me levanté de golpe, concienciándome de que estaba conduciendo y me vi obligado a hacer un frenazo. Me paré en seco, oyendo muchos más pitidos que venían de mi derecha. "Pero, ¿qué me ha pasado?" dije en voz alta, al ver que estaba conduciendo por el carril contrario. Se me aceleró el pulso brutalmente. Un coche negro venía hacia mí y giré rápidamente hacia la carretera que me correspondía. Continué conduciendo más lentamente. Por suerte, ningún coche se había parado. Todo continuaba como antes, como si nada hubiera pasado. Pero mi corazón latía como nunca lo había hecho antes. Me notaba la cara ardiendo. No sabía qué había hecho. Nunca antes me había pasado algo igual. Y seguí mirando la carretera, paralizado, sin pensar en nada más, hasta que llegué a casa. Aparqué el coche y me tapé la cara con las manos. "Madre mía, madre mía..." dije al recordar la imagen de ese coche. Suspiré y después de unos minutos en el coche, me decidí a salir. Al caminar, noté que todo el cuerpo me temblaba. Me costó abrir la puerta ya que la llave se resistía a entrar en la cerradura. Cerré la puerta lentamente y me estiré al sofá para tranquilizarme. No me podía creer lo que acababa de ocurrir...
Cerré los ojos y, poco a poco, mi pulso volvió a la normalidad. Me noté muy relajado, sin pensar en nada, hasta el punto de dormirme y perder la noción del tiempo en un segundo.
Me desperté dos horas más tarde, algo desorientado. Miré el reloj de la pared; eran las 22:32. No me costó recordar todo lo que había vivido hacía unas horas. Me levanté del sofá y me dirigí al baño. Aproveché para lavarme la cara y me pasé la mano mojada por la nuca. Alivio. Me miré al espejo observando mis párpados. Estaban aún algo rojos pero ya no quedaba ni una sola lágrima por todo mi rostro. Salí del baño para ir a la cocina. Cogí el móvil del bolsillo y lo miré: una llamada perdida y un nuevo mensaje. Miré de quién era el mensaje. De Anna, como me esperaba. Lo abrí y lo leí atentamente: "Lo siento. Te quiero mi amor, ya te echo de menos." ¿Lo siento? Suponí que era por volver a Mollet con... él. Al releer sus palabras de cariño, sentí como un pinchazo en el corazón. Yo tampoco podía evitar quererla de ese modo... No le respondí al mensaje y tampoco me molesté en mirar quién me había llamado. Me hice la cena y después encendí la tele. Estaban echando un partido de baloncesto y me quedé a verlo. Total, tampoco me veía con ánimos ni con ganas de salir. Cuando ya estaba a punto de apagar la tele, sonó mi móvil. Alguien me estaba llamando. Lo cogí y miré quién era. En ese momento reconocí a la persona de la anterior llamada perdida. Era ella. Quién si no... Tardé un poco en contestar, quería decidir si quería hablar con ella o no, pero no tenía mucho tiempo de tomar la decisión adecuada porque me iba a colgar si la hacía esperar mucho, así que contesté.
-¿Si?...-dije. No fue el tono de voz que quería, me salió agudo y algo débil.
-Dani...-escuché. Era su voz, frágil e indefensa. La misma de siempre.
-Anna...

diumenge, 4 de desembre del 2011

Capítulo 130: Llorar

-Anna...-murmuré.-¿estás despierta?
Le estaba acariciando el pelo de la frente con una mano, y la barriga con la otra. Se movió lentamente para acurrucarse aún más y pegarse más a mi. Sonreí al verla. Ya hacía media hora que habíamos terminado de hacer el amor y Anna parecía haberse dormido.
-Jajaja vamos, que vas a perder el tren...-le susurré aún en la misma posición.
-Ostia, es verdad...-dijo abriendo los ojos para mirarme sorprendida. Me reí al ver su cara de incertidumbre.
-¿A caso no te acordabas?-dije.
-Te juro que no. Me estaba durmiendo...-me contestó con una voz frágil por el sueño. Al levantarse, su silueta me tapó la luz de la calle por un momento. Se estaba haciendo de noche. Miré la hora: las siete y media.
-¿A qué hora sale tu tren?-le pregunté mientras se vestía.
-A las ocho y cuarto. ¿Me llevas?-dijo una vez en ropa interior. Tenía todo su pelo colocado en el lado izquierdo del cuello, cosa que me hizo verla irresistiblemente sexy.
-Claro.-respondí unos segundos más tarde.-vístete anda...
Sonrió al escucharme. Supongo que debió de adivinar mi deseo por verla vestida, y es que me costaba la vida resistirme a ese cuerpo.
-¿Qué pasa, que te cuesta verme desnuda?-preguntó aún sonriendo.
-No es eso...-respondí bajando mi mirada. Se acercó a mi y con sus brazos me rodeó el cuello, fijando su mirada a la mía.
-Entonces... ¿qué es?-me dijo una vez seria.
-Es... es que no puedo verte así todas las veces que quisiera... Y eso me enrabia. No te puedes imaginar cuánto...-contesté sin tocarla.
-Ah...-dejó ir un susurro que casi no percibo. Su expresión cambió de golpe y su frente se
arrugó poco a poco. Dejó caer sus brazos hasta que sus manos se deslizaron por mi pecho.
-¿Qué?-dije observando su mirada. Ésta, iba directa al suelo.
-Nada... que me molesta que me digas eso...-me contestó aún sin mirarme.
-Anna, tú misma me lo has preguntado yo no-me cortó.
-Ya lo sé, Dani. No es eso lo que me molesta. Me enfada saber eso, que te gustaría estar más tiempo así conmigo del que estás...
-¿Qué pasa, que a ti no?-le pregunté serio.
-Claro que sí, pero me duele aún más saber que a ti también... da igual, dejalo.-me dijo separándose de mi para terminar de vestirse. No dije nada más, yo también me vestí, fui a buscar las llaves del coche y la esperé en la entrada de mi piso. Al verme me miró seria, esperando que hablara. Pero no lo hice.
-¿Vamos?-le dije para cortar el silencio que estaba haciendo aún más difícil la situación. Sin embargo, no dijo nada. Sólo asintió con la cabeza. Fuimos a la calle y entramos en mi coche para dirigirnos hacia la estación. Al arrancar, sentí su mirada en mis ojos. Iba a encender la radio pero su mano me lo impidió. A la vez, el contacto con su piel me tranquilizó.
-Dani, lo siento.-dijo seriamente.-No quiero que este día acabe así.
-¿Y cómo quieres que acabe, Anna? Si ahora te vuelves a ir... y a ver cuando tenemos la suerte de poder vernos otra puta vez! Estoy harto de esto. Siempre escondiéndonos, siempre pasándolo mal. No se tú pero yo no lo soporto. Y ahora te vas otra vez y me dejas aquí solo. Vale, no te quiero echar toda la culpa ¿sabes? pero esto me está costando mucho. Creo que he llegado a un punto que ya no puedo más...-me acababa de encender. Necesitaba sacar esa rabia de alguna manera, pero esa era la peor de todas. Lo sabía, pero no había podido contenerme. Vi como Anna bajó la cabeza al oír mis palabras. No, no quiero esto, soy idiota, no quiero verla llorar.
-Per... perdóname Anna, no quería qu.-me cortó por segunda vez.
-No pasa nada...-levantó la cabeza. Por suerte, sus lágrimas se habían aguantado a salir.
-Joder...-le cogí la mano y se la acaricié lentamente.-Perdóname. Lo siento. Esta situación me está volviendo loco. No debería haberme desahogado de esta manera.
-Da igual, ya está. Ya lo has hecho... No te preocupes.-me contestó secamente. Ninguno de los dos volvió a hablar hasta llegar a la estación. Bajamos del coche y nos dirigimos al tren. Estaba a punto de llegar y no quería dejar las cosas como estaban.
-¿Me, me llamarás?-le pregunté inseguro.
-Claro.-me respondió. Abrí mis brazos y la abracé fuertemente pegándola a mi. Ella respondió con el mismo entusiasmo y se aferró a mi cuello con fuerza. Reposó su cabeza sobre mi hombro y noté su respiración en mi cuello.
-Lo siento mi amor...-susurré a su oído. Negó con la cabeza pero al momento, noté como sus lágrimas se colaban por mi cuello y bajaban por dentro de mi camiseta. Le acaricié la mejilla, apartando sus lágrimas y la miré a los ojos. Me cogió la cabeza y me besó efusivamente. Sentí sus calurosos labios acariciando los míos y le devolví el beso con todo mi cariño mientras seguía acariciando su mejilla. Estuvimos un largo rato besándonos hasta que se separó de mí. Junté mi frente con la suya.
-Te quiero.-le dije al ver que el tren ya había llegado.
-Y yo a ti.-me contestó con un último beso. Y así entró y me fui de la estación enfadado conmigo mismo. Entré rápidamente al coche y me senté apoyando mi cabeza en el volante. Las lágrimas no tardaron en salir. Estaba llorando como un niño pequeño. Sentía como el agua bajaba por mis mejillas hasta caer a la alfombrilla del asiento delantero. Me salió toda la rabia que llevaba dentro, todos los nervios que tenía... No podía aguantarlo más... Necesitaba llorar.

diumenge, 27 de novembre del 2011

Capítulo 129: Nada más

-Y yo a ti.-le contesté seriamente. Me miró a los ojos acariciándome la cara suavemente. No sabía qué más decirle, cómo reaccionar... ya se lo había dicho todo. Todo lo que tenía por decirle, todo lo que pensaba, todo lo que quería y lo que deseaba... sólo me quedaba a esperar una respuesta convincente para que no se lo tuviera que pedir más... Pero sabía que eso era muy difícil y que me costaría mucho aunque, en ese momento, estaba convencido de que lo iba a conseguir.

-Dani... sé lo que quieres y que ahora mismo no puedo dártelo pero, no vamos a acabar aquí nuestro primer día juntos, ¿no?-me dijo aún con la cara mojada por las lágrimas.

-No lo sé, Anna... sinceramente, no estoy de humor. No quiero malgastar este tiempo contigo pero...-le contesté sin mirarla. Ella estaba tumbada sobre la cama, mirándome a mi y yo a su lado. En ese momento me cogió de la nuca para que la mirara.

-Dani, por favor... por favor... no me hagas esto ahora.-susurró mirándome a los ojos. Sentí mucha impotencia. En realidad quería besarla y disfrutar al máximo de este tiempo con ella pero por otra parte, mi sangre ardía al pensar que esa misma noche volvería a su casa, con él...

-Intenta no pensar más en ello... Nos merecemos este tiempo juntos y lo deseamos más que nadie. Por favor...-me pidió aún en la misma posición. Quería dar yo el paso pero no podía. Si lo hacía, me parecía que aceptaba nuestra situación actual y eso no era lo que pensaba. Así que opté por quedarme sin hacer nada, y fue ella quien me acercó a su cara. Juntó nuestros labios y me besó con mucho deseo. Me cogió la cara y me siguió besando lentamente. Sin darme cuenta, le estaba devolviendo los besos con la misma efusión que ella... Y ella me iba respondiendo, cómo no. De repente, sus manos estaban acariciando mi espalda. Me coloqué encima de ella, aún besándola. Me di cuenta de que nuestros cuerpos ya se conocían. Estaban pegados produciéndonos las mismas sensaciones de siempre. Anna me acarició el torso con cariño y yo le quité la camiseta por segunda vez ese día. Le acaricié los costados de su torso y la volví a besar. Mis labios recorrieron todo su cuello, bajando por su escote, su barriga... y notando cómo se estremecía cada segundo. De pronto, cogiéndome por la espalda, me pegó a ella todo lo que pudo y me besó el cuello insistiendo en él. Se me escapó un suspiro y la abracé fuertemente enterrando mi cabeza en su cuello besándoselo con fuerza. Oí su suspiro y no pude evitar amarla. Amar sus suspiros, su olor, su voz... Si todo fuera tan fácil... si pudiera tenerla así de cerca todos los días, oír sus suspiros cada día, sería tan feliz... pensé por un momento. Pero ella hizo que se esfumaran mis pensamientos en cogerme la cara otra vez y besarme profundamente. Y noté su deliciosa lengua pidiéndome más...

Me separé para quitarle los shorts y observar su figura atentamente. Ella era la única mujer que había conseguido volverme loco de esa manera sólo con ver su cuerpo... Me quedé unos segundos más mirándola hasta que me empujó hacia ella para quitarme el resto de la ropa y yo respondí haciendo lo mismo. Y la acaricié otra vez. Ahora sintiéndola completamente mía, sin pensar en lo demás. Sin preocuparme por nada más. Me abrazó una vez más y me quedé otro rato paralizado, por tenerla tan cerca, por notar todo su cuerpo en el mío. Y me lo volvió a pedir una vez más, al oído:

-Por favor...-susurró dulcemente. ¿Aún tenía dudas de que me hubiera echado para atrás? Sonreí al oír su humilde voz. Pero ella no me vio. Me separé un poco de ella y la miré a los ojos fijamente. Me miró mordiéndose el labo inferior. ¿Cómo te puedo querer tanto? pensé observando su rostro. Y entonces le aparté las manos de mi torso y se las coloqué por encima de su cabeza para, seguidamente, empezar a hacerle el amor con cada parte de mi ser. Cerró los ojos y volví a oír sus suspiros. Volví a besarla, a amarla por completo. Y allí, en mi habitación pasamos el resto de nuestro día haciendo el amor. Sin nada más que nos preocupase, sólo el simple hecho de tenernos el uno al otro, y de disfrutar al máximo de cada segundo juntos. ¿Era eso de lo que se trataba, no? Pues creo que lo conseguimos, qué digo conseguimos, lo hicimos nosotros mismos. No nos faltó nada más.

diumenge, 20 de novembre del 2011

Capítulo 128: ¿Por qué no arriesgarnos?

-Si, me parece poco.-contesté temblando. Le cogí la cabeza con mis manos y la coloqué frente
a mí mirándola fijamente a los ojos.-Anna, quiero que seas sólo para mí. Quiero que dejes a Miki,
quiero que no vayas a Mollet los fines de semana y que te quedes aquí en Madrid conmigo, quiero tenerte para mí sólo, quiero pensar que nadie más te comparte, que nadie más te besa, nadie más te abraza, nadie más te siente como lo hago yo. Sé que estás enamorada de mí, porque me lo has repetido muchas veces, pero eso no es suficiente, mi amor. Yo quiero ser tu novio. Y no me digas que ya lo soy porque los novios se son fieles, no existen terceras personas en sus vidas. Te quiero Anna. Por eso deseo tenerte sólo para mí. Eso es lo que quiero. ¿Lo entiendes?
Silencio. Después de decir todo lo que pensaba, sólo oí su silencio. Seguía mirándome fijamente
pero su mirada había cambiado. Sus ojos estaban húmedos y sus labios, medio abiertos, se negaban a hablar. Yo le estaba acariciando el pelo con mis dedos, observando su rostro inseguro. Cerró los ojos y enseguida una lágrima bajó por su mejilla. Al verla se la acaricié con mi pulgar pero se echó para atrás y terminó por sentarse otra vez encima de mí. Con las manos tapándole la cara, le siguieron cayéndo más lágrimas, sin parar. Empecé a oír sus sollozos y me levanté, con ella sobre mis muslos, y le aparté las manos de la cara.
-Cariño, sabes que no quería hacerte llorar... lo siento...-le dije besándole la mejilla.
-No, Dani... t.tienes razón. Soy imbécil.-dijo mirándome a los ojos.-Yo soy la que lo siente... Sigo
actuando como si todo fuera normal, como si no pasara nada por acostarnos, por hacer vida de
pareja, por amarnos de esta manera... mientras, por otro lado, sigo saliendo con él. No sé, es como si no fuera yo... Me siento bien cuando estoy con él pero, cuando estoy contigo, todo se transforma en otro ambiente y aún me siento mucho mejor. Contigo todo es perfecto: cuando nos besamos, cuando hacemos el amor, cuando nos reímos, cuando hablamos... y cuando me siento ya como si fuera tuya y te siento a tí como si fueras mío, me doy cuenta de que todo esto no es real. Y siento como todo se desvanece. Me doy cuenta de que en realidad sigo saliendo con Miki y que te quiero a ti, pero soy incapaz de dejarlo...
-Yo también soy incapaz de dejarte, no puedo hacerme a la idea de estar sin ti... Y ahora me pongo a pensar en toda esta semana que he pasado solo, sin tenerte a mi lado ni un segundo y la quiero olvidar. Quiero olvidarme de lo que sentí cuando tu no estabas. De lo mucho que te eché de menos... no sé, últimamente no me reconozco. Antes yo era diferente. Antes, salía con cualquier chica y no necesitaba a ninguna como me pasa contigo. No tenía esa necesidad por estar a su lado todo el día, por besarla, por hacer el amor toda la noche... y sin embargo contigo, todo se transforma.-le contesté acariciando las sabanas con la palma de mi mano.
-Lo sé. Y sé lo que quieres, sé que deseas con todas tus fuerzas que yo sea sólo para ti, y que yo también lo deseo, pero no tanto como tú. Si, yo también quiero ser sólo tuya, Dani. ¿Sabías? Pues es verdad. Pero no puedo. Hay algo, no sé lo que es pero me impide a que le diga a Miki: "lo nuestro se ha acabado.". No me veo capaz de hacerlo y tampoco quiero. Nunca me había pasado esto con nadie pero es verdad. No sé, sé que cuando estoy contigo no pienso en nada más, que estoy como en una nube, y sé que es porque estoy enamorada de ti. Pero cuando estoy con él, me siento bien, piensa igual que yo, somos muy iguales y también nos queremos. Aunque de otra forma. No sé, creo que no puedo explicártelo muy bien porque, de todas formas, no lo entenderías. Ni yo misma lo entiendo...-dijo mientras se acariciaba el brazo con su mano.
-Mira Anna, yo puedo entender que con él seas feliz, pero si estamos enamorados, ¿por qué no arriesgarnos? Yo te lo podría dar todo, y más. Tienes que arriesgarte por una vez en la vida, Anna. No todo te va a salir como quieras pero nunca lo sabrás si no lo intentas. Y sé que tienes miedo. Miedo de perderlo a él o de perderme a mí, si tomas la decisión equivocada. Pero, ¿quién sabe cuál es la decisión correcta? Ni siquiera lo sabes tú. No sé, yo te diría que te arriesgaras por conseguir lo que realmente quieres...-dije. Me miró a los ojos y otra lágrima le bajó por la mejilla.
-T.tienes toda la raz.zón. P.pero es tran frustran.nte...-susurró al abrazarme. Le devolví el abrazo, eso era lo que necesitaba. Me vino un escalofrío al notar sus manos acariciando mi espalda desnuda. Le dejé un beso en el cuello y nos volvimos a separar. Miré por la ventana. Ya no entraba el sol. Aunque aún había luz. Serían las cinco o las seis de la tarde... La miré a los ojos una vez más y me miró segura.
-Te quiero Dani.-me dijo acariciándome la cara con sus dedos.

dimarts, 15 de novembre del 2011

Capítulo 127: ¿Te parece poco?

Anna respiró profundamente, y poco a poco, colé mi mano por debajo de su camiseta. Le acaricié la barriga y sintió un cosquilleo por todo su cuerpo que la hizo temblar. Sonreí al notarlo y seguí acariciando su cuerpo hasta por encima del sujetador, dónde puso su mano encima de la mía y me miró a los ojos.
-Dani...-susurró bajando su mirada de mis ojos hacia mis labios. Me acerqué más a ella.
-¿Qué?-susurré con el mismo tono de voz. En ese momento oí un suspiro por su parte y pegué mi frente a la suya. Incliné la cabeza hacia un lado y bajé mi mirada a sus labios. Me vinieron unas ganas tremendas de besarla, su boca me lo pedía a gritos. Pero ella se adelantó. De pronto noté sus suaves labios acariciando los míos con un beso muy deseado. Con cada segundo, sus labios me rogaban más y más así que terminé por separar su cuerpo del mío con mi mano aún sobre su sujetador, y volvió a quedar estirada sobre mi cama. Me acerqué a ella y la besé con unas ganas inmensas, y a la vez, bajé mi mano por el costado izquierdo de su torso. Nuestras calurosas lenguas chocaron y, con su repetitivo compás, hicieron que ese efusivo beso se convirtiera en otro de mucho más placentero. Al acabar, me separé un poco de ella y la miré a los ojos sonriendo al ver su carita de alegría. Me miró también sonriente y me cogió por el cuello para mantenerme en el mismo sitio.
-No sabes lo feliz que me estás haciendo hoy...-me dijo mientras sus dedos me hacían cosquillas por el pelo.
-Eso era lo que quería conseguir. Quiero que te lleves un gran recuerdo de este dí...-me cortó tapándome los labios con su mano.
-Shhh... todavía no ha terminado. Aún queda mucho, y no vamos a malgastarlo hablando, ¿verdad?-me susurró. A la vez, su mano pasó a mi nuca y me empujó hacia ella para que la besara. Así lo hice, volviendo a sus besos que lograban gustarme cada vez más. Me separé otra vez para hablar.
-Oye, tu antes no besabas de esta manera...-dije con los ojos medio cerrados por todo lo que me hacía sentir.
-¿Ah no?-preguntó curiosa.
-No... ¿c.cómo lo haces para que cada d.día me gusten más t.tus besos?-le pregunté yo.
-Jajaja, será que tengo a un buen profesor a mi lado, ¿no?-dijo sonriendo.
-Ui, claro... no lo había pensado...-dije fingiendo.
-Jajaja. Ven aquí.-Me sonrió y nos giró para colocarse ella encima. Continuó con el beso de antes, ahora haciéndolo más profundo... umm... un momento...
-An...-musité. No podía articular palabra, sus besos lograban desconcentrarme una vez más. Después de unos segundos, volví a intentarlo.
-Anna...-dije separándola lentamente de mi con mi mano.-Respecto a lo del profesor, te referías a mí, ¿no?
-Jajaja pues claro que no...-contestó divertida y volvió a juntar sus labios a los míos pero se lo impedí.
-¿Cómo? Ah no, ahora no soy tu profesor, ¿no? Qué lista... pues no te doy más besos.-contesté medio picado.
-Jaja de eso nada...-dijo pegando su boca a la mía fuertemente. Cerré los labios decidido a no abrirlos hasta oír lo contrario.-¡Dani! ¿A qué viene esto? Venga... bésame...
Me rogó. Me negué a hacer lo que me pedía y contemplando su hermosa sonrisa al ver mi pequeño enfado, sonreí. Se relajó y volvió a juntar nuestros labios pero yo seguí negándome. Al verlo, se separó de mí. Pensé que ya se había cansado del juego y me iba a levantar pero un escalofrío hizo que me paralizara. Sus manos se habían colado dentro de mi polo y estaban deslizándose por todo mi torso. Suspiré de placer al notarlas. No pude resistirme. Noté su sonrisa des de lejos y pronto, sus manos me subieron la camiseta, cosa que me hizo estremecer. Temblé al sentir sus labios dejando besos por debajo de mi pecho... segundo suspiro. Segunda sonrisa por su parte. En ese momento, sus manos descendieron hasta el cierre de mis pantalones que no tardó en abrirse fácilmente. Pronto desaparecieron de la cama y Anna volvió a sentarse sobre mí. Poco a poco, me quitó el polo negro y también lo tiró al suelo. Sus dedos volvieron a acariciar mi pecho, efecto que me hizo tocarlos después de dejar ir mi tercer suspiro. En ese instante, se puso de caras a mí, mirándome a los ojos. Su sonrisa, radiante, no lograba borrarse de su cara. Y su mirada bajó rápidamente a mis labios. Éstos, ya no respondían a mis ordenes así que al juntarse con los de Anna, se volvieron locos por besarla efusivamente. Notaba la sonrisa de Anna dentro del beso, una sonrisa de placer, de felicidad y de victoria. Se separó de mi y cogiéndome las manos, se acercó lentamente a mi oído.
-Pues claro que tú eres mi profesor... ¿Quién si no? Eres el único que me besa de esta manera, el único que me hace sentir así, el único del que estoy irremediablemente enamorada...-susurró con los labios rozándome la parte más sensible de mi oreja.-¿te parece poco...?

dissabte, 12 de novembre del 2011

Capítulo 126: Como si fuera real

Rodeé su cintura con mis brazos para abrazarla una vez más. Nos estábamos besando lentamente, el uno sintiendo la respiración del otro, yo encima de ella. Nuestros cuerpos desnudos, removiéndose entre las frías sábanas, tenían ganas de más. Me separé un poco de ella para mirarla a los ojos. Me sonrió y me dio otro pico.
-¿Qué?-me preguntó sonriendo.
-Anna... antes me has dicho que... ¿llegaste a pensar que me había acostado con Cris?-le pregunté sorprendido. La verdad es que mientras la estaba besando, me había parado a pensarlo y sentí curiosidad.
-¿Eh?... S.si...-musitó tímidamente. Sonreí al ver su expresión.
-Pero... ¿cómo pudiste llegar a pensar eso? jaja Anna, ya te dije que ella tiene novio, jajaja además, eso es imposible... jajaja-me reía nada más pensarlo. Me gustaba que lo hubiera pensado, es más, me hacía gracia.
-Oye, ¡no te rías de mi!-dijo mosqueada.
-Jaja lo siento cuqui... ¿me perdonas?-dije. Cómo me temí lo peor, antes de que dijera nada volví a pegar mis labios a los suyos, para besarla profundamente, y así hacerle olvidar el mosqueo por reírme de ella. Le acaricié la mejilla al encontrar otra vez su lengua con la mía. Si, ya se le había olvidado. En ese momento, colocó su mano sobre el final de mi espalda, y noté sus dedos en mi trasero. Me separé y sonrió. La volví a besar, era como si lo necesitase. En realidad, lo necesitábamos los dos. Tantos días sin probar sus labios...
Anna entrelazó sus piernas con las mías, aún besándome. Le quería volver a hacer el amor, pero la verdad es que mi cuerpo estaba muy cansado y me pedía un descanso.
-Ummm...-musitó al separarme de ella. Me senté sobre la cama y le cogí la mano para que ella también se incorporara.
-Venga, vamos a comer, ¿no? Tenemos que recuperar energía cuqui...-le dije acariciándole el pelo con la otra mano.
-Jaja está bien... Tienes razón, vamos.-dijo al levantarse. Ambos nos pusimos la ropa interior y nos terminamos de vestir. Optamos por ir al bar de mi calle para así no tener que cocinar... Además no tenía nada en la nevera y no tenía ganas de ensuciar la cocina. Saludé al dueño del bar y nos sentamos en una mesa del fondo, apartados del resto de la gente. Aunque no había casi nadie, por eso fuimos. Comimos en medio de bromas y risas. Y allí, en el bar de mi calle, comiendo con ella, se me pasó el tiempo. Parecía como si esa semana separados no hubiera pasando nunca. Cómo si hubiera sido sólo parte de nuestra imaginación. Tenerla otra vez delante de mí, riéndonos como nunca, me hizo sentir de lo más bien. Recuerdo que en medio de la comida, la llamó su madre, preguntándole cómo había ido el viaje. Ella le dijo que estaba ocupada y que la llamaría mañana... Al colgar, me miró y se rió al ver mi cara. Me encantaba oírla hablar catalán. Al instante, me reí yo también.
-¿Qué te ríes?-me dijo sonriendo.
-Jajaja és clar, perquè estic molt cansat, maquillatge sisplau ¿no?-le dije riendo. Sonrió y se sonrojó.-Me encanta cuando hablas catalán. Te veo tan dulce...
-Cállate...-dijo aún sonrojada. Me reí y enseguida cambiamos de tema, para seguir comiendo. Al terminar, volvimos a mi piso y nos sentamos en el sofá porque estábamos llenos. Pasamos el resto del mediodía viendo una película. Yo medio tumbado, y ella apoyada sobre mí, dándome acceso a su pelo para podérselo acariciar. Por un momento, me imaginé que vivíamos juntos. Como si fuera real. Que Anna sólo estaba saliendo conmigo y que este era un domingo de pareja como los muchos que ya habíamos pasado juntos. Sonreí al imaginármelo. Era como mi pequeño sueño con ella, hecho realidad. En aquel mismo momento, Anna me quitó de mis pensamientos.
-Bueno, ya se ha acabado...-me dijo levantándose.
-¿ya?-dije levantándome también.
-Claro.. ¿que no lo has visto?-me preguntó señalando la televisión.
-Si, si...-disimulé. Anna se estiró de brazos y aproveché para cogerla por detrás de la cintura con una mano y de sus muslos con la otra, y así traerla de nuevo a mi habitación. La dejé caer encima de mi cama, aún deshecha por nosotros mismos unas horas antes, y me tumbé yo a su lado. Apoyé mi cabeza sobre mi mano, con el codo encima de la almohada y la observé. Estaba de caras al techo, mirándome a los ojos. Mi dedo índice se acercó a sus labios y recorrió toda su cara, descendiendo luego por su cuello, su escote... Me sonrió, y enseguida adivinó mis pensamientos.

divendres, 11 de novembre del 2011

Capítulo 125: No sé mentir

Caímos los dos rendidos sobre la cama. Nos dejamos caer por el cansancio y el exceso de placer que acabábamos de vivir. Estábamos los dos tumbados de caras al techo, recubiertos por las sábanas, con la respiración acelerada. Vi que a Anna le daba el sol en la cara y se tapó los ojos con la palma de su mano. Rápidamente, me cogió la mano sin moverse mucho. Me la apretó con cariño y giró la mirada hacia mí.
-M.me ha encant.tado... ¿y a t.ti?-me dijo aún con la excitación corriendo por sus venas. La miré a los ojos y sonreí. De repente, me puse de lado y le cogí la cara para plantarle otro beso con fuerza, y demostrarle lo mucho que había disfrutado. Al separarme, la miré y, aún jadeando, me salió así, sin pensar en nada más:
-Dios, An.n.a.... cómo lo echaba de menos... una semana sin hacer el amor... eso es mucho tiempo para mí...-dije sonriendo entre suspiros.
-Te entien... ¿qué? un momento. ¿Has dicho una semana sin hacer el amor? Pero no dijiste que...-mierda. Pensé al instante. Ya está, se me ha escapado. No sé mentir... La miré a los ojos y, al instante, me los tapé con la mano. Enseguida pilló mi reacción, y supuso que no me había acostado con nadie en toda la semana...
Dani!-gritó colocando su mano sobre mi brazo, para que me destapara los ojos. Pero no lo hice. Me tapé con la otra mano.-Pero...pero...
-Lo siento, lo siento Anna... lo siento... no pude, no fui capaz...-ahora sí; me quité las manos de la cara y la miré a los ojos, cogiéndole suavemente el brazo.-Yo quería, te lo juro, pero mi cuerpo no reaccionaba, no pude hacerlo. Te quiero demasiado, Anna... soy incapaz de hacerte algo así... perdóname...
Los ojos de Anna, me miraban fijamente. Estaba frunciendo el ceño. Y de pronto, su mirada se llenó de lágrimas. De lágrimas de emoción, pero también de culpa. No, eso no es lo que quería.
-Annita... no me llores ahora... jo, me siento fatal...-le dije acariciándole la mejilla.
-No te merezco Dani... Eres tonto. Todo lo que me acabas de decir, es precioso... eres... perfecto. Y encima que has sido incapaz de hacerme esto, va y te sientes mal y ¿aún quieres que te perdone? Bff...-las lágrimas hicieron camino por sus mejillas. Yo no supe qué hacer y ella lo percibió, así que me cogió del cuello y me empujó hacia ella para abrazarme fuertemente. Nuestros cuerpos, desnudos, chocaron y al tocarse ya no se quisieron despegar. Le devolví el abrazo, dejando unos cuantos besos en su mejilla. Sentía su respiración en mi cuello, tenía la cabeza enterrada en él y aún seguía llorando. Con mis caricias, que le provocaron escalofríos, conseguí al fin tranquilizarla. Anna tenía razón... no me tenía que sentir mal por haberle sido fiel... Me separé un poco y la miré a los ojos para que me hablara.
-¿Pero, por qué me has mentido?-me dijo una vez calmada.-No lo entiendo, Dani.
-No lo sé... ha sido el momento, el querer verte feliz... pero me arrepentí nada más decírtelo.-le dije sinceramente.-Sabes que te quiero y que soy incapaz de serte infiel. Así que no me lo vuelvas a pedir, ¿quieres?
Me miró y sonrió al oír mis palabras. Ahora se sentía más culpable por no haberme acostado con nadie, pero yo sabía que en realidad me lo agradecía de verdad. Y para demostrármelo, volvió a pegar sus labios a los míos para acabar dándome un beso de esos que me vuelven loco.
-Gracias.-me susurró después del beso.
-No tienes que agradecerme nada.
-Si. Gracias por serme fiel, Dani. Por quererme. Me lo creí de verdad. Pensaba que te habías acostado con otra chica, incluso llegué a pensar que con Cris... lo sé, llámame tonta, pero esa llamada en el coche me hizo pensar mal... y, una vez dicho esto... reconozco que me mató por dentro pensar que habías estado en la cama de otra chica... si al final ni yo misma puedo controlar mis sentimientos... y es que me dolía mucho el pensar que...-la corté.
-Anna, ya está. Dejemos el tema por zanjado, ¿vale?-le susurré a unos centímetros de ella. Y me sonrió porque ella también tenía ganas de dejarlo.-Y ahora, continuemos con esto...
Le aparté el pelo de la cara y me puse encima de ella para poder besarla mejor. Le agarré la cara con mis manos y sentí sus labios en los míos, besando con total sinceridad. Sus manos, se aferraron a mi espalda, sensación que me encanta, y seguidamente, me devolvió el beso con mucho más amor. Sentí que con cada caricia, se alegraba aún más de tenerme para ella, sólo y exclusivamente para ella. Y la verdad es que yo, a la vez, la sentía mía, sólo mía.

dissabte, 5 de novembre del 2011

Capítulo 124: Aprovecharlo al máximo

Seguíamos en silencio, sólo se oía el sonido de nuestros labios, al chocarse para besarnos. Pronto, nuestro pulso aceleró y empecé a oír los suspiros de Anna. Me separé un poco para mirarla a los ojos con deseo.
-D.dani...-musitó temblando. La observé unos segundos.
-¿Qué?-le susurré cogiéndola por la espalda.
-Bés.same...-me pidió con los ojos llorosos. No me apetecía hacer nada más que lo que me acababa de decir. Me acerqué otra vez a sus labios, para seguir besándola fuertemente. Pero volví a separarme para mirarla. Nunca la había visto de esa manera en plena luz del día. Sus ojos, medio cerrados, se volvieron a abrir al separarme. Le brillaban como nunca lo habían hecho antes, y estaban aún más claros por la luz del sol. Sonreí al ver su cara de mosqueo por haberme separado. Entonces fue ella quien se acercó a mi para besarme y acabó por empujarme hacia ella y así caer los dos sobre la cama. Estábamos de lado, el uno mirando al otro sin parar de besarnos. Le acaricié la mejilla con mi mano derecha y me volví a separar. Automáticamente, Anna hizo una mueca de mosqueo. Volví a sonreír e impedí que sus labios volvieran a alcanzar los míos por un momento.
-¿Q.qué te pasa hoy? ¿Por qué te enfadas así?-le susurré aún sonriendo.
-Jod.der Dani... lo siento... es que, esta tarde me tengo que ir otra vez y quiero aprovechar la situación... a partir de ahora, quiero aprovechar mi tiempo contigo al máximo...-me dijo seriamente. Sus palabras hicieron que me pusiera serio. Y, a los pocos segundos de mirarnos en silencio, se me hundieron los ojos de lágrimas. Al darme cuenta, los cerré rápidamente con fuerza. No quería que Anna me viera llorar. Cuando me vio, puso su mano en mi cara y me la acarició suavemente.
-Dan.ni, no pasa nada... p.puedes llorar...-me dijo, ya que ella ya estaba a punto de hacerlo...
-No.-dije abriendo los ojos. Las lágrimas habían desaparecido de mi vista.-no quiero perder el tiempo llorando. Quiero aprovecharlo al máximo.-y después de esto, la cogí de la nuca para volver a besarla pasionalmente. Respondió al momento, con otro de sus besos indescriptibles y me coloqué encima suyo para seguir besándola. Los dos estábamos sin camiseta y mi placer aumentó cuando noté que las manos de Anna rozaban mi pecho y se deslizaban hacia abajo para quitarme los pantalones. Después de mucho trabajo, lo consiguió y yo hice lo mismo con los suyos, más fáciles de quitar, al ser shorts. Le acaricié los muslos escuchando sus suspiros de placer al rozarle partes inconfesables. Me miró y me cogió de los brazos tirando hacia ella para volver a besarme con pasión. Aproveché para acariciarle los costados del torso y ella nos hizo rodar para colocarse encima. Mientras nuestros labios no paraban de inventar nuevos besos, le acaricié la espalda, motivo por el cual, segundos más tarde, su piel se puso de gallina. Subí la yema de mis dedos por su columna, hasta coincidir con el enganche de su sujetador. Al notar mis manos, se separó un segundo para darme permiso con su mirada, y se volvió a enganchar a mis labios. Le quité el sujetador lentamente, y lo dejé en un lado de la cama. La agarré de la cintura para volver a colocarme encima de ella y me separé un poco. Acaricié todo su pecho con mis labios mientras le dejaba dulces besos en cada parte de él. Al escuchar de nuevo sus suspiros, mis manos descendieron a su cintura, y le quité la única prenda de ropa que quedaba por desaparecer. Ella hizo lo mismo con la mía y volvimos a juntar nuestros labios una vez más. Nos incorporamos, y le empecé a hacer el amor. Se me dibujó una sonrisa en la cara, al oír sus adorables gemidos y la callé con otro de nuestros queridos besos. En medio de caricias, besos y suspiros, perdimos la noción del tiempo haciendo el amor con una pasión nunca vista. Al hacerlo, me acordé de cuánto la había echado de menos, de cuánto había añorado hacer el amor de esta manera, de sentirla tanto, de no pensar en nada más que no sea en besarla y de volverme loco por cada una de sus caricias. Y así, pasé una de las mejores mañanas de mi vida, haciendo el amor con ella, mientras el sol iluminaba a dos cuerpos felices, llenos de placer y de vida.

divendres, 4 de novembre del 2011

Capítulo 123: Miedo equivocado

Nos separamos y Anna se quedó mirándome en silencio. Quería preguntarme algo, pero no se atrevía. Yo quería saberlo así que empecé a preguntarle.
-¿Qué te pasa?-pregunté mirándola con preocupación.
-Dani, sé que esto tampoco es asunto mío pero... la chica con la que te acostaste... ¿fue Cris?-me dijo mirándome a los ojos. Al acabar su pregunta, cerró los ojos, como si tuviera miedo de mi respuesta.
-¿¡Qué!? Anna, ¿¡estás loca!? ¡No! ¿Cómo quieres que me acueste con Cris?-le dije horrorizado.
-No sé... antes en el coche te ha llamado...-susurró sin mirarme. Ahora lo entendía todo... Anna me preguntó si me había acostado con alguien, porque temía que fuera Cris... qué tonta es... con lo que la quiero yo... no soy capaz de hacerle una cosa así. Aún no es consciente de todo lo que siento por ella...
-Anna...-suspiré.-ya sé por dónde vas y... estás muy equivocada. No me acosté con Cris. De hecho...-me cortó. Iba a decirle que no me acosté con nadie pero la miré a los ojos y su mirada me hizo cambiar de opinión.
-¿De verdad?-me preguntó con miedo.
-Te lo prometo.-le dije cogiéndole la cara.-Además, Cris tiene novio.
-¿Tiene novio?-me preguntó extrañada.
-Si. Pero venga, vamos a dejarlo. ¿A quién le importa eso?-le dije levantándome de la silla para limpiar los pocos platos sucios que aún restaban en el fregadero.
-Tienes razón.-oí en un susurro por su parte. Seguidamente, noté cómo se levantaba y me dejaba el vaso ya vacío a mi izquierda. Se puso detrás mío y se pegó a mí. Lentamente y con cuidado, me rodeó la cintura con sus brazos, acariciándome la barriga con sus manos. Apoyó su cabeza a mi espalda y suspiró. Me hizo paralizarme de golpe.
-Lo siento Dani... no tendría que haberte preguntado nada...-sus caricias hicieron que se me pusiera la piel de gallina y su humilde voz aún daba vueltas por mi mente.
-N.no te preocupes...-musité.
-Te quiero.-dijo antes de darme un beso en la nuca. Al rozar sus labios con mi piel, me provocó un cosquilleo por todo el cuerpo. No despegó sus labios de mi nuca. Siguió dándome suaves besos hasta que yo no pude más y dejé los platos para girarme hacia ella. Sonrió al ver mi cara de placer.
-Yo también te quiero Anna.-le susurré abrazándola fuertemente.-Y mucho.
Noté su sonrisa, aunque no la viera por estar abrazándola. Me dio un beso en el cuello que hizo estremecerme sin más. Tenía las manos mojadas y le estaba dejando la camiseta igual que éstas... Me separé al notarlo.
-Perdona... te he dejado la camiseta mojada...-le dije sin lograr sacar una sonrisa.
-Jaja. No te preocupes...-dijo.-Aunque... así mojada voy a coger frío.
Su tono de voz cambió de repente. Y su mirada también. Me miraba con deseo, sus ojos hablaban por si solos. La cogí de la mano y la llevé hasta mi habitación. La hice sentarse sobre la cama y me arrodillé en frente suyo. Poco a poco, mis manos se aferraron a su camiseta y subieron lentamente para que ésta se deslizara, hasta conseguir quitársela del todo. Dejé la camiseta encima de la cama y observé a Anna. Es preciosa, me dije a mi mismo. En mi vida había tenido tanta suerte...
-¿A qué esperas?-me dijo con una sonrisa pícara.
-A que tú hagas lo mismo...-le susurré. Me miró y, aún sonriendo, me quitó la camiseta de la misma forma en que yo lo acababa de hacer. Al notar sus dedos por mi piel, mi deseo ascendió brutalmente. La agarré por la cintura, acercándome cada vez más a sus labios. Me moría por besarla. Sonrió al verme así y por fin pegué nuestras bocas. La besé profundamente, sin olvidarme de ninguna parte de sus labios. Me devolvió el beso haciéndolo aún más profundo, hasta que nuestras lenguas chocaron y se mezclaron sin parar de formar parte de ese beso.