divendres, 30 de desembre del 2011

Capítulo 138: Recuerdos de infancia

Mis días en Italia no terminaron con una victoria de mi amigo Álvaro pero si con un buen recuerdo de ese maravilloso país. Anna no me volvió a llamar ni una vez más. Volví a Madrid la semana siguiente y no deshice las maletas porque ese mismo día cogí otro avión para irme a Astorga a pasar una semana con mi familia. Hacía bastante tiempo que no veía a mis padres y me recibieron con un fuerte abrazo. Al verles y estar con ellos me di cuenta de que les había echado de menos. La verdad es que me cuesta mucho y casi nunca se lo digo a ellos por pudor o vergüenza pero les quiero más que a nadie. Mi hermano también pasó esa semana en León así que estuvimos todos. Volví a probar la comida de mi madre que tanto me gusta, volví a ver a mis amigos de siempre y a dormir en mi querida cama. Era como si hubiese vuelto un poco a mi infancia. Y para rematar, una tarde en casa mis padres me sacaron un álbum de fotos de mi infancia para recordar cada momento y reírnos juntos como hacía tiempo que no hacíamos. En realidad no me hacía falta ver esas fotos porque siempre recordaré de dónde vengo y de dónde soy. Me sentí muy bien como siempre y me dio pena volver a marcharme.
La última semana de vacaciones la pasé en Madrid. Flo me llamó para hablar conmigo, me preguntó qué tal me había ido todo, qué había hecho y el día en que tendría que ir otra vez a redacción para empezar con el nuevo programa. O mejor decir, Otra Movida... se me hacía raro pensar en el programa. Sólo hacía un mes que no les veía pero a mí me parecía una eternidad. Al acabar la conversación, Flo me pidió que le hiciera el favor de decirle a Anna el día que teníamos reunión para que él no tuviera que llamar a todo el mundo. Mucho a mi pesar, acepté el favor porque me negaba a que Flo se enterara de nuestra movida... Y tuve que llamar a Anna.
-¿Dani?-me contestó extrañada.
-Hola Anna...-la saludé. Me puse nervioso al volver a oír su voz. Hacía tiempo que no la escuchaba decir mi nombre y también me di cuenta de que lo había echado de menos.
-Dime, ¿qué pasa?-me preguntó.
-Verás, Flo me acaba de llamar para decirme el día de la primera reunión de Otra Movida, ya sabes...
Ah! ¡Es verdad! ¿Y qué día es?
-Pues el 2 de Agosto a las 10 de la mañana...-respondí.
-Uf... está bien. Tendré que venir el día antes para no llegar tarde.
-Si, supongo...-dije sin saber muy bien qué responder.
-En fin, gracias por llamarme.-dijo. Sonó como si no me diera las gracias por decirle la fecha de la reunión sino por el simple hecho de haberla llamado. La verdad es que sentí pena al escucharla. Su voz me transmitió tristeza y, sobre todo, nostalgia. Me pareció captar que Anna lo había pasado realmente mal esa semana pero preferí no darle más vueltas al tema. Era raro hablar con Anna de esta forma como si no nos tuviéramos confianza.
-De nada, gracias a ti.-le dije.
-Jaja ¡adiós Dani!
-Chao Anna, hasta la semana que viene.-contesté algo triste antes de colgar.

Pasé el resto de la semana en casa, quedando con amigos y hablando con Chuspi para volver a empezar la nueva gira de "Rechace Imitaciones". El domingo me quedé en casa y fue cuando Cris me llamó para preguntarme a qué hora era la reunión. Hacía mucho tiempo que no hablaba con ella, me hizo ilusión su llamada. La noté nerviosa y con muchas ganas de empezar con el nuevo programa. Me despedí de ella y colgué. Más tarde, fui a cenar con mis amigos y me desearon mucha suerte con mi nuevo programa. La verdad es que yo también empezaba a estar nervioso. Tenía ganas de volver a verlos a todos, de reírme cada día con ellos... pero había algo que aún me ponía más nervioso. Tenía ganas de verla. No sabía por qué pero mi llamada me dejó confuso, tenía ganas de abrazarla y de reírme con ella como antes. Aunque esta vez como amigos. Al volver a casa me duché y me puse el pijama y me fui a la cama. Pensé en Anna otra vez y en cómo sería nuestro reencuentro delante de todos porque, en teoría, no nos habíamos visto durante el verano... Y de repente, sin pensármelo dos veces cogí el móvil y le envié un mensaje:
"Buenas noches Anna, recuerda que no nos hemos visto durante el verano... el martes me tendrás que abrazar!" me puse nervioso al enviárselo. No sabía cómo se lo tomaría, esperaba que con humor. Al minuto, me contestó ella a mí:
"Me acordaré! Buenas noches Dani." y una pequeña sonrisa se dibujó en mi cara al leer sus palabras.

Capítulo 137: Italia, sol y playa

Me levanté del sofá y empecé a recoger todos los objetos que había tirado al suelo esa misma tarde. -Mierda... la jirafa de madera que me regaló mi madre...- estaba rota por el cuello. -Si es que soy imbécil... Pero en ese momento necesitaba desahogarme... qué le voy a hacer.-me dije. Después de recogerlo todo me di una ducha para relajarme. Salí con la toalla en la cintura y fui a mi habitación. Cogí la maleta que guardaba en el armario y que tenía siempre para ir a León y la coloqué encima de mi cama para llenarla de ropa de verano y zapatillas. Mientras, pensaba en Italia y todo lo que me estaba esperando allí... el sol, la playa, las motos, los helados, las italianas... me paré en seco en pensar en éstas últimas. S.si... las italianas... volví a repetir dentro de mi mente hasta convencerme a mí mismo de ello. Cerré la maleta una vez puesto todo lo necesario y la iba a dejar al lado de la cama cuando mi móvil volvió a sonar. Lo había dejado en el baño así que fui a buscarlo allí.
-¿Si?-contesté mientras me miraba al espejo.
-Ey Dani, ¿te vienes al bar de siempre a ver el partido?-dijo mi amigo.
-Claro tío, en diez minutos estoy allí.-respondí peinándome los pelos del flequillo. Volví a mi habitación y me puse una camiseta de manga corta y unos piratas tejanos. Cogí las llaves del piso, me calcé y salí después de cerrar la puerta de la entrada. Ese sonido de la puerta al cerrarse me volvió a recordar a Anna y en el final de nuestra conversación... Sacudí un poco la cabeza para quitarme esa imagen y bajé las escaleras hasta salir fuera y empezar a andar hacia el bar. Al llegar, me encontré con todos mis amigos para ver el partido del Madrid. Porque aunque sea culé, me encanta el fútbol y me gusta ver los partidos del Madrid, como a todo futbolero. Nos sentamos y pedimos la bebida y algunas tapas para hacer pasar el hambre. En la media parte del partido, mis amigos aprovecharon para preguntarme sobre mi relación con Anna ya que les sorprendió que todavía no hubiese dicho nada de ella. Les conté que la había dejado porque ella aún estaba saliendo con Miki y se quedaron de piedra. En un principio no supieron qué responder pero después de explicárselo bien me dieron la razón. También les conté que al día siguiente me iría a Italia con Álvaro Bautista y me envidiaron al momento. Al acabarse el partido me fui otra vez a casa y antes de irme a dormir miré el móvil, por si había alguna llamada o mensaje de ella, aunque no sabía muy bien por qué lo hacía. Pero no, no había nada. Así que me dormí sin saber ninguna noticia más de Anna.

Estaba en el restaurante, sentado en la mesa. Acabábamos de pedir la comida y me encontraba hablando con uno de los amigos de Álvaro. Era mi tercer día en Italia. En los primeros días habíamos aprovechado para relajarnos e ir a la playa el día antes de la carrera de Álvaro. La verdad es que sus amigos me habían caído muy bien y había hecho muy buenas migas con dos de ellos. Estar todo el día haciendo cosas y hablando con gente me ayudó para no pensar en ella. En el segundo día habíamos conocido a un par de chicas italianas pero yo no les había hecho mucho caso... no tenía ganas de ligar en Italia. Me gustaba tanto el ambiente, la gente, la comida... que las chicas ya no me llamaban la atención. No había sabido nada más de Anna. Pero, si soy sincero, pensé en ella la primera noche. Se me hacía extraña esta nueva situación, sin haberle contado nada a ella pero supuse que todo sería cuestión de acostumbrarse. Pues bien, me encontraba en el restaurante cuando Roberto, el mejor amigo de Álvaro, me preguntó si le podía acompañar a fuera, porque le apetecía tomar el aire antes de comer. Así que fui con él y salimos a la terraza del restaurante. Él estaba sacando un cigarro de su bolsillo cuando noté una vibración en mi pierna. Me estaba sonando el móvil. Lo saqué y lo miré atentamente. Parpadeé al ver el nombre de quién me estaba llamando. -No puede ser...-susurré frunciendo el ceño.
-¿Pasa algo?-me dijo Roberto.
-No, no, me están llamando.-dije antes de irme en una esquina para hablar tranquilamente. El nombre de "Anna Simon" permaneció en la pantalla de mi teléfono hasta que decidí contestar.
-¿S.si?-dije en un tono de voz algo agudo.
-¿Dani? Soy yo.-si, era ella. Anna me había llamado, después de tres días de lo ocurrido.
-Si, dime...-dije nervioso.
-Dani, ¿cómo estás?-su voz parecía algo frágil y débil, peor que la mía.
-Muy bien, ¿y tu?-se sorprendió al oír mi respuesta. Lo percibí porque tardó en contestar.
-Bien, bien. ¿Dónde estás?
-No te lo vas a creer pero... estoy en Italia. Álvaro Bautista me invitó a ir con él en el circuito de motoGP.-al contárselo, me sentí mucho más tranquilo.
-¿Qué? ¿Enserio? Bueno... me alegro por ti.-contestó sin saber muy bien qué decir.
-Gracias.-dije algo frío.
-Bueno Dani... yo te he llamado porque... me sentía mal después de lo que pasó el otro día y necesitaba hablar contigo...-sonaba preocupada.
-Ya. Pues, no te tienes que preocupar por nada Anna.
-¿No?-su tono de voz cambió de repente. Sonaba más alegre, más vivo.
-Claro que no. Esa discusión está olvidada, no te comas más la cabeza. Tú ahora estás con Miki y ya está. Espero que seas feliz con él.-le dije seguro de mi mismo.
-Ah...-se quedó unos segundos en silencio, sin decir nada más.
-¿Anna? ¿Sigues ahí?-pregunté un poco impaciente.
-¿Eh? Si, Dani, sigo aquí. Pues... nada, gracias por aceptarlo y comprender la situación...
-Nada mujer, ahora todos somos felices que es lo que cuenta.
-Ya... eh... bueno, pues, ya nos veremos...-noté cómo le temblaba la voz.
-Claro. Adiós Anna, acaba de disfrutar de las vacaciones.-le dije tranquilamente.
-Si... igualmente... Adiós Dani.-me dijo antes de colgar.

dimarts, 27 de desembre del 2011

Capítulo 136: el Dani de antes

Me levanté del suelo lleno de rabia, y me puse a gritar por toda la casa, a tirar objetos de los muebles al suelo. ¿Como había sido capaz de elegirle a él en vez de a mí? Con todo lo que habíamos pasado, la cantidad de veces que habíamos hecho el amor, y con qué pasión, el beso indescriptible que nos acabábamos de dar, todo lo que ambos habíamos sentido con un solo roce... no podía creerlo. Sin embargo, ahora mi cuerpo ardía de rabia. Rabia que se iba intensificando cada segundo.
Decidí salir al balcón para que me tocara el aire, era lo que más necesitaba en ese momento. Pero me asomé a la barandilla para observar mi calle y la vi. Allí estaba Anna corriendo llena de rabia también. -¿Hacia dónde irá?-me pregunté. -Supongo que a coger el AVE de vuelta otra vez...-. Des de mi balcón podía percibir sus dulces gritos, porque todo de ella es tan dulce siempre y... ughh ¡No! volví a gritar apretando los dientes a más no poder. Me notaba otra lágrima a punto de salir y entré otra vez dentro de mi piso. Estaba desesperado, sin saber lo que realmente estaba haciendo. Me puse las manos en la cara y grité. Grité y lloré todo lo que me quedaba por hacer. Descargué toda la rabia que llevaba dentro, porque en ese momento sólo sentía eso, rabia. Hasta que caí por segunda vez en el suelo y ahí me quedé. Sin moverme. Gritando y a ratos llorando de rabia, acurrucado como un niño pequeño. Hasta que perdí la noción del tiempo y el espacio cuando caí rendido en el sueño.

Me desperté después de una hora y media, cuando un sonido muy fácil de reconocer me hizo abrir los ojos. Era mi móvil, alguien me estaba llamando. Me froté los ojos y me moví un poco. Al hacerlo, vi que el suelo estaba algo mojado de lágrimas. Me levanté lentamente, buscando el móvil con la mirada. Al estar de pie, me volvió a la mente todo lo que había ocurrido hacía unas horas. Miré por la ventana, y en mi mente volvieron a sonar los gritos de Anna... ¡no! ya basta de torturarme a mí mismo. Vi mi móvil encima del sofá y lo cogí sin ver quién me estaba llamando.
-¿Si?-contesté. Mi tono de voz era demasiado grave de lo normal.
-¿Dani? ¿Te he despertado o algo?-su voz me sonaba, pero no conseguía reconocer a la persona. Lo único que tenía claro era que era un chico.
-¿Qué? No, no, tranquilo...
-Ah vale, verás Dani, te quería proponer algo...
-Un momento. ¿Quién eres?-dije frunciendo el ceño.
-Álvaro, ¿no me reconoces? jajaja.-dijo soltando una carcajada.
-Dios, Álvaro Bautista... lo siento tío, hoy estoy un poco empanao'. Dime, ¿qué querías?-le contesté.
-Pues quería proponerte una cosa que creo que te va a gustar... ¿Qué te parece si te vienes conmigo a Italia?-dijo alegremente.
-¿A Italia? Pero, c.cómo...-no me estaba enterando de nada.
-Jajaja Dani, este año el circuito de MotoGP es en Italia y te quiero invitar a venirte una semanita a verme y tal, ¿qué te parece?-de pronto, lo entendí todo. Qué fuerte, me dije a mi mismo.
-¿Enserio? ¿Tu y yo? ¿En Italia? Jajaja-contesté aún flipando.
-¡Claro! Eso sí, no puedes traerte a ningún acompañante... Lo siento pero he invitado a más amigos y ya no cabe nadie más.-dijo.
-Perfecto. Me parece, genial. Muchísimas gracias Álvarito, no tengo palabras... ¿cuándo es?-pregunté emocionado.
-Pues yo me voy mañana, aunque tú si quieres puedes marcharte el viernes y así tendrás tiempo de hacer las mal.-le corté
-De eso nada. Yo me voy contigo, mañana mismo. Necesito cambiar de aires ya... Ya te lo explicaré, es una movida...
-Vale pues, luego te llamo y te digo la hora que ahora estoy conduciendo y el semáforo ya se ha puesto verde...
-Vale, gracias otra vez. ¡Chao crack!-dije colgando. No me lo podía creer... ¡una semana en Italia! Este chico es genial... Necesito ir. Cambiar un poco de aires, de gente... pensar en todo lo que me ha ocurrido estos días y en Anna... al pensar en ella me puse serio de golpe, otra vez. Anna... ¿qué va a pensar cuando se lo diga? Un momento, ¿cómo se lo voy a decir? Si hemos cortado... Me dejé caer encima del sofá y noté como volvían mis ganas de llorar. No Dani, ya basta... me dije a mi mismo. No puedo estar así otra vez. Ya he sufrido demasiado... Creo que el viaje me va a sentar bien para digerir todo lo que me está pasando. Y al pensarlo, las lágrimas desaparecieron de mi vista. Me sentía más fuerte, después de haber gritado y llorado tanto. -Nunca más lo voy a pasar así. Ese Dani se acabó.-me iba repitiendo a mí mismo. De repente me sentí mucho más seguro de mí mismo. Estaba dispuesto a dar un cambio, para bien. A dejar ya las cosas como estaban hechas y a no marear más la perdiz. Si Anna tiene que estar con Miki lo estará, supongo que él es su verdadero novio y yo sólo he sido un pequeño percance en su relación. Anna no me merece, no sabe lo que se ha perdido... Voy a tirar adelante y dejar el pasado atrás. Quiero ser un hombre nuevo, por llamarlo de alguna manera. ¡Quiero ser el Dani de antes! El que no se enamoraba de las chicas, y no sentía nada al hacer el amor con ellas. El que no se preocupaba tanto por las cosas y vivía la vida como todo el mundo. O casi todo... Quiero cambiar, y voy a hacerlo.

Capítulo 135: Tú eliges

Anna seguía besándome. Seguía notando sus labios en los míos, tan suaves como el interior de una rosa. Su aliento, seguía haciendo camino por el interior de mi boca. Cosa que me impedía separarme de ella. Y su lengua, no paraba de pedirme más. Sus manos, antes en mis hombros, habían ascendido hasta presionar mi nuca y su tripa estaba cada vez más pegada a la mía. Por una parte quería separarme, porque necesitaba decirle todo lo que llevaba pensando des de hacía tiempo y por otra, deseaba seguir besándola y desnudarla y hacerle el amor ferozmente hasta que los dos quedaramos satisfechos. Pero fue algo peor lo que me hizo frenar ese beso. Pensé en Miki por un segundo y paré de besarla, aunque ella no se detuvo en ningún momento.
-An..-murmuré aún dentro de su boca. Sus labios seguían haciendo de las suyas, impidiendo la mínima distancia entre su boca y la mía.
-Cari.ño...-susurré a la vez que la apartaba suavemente con mi mano en su pecho. Abrió los ojos de golpe, mirándome fijamente y se separó.
-¿Qué?-contestó algo molesta.
-Tenemos que hablar, ¿recuerdas?-le dije separando mi otra mano de su cintura.
-¿Por qué? Hace unos minutos eras tú el que ha empezado a besarme...-se quejó como una niña pequeña.
-Ya lo sé, porque hoy estás irresistible, pero...-salió una pequeña sonrisa de su boca al oír mis palabras pero su expresión volvió a la normalidad al escuchar mi última palabra.
-¿Pero...?-preguntó impacientemente.
-Pero creo que ayer ya te dejé claro que hoy tendríamos que hablar.-contesté seguro de mí mismo.
-Está bien...-susurró aún molesta. La cogí suavemente de la cintura e hice que se levantara de mi regazo, para sentarse en la otra silla.-Empieza.
-Anna, ayer estuve pensando mucho en lo nuestro. Creo que esto tiene que dar un cambio. Yo no puedo seguir así... Y tú tampoco. Acabaré volviéndome loco.
-Pero si estamos muy bien.-dijo cuando aún no había terminado de hablar.
-No, no digas eso. No hables en plural. Yo no estoy bien de esta forma. Creo que ya te lo he dicho muchas veces, y no me gusta tener que repetírtelo. Anna, yo no puedo, soy incapaz de compartirte un día más. ¡No puedes estar un día con él, otro conmigo!... sólo de pensarlo me hierve la sangre...-de pronto, empecé a pensar en ellos dos, juntos... y algo dentro de mí me hizo hablar muy seriamente.-Estoy harto de sentirte hablar de ese imbécil. Siempre estamos igual. Estoy harto de imaginaros juntos, haciendo lo que haces conmigo pero con él. Y no me digas que con él es diferente, que no sientes nada, porque no me lo creo. Estoy harto de que me cuentes historias que no son reales sólo para que me sienta mejor. No soy idiota, ¿sabes? Yo también tengo sentimientos, y a veces siento como si te rieras de mí, como si no fuera tan importante para ti como tú lo eres para mí. Ya me has hecho bastante daño como para tener que aguantarlo un día más. No quiero esta mierda de relación. No quiero sentirme mal después de hacer el amor, después de besarte, de abrazarte, de tocarte... porque sé que vas a hacer lo mismo con él. Me tiene harto esta situación. Así que tú eliges. O él o yo.
Anna se quedó unos instantes en silencio. Mientras yo hablaba, se iba poniendo más seria cada segundo. Como si no se creyera lo que estaba diciendo.
-Vamos a ver, Dani. Creo que estás tomando una decisión demasiado precipitada...
-¡¿Precipitada?! Anna, llevamos meses y meses con esto. Y siempre es lo mismo. Yo sufriendo, y tú...
-¿Y yo qué, Dani? ¿Te crees que yo no sufro? ¿Que yo no me siento mal?
-Pues, si te digo la verdad, no.-contesté secamente.
-No me puedo creer lo que estás diciendo...
-Pues qué pena. Porque siempre pareces tan feliz cuando estás conmigo... creo que nunca te has sentido culpable de utilizarnos a los dos...
-¡No!! ¡No tienes ni idea de lo que estás hablando! ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¿Utilizarte, a ti? ¿Enserio me ves capaz de eso? No me lo puedo creer, Dani...-dijo llevándose la mano a su frente.
-¡Me da igual que no te lo creas!-dije levantándome de la silla. Me miró, y se levantó ella también.-Mira, yo he venido para que hagas una elección. La elección que deberías haber hecho des de hace mucho tiempo. Es fácil: o él o yo. Tú eliges.
-Pues no, no es fácil. Y menos después de que me hayas hablado de esta manera. Me acabas de hacer mucho daño, Daniel.-nos quedamos en silencio unos segundos.
-O él, o yo.-repetí susurrando con fuerza.
-No puedo elegir entre tú y él ahora mismo. Me pides demasiado Dani, necesito más tiempo. Necesito pensármelo mejor y olvidar todo lo que me acabas de decir para-le corté
-Entonces, ya has elegido...-dije bajando mi cabeza hacia el suelo. Noté como los ojos se me encharcaban de lágrimas.
-Dani, no...-murmuró, con la voz entrecortada.
-Vete, Anna.
-Pero déjame ex-la volví a cortar.
-Por favor.-susurré aún con la mirada fijada en el suelo. Y lo próximo que oí, fueron sus pasos y la puerta de mi piso cerrándose de golpe. Más fuerte que nunca. El sonido de la puerta, me repercutió a los oídos y acabé cayendo al suelo, sentado.
No entendía nada de lo que acababa de pasar. De mis palabras hacia Anna, de su desesperación por no elegir entre él y yo... No sé, era como si nada hubiera pasado. Como si hubiera sido parte de mi imaginación. Pero me di cuenta de que si que acababa de pasar, y de que esto era real, cuando noté que una lágrima regalimaba por mi mejilla. Una lágrima de decepción, impotencia y rabia, mucha rabia.

diumenge, 25 de desembre del 2011

Capítulo 134: La tentación

Estaba estirado en la cama, deseando dormirme lo antes posible para que se acabara mi horrible día solo. Aún seguía pensando en Anna. -Mañana la veré, tendré la opción de hablar con ella, de aclarar todos los problemas de nuestra relación... bueno, en realidad, sólo existe un problema. Y no depende de mí... -pensé. Seguía dando vueltas por la cama, sin conseguir pegar ojo y encima el día siguiente me tenía que levantar temprano ya que Anna llegaba a las 11:00 a Madrid.

Me di cuenta de que ya era de día cuando un rayo de luz iluminó mis párpados. Abrí los ojos y me vino un terrible dolor de cabeza. -No puede ser...-susurré. A penas había dormido. Más concretamente, me había ido despertando durante toda la noche. Había algo que no me había dejado dormir, algo que me seguía preocupando aunque no quisiera pensar en ello y ese algo era ella, como no. Miré la hora: las 8:30, me había levantado antes de que me sonase el despertador así que lo apagué porque ya no iba a dormir más. Me levanté y decidí ducharme para quitarme ese dolor de encima. Estuve un buen rato bajo el agua, aún pensando, dándole vueltas a mi cabeza, como suelo hacer siempre... Desayuné, aunque no tanto como el día anterior y me vestí: me puse mis piratas tejanos, una camisa negra y mis converse de siempre, también negras. Decidí ponerme colonia, aunque yo sólo pretendía hablar, deseaba que Anna se sintiera atraída por mí...
Una vez listo cogí el coche y me fui en busca de mi... ¿amante? sí, podríamos llamarlo así ya que ella ya tenía otro novio más oficial que yo. Llegué temprano, y esperé sentado a que el AVE procedente de Barcelona llegara.
No tardó tanto como me imaginaba, y en diez minutos ya había llegado. Se abrieron las puertas y me levanté buscándola con la mirada. Mi pulso aceleró al ver su pelo rubio moviéndose entre la gente. Al fin se plantó delante de mí.
-Hola Dani.-me dijo con una gran sonrisa.
-Hola guapa.-le respondí. Estaba más guapa que nunca, llevaba el pelo recogido en una cola y un bonito mono rosa. Su sonrisa me enmudeció y me quedé mirándola durante unos segundos.
-¿Vamos?-me preguntó al ver que no reaccionaba.
-Claro, vamos.-dije caminando hacia la salida. Durante el camino a mi coche no hablamos, creo que ninguno de los dos supo qué decir. Pero noté que Anna me agarraba la mano y no pude evitar agarrársela de vuelta. Al entrar al coche, Anna suspiró.
-¿Estás cansada?-le pregunté observándola un rato más.
-Si, un poco... esto de viajar tantas horas no me gusta nada...-dijo colocándose el bolso sobre su regazo.
-Lo siento...-contesté bajando mi mirada.
-¿Qué? No, no te preocupes, no es culpa tuya.
-Bueno, en parte si...
-Dani, déjalo.-dijo mirándome a los ojos para que dejara de preocuparme.
-Está bien.-dije antes de arrancar. Fuimos hacia mi casa y por el camino pusimos la radio.
-¿Te parece si vamos al bar de mi calle a desayunar?-le propuse.
-Claro, perfecto.-me contestó con otra sonrisa. Aparqué el coche justo en frente del bar. Entramos, saludé al dueño y nos sentamos en una mesa para dos, al lado de la pared. Pedí dos cafés y unas pastas cuando vino el camarero.
-Pero si tú nunca tomas café, no te gusta...-me dijo Anna una vez se había ido el camarero, negando con la cabeza.
-Bueno, un día es un día, ¿no?-contesté sonriendo. La verdad es que ese día lo necesitaba. No había dormido mucho y, en teoría, el café te despierta, o eso dicen.
-Ah vale...-dijo antes de soltar una pequeña carcajada.-Y dime, ¿qué hiciste ayer?
-¿Ayer? Nada, salí con mis amigos, como siempre...-mentí. Asintió con la cabeza como de costumbre y colocó su mano encima de la mía. Otra vez, mi pulso se aceleró al notar el contacto de mi mano con su piel.-¿Y tú?
-Nada.-me contestó seria. Pronto vino el camarero y Anna separó su mano de la mía para empezar a desayunar. Después de mucho insistir, pagué yo la cuenta y subimos a mi piso.
-Bueno Dani, aún no me has dicho de qué querías hablar...-dijo una vez en el comedor.
-¿Cómo?-le pregunté nervioso.
-Ayer me llamaste... ¿recuerdas?
-Ah sí! Pues, verás, es algo serio... Ven, siéntate aquí conmigo.-dije sentándome en una de las sillas de la mesa del comedor. Vino hacia mí y se sentó de lado sobre mi regazo, dejando caer sus manos alrededor de mi cuello.-Anna...
Me calló con un delicioso beso en los labios.
-No sabes las ganas que tengo de estar así contigo...-susurró mientras su mirada iba dirigida a mis labios. En realidad la veía preciosa, sus ojos le brillaban como nunca y tenía los labios muy rosados. No me pude resistir a la tentación y de repente noté como mis labios rozaron los suyos mientras mis brazos le rodeaban la cintura. Vi una sonrisa pícara dibujada en su cara que me hizo sonreír a mí también. Y entonces, poco a poco, junté mis labios con los suyos, notando otra vez el suave contacto con su boca que me provocó abrir la mía para besarla más profundamente. Me respondió de la misma forma y mi corazón dejó de palpitar por unos segundos, para luego volver a latir con más fuerza y rapidez. Pronto, su lengua chocó con la mía, y noté su caluroso aliento dentro de mi boca. Acabamos fundiéndonos en un largo beso dónde nuestros labios, aunque no lo intentaron, no hubieran logrado separarse después de un buen rato de pasión.

divendres, 23 de desembre del 2011

Capítulo 133: O él o yo

Seguía en mi cama, aún era temprano pero ya no tenía más sueño así que decidí levantarme de golpe. Al hacerlo, todo a mi alrededor me empezó a dar vueltas y volví a caer sentado encima de la cama. Me había mareado al levantarme tan rápidamente. Me puse las manos en la cara y me la froté para despejarme del todo. "Joder, ¿Qué te pasa, Dani?" me dije a mi mismo. Soplé y me levanté ahora sí, hasta llegar a la cocina. Me hice un largo desayuno, nunca había desayunado tanto. Que si leche, que si zumo, tostadas, galletas... La verdad es que tenía mucha hambre. Me senté en la mesa de la cocina mientras miraba por la ventana. Estaba mordiendo una de las tostadas cuando oí un sonido. Mi móvil. Alguien me acababa de mandar un mensaje. Dejé la tostada en el plato y fui andando hacia el comedor. Si. Justo dónde lo había tirado la noche anterior, después de esa tensa conversación, mi móvil seguía en el sofá. Lo cogí delicadamente y miré de quién era el mensaje. Publicidad, bien... volví hacia la cocina para acabarme el desayuno. Mientras, estuve mirando el Twitter un buen rato. Al acabar, encendí la tele para ver un poco las noticias, cosa que no hago mucho, y enterarme de lo que estaba pasando en el mundo. No sé por qué pero, al escucharlas, me concentré y me di cuenta de que mis problemas no eran realmente problemas. Me sentí imbécil por darle tanta importancia a mis asuntos cuando otros a mi alrededor lo estaban pasando mucho peor que yo. Me levanté otra vez para mover un poco las cortinas del comedor. Hacía un buen día y eso consiguió animarme un poco más. Cogí el móvil otra vez y me quedé mirándolo un rato. Ayer terminé diciéndole a Anna que la llamaría... pero, ¿qué le digo? ¿Qué se supone que pienso de nuestra relación, realmente? ¿En realidad vale la pena tener tantos problemas y tener que pasarlo mal por estar con ella? Sí, encontré una respuesta a mi última pregunta. Pero, aún rondaban muchas otras cuestiones de las que a pesar de mucho esfuerzo, no conseguía aclararme. Lo único que tenía claro era que teníamos que vernos en cuanto antes. Así que busqué su nombre y me decidí a llamarla. Sonó tres veces y me lo cogió.
-¿Dani?-respondió al cogérmelo.
-Hola Anna.-le dije lo más natural posible.
-No me gusta que me saludes así...-me contestó seriamente.
-¿Así cómo?-pregunté sorprendido por su contestación.
-Ya lo sabes... tan seco... ¿dónde quedó el "cuqui", "mi amor" y todas esas palabras? No entiendo por qué estás tan frío conmigo...-me contestó sinceramente.
-Lo siento. Si te digo la verdad, ahora mismo me cuesta llamarte de esa manera. Aunque me muero de ganas por hacerlo, cari...-oí un pequeño suspiro por su parte al mencionar mi última palabra.-pero...
-¿Pero?-preguntó nerviosa.
-Ya lo sabes Anna, no estamos lo suficientemente bien como para hablar como si no pasara nada... La verdad es que tengo ganas de verte para hablar de todo un poco. Necesito aclarar muchas dudas y necesito verte en cuanto antes...
-Ya, yo también tengo ganas de verte ya... Si ahora estoy sola en casa porque Mik...-se quedó en silencio para no volver a cagarla.-bueno, ya sabes, él, ahora trabaja todo el día...
-Ya. Y... ¿por qué no te vienes... mañana?-le pregunté inseguro.
-¿Mañana? Mmm... no lo sé Dani, y si me pilla o algo... ¿qué le digo?-me preguntó no muy segura de sus palabras. Decidí no contestar. No me pensaba meter ni ayudar ni aconsejarla en todo lo que tuviera relación con... él. Así que me quedé en silencio.
-Perdón Dani, ya lo sé... lo siento. Pues, vale, está bien. Mañana por la mañana cojo el ave y vengo.
-Gracias...-le contesté.
-¿Por qué?-preguntó.
-Por venir siempre tú estos días...
-Ah... es la única forma de vernos... y no creo que Mollet te guste mucho...-soltó una pequeña carcajada al decirlo.-es mejor para los dos. No me tienes que dar las gracias.
-Está bien. Entonces, nos vemos mañana. Cuando estés a punto de llegar me llamas vale amor?-apreté los dientes al darme cuenta de que se me había escapado esa última palabra de la boca...
-Perfecto.-contestó riendo.-Chao cariño.
-Adiós Anna...-le susurré. Y colgué.
Si es que por mucho que quiera hacerme el duro, es oír su voz y... olvidarme de que estoy molesto con ella. Pero creo que mañana sí voy a ser sincero porque ya no aguanto más esta situación. Creo que he llegado al máximo extremo. Es oír el nombre de él y volverme loco, no puedo oírlo ni imaginármelo e incluso no puedo ni pensar en él. Mi corazón me lo impide. Ahora mismo, a estas alturas, me veo incapaz de mantener una conversación con él sin tener que gritarle, insultarle... aunque no me haya hecho nada. Sólo por el simple hecho de que esté con ella. Bff... sólo de pensarlo... ya me ha vuelto a venir esa sensación...
Después de dejar el móvil encima de la mesa del comedor, salí al balcón para tomar un poco el aire. Hacía mucho calor y eso tampoco me ayudó mucho a no pensar en él... Así que volví a entrar dentro de casa. Me froté otra vez la cara y, en ese momento, lo vi. Ya está, me dije. Me vino a la cabeza y estaba convencido de la decisión que iba a tomar, estaba seguro de que no me arrepentiría para nada. No quería pasarlo mal ni un segundo más. Y me salió así, de la nada, como si fueran unas palabras que estaban deseando salir de mi boca desde hace mucho tiempo. Y en realidad, lo eran:
-¡O él, o yo!

dijous, 15 de desembre del 2011

Capítulo 132: Pesadillas

Silencio. Nadie decía nada. Yo estaba esperando a que ella me dijera por qué me había llamado y supongo que ella esperaba a que se lo preguntase. Por unos segundos, sentí mucha tensión. Necesitaba oír su voz.
-¿Anna?-pregunté preocupado.
-Si, sigo aquí.-su tono de voz era algo débil. Hablaba muy bajito y me costaba entenderla.
-¿Qué pasa?-le pregunté para cortar esa incómoda conversación.
-Dani... ¿has recibido mi mensaje?-me preguntó. Mierda, el mensaje... no le había contestado. No había tenido la fuerza suficiente para decirle que yo también la quería, aún sabiendo que estaba en Mollet con... mejor no nombrarlo.
-¿Eh... mensaje? Ah si, sí. Lo he visto hace poco...-mentí deseando que no me lo notara.
-Ah... Bueno, pues eso, que ya estoy en Mollet. En casa. Miki aún no ha llegado...-dijo ahora más seria. La entendía mucho mejor. Me quedé mudo y enarqué las cejas al oír su última frase...
-¿Dani?-dijo al ver que no respondía.
-Anna, ¿por qué me cuentas eso? ¿Qué tengo que ver yo aquí?-le dije. Estaba molesto. No me gustaba que me hablara de él como si nada. No era justo.
-N.nada... bueno, porque... no sé, Dani. Tenía ganas de hablar contigo. Tú ¿cómo estas?-me preguntó nerviosa por mi pregunta.
-¿Que cómo estoy? Pues...-solté una pequeña risa de burla.-mira Anna, si me has llamado para hablar, este no es el momento...
Ardía de rabia al recordar una y otra vez la frase que me había dicho unos segundos atrás: "Miki aún no ha llegado..."
-¿Por qué? ¿Estás enfadado? Dani, ya te he dicho que lo siento...-dijo casi en un susurro.
-No se trata de eso. Sabes perfectamente cómo estoy. No hace falta que te lo diga. Así que no sé por qué te empeñas en que acepte algo que jamás, en mi vida, voy a aceptar. Ya sé que me has perdido perdón, he visto el mensaje. Pero no por eso voy a perdonarte, Anna. No voy a hacerlo. No puedo, me mentiría a mí mismo. No puedo decirme que no pasa nada porque tu no quieras romper con él, no puedo... -silencio por su parte, soplo por la mía.-Ya te he dicho que ahora no quiero hablar... te llamo mañana, ¿vale?
Estuvimos unos segundos sin hablar. Por una parte, tenía miedo de que Anna hubiera empezado a llorar, pero por otra, no podía evitar sentirme mínimamente satisfecho por lo que le había dicho.
-Está bien. Buenas noches Dani.-su voz, temblorosa, apareció por última vez.
-Buenas noches Anna.-dije yo, en otro susurro. Colgó ella primero y tiré el móvil por el sofá. Estaba rabioso, enfadado, irritado. No podía soportarlo. Estaba harto de lo mismo de siempre. Y lo que más me fastidiaba era sentirme mal por no haber sido amable con ella... Pero, ¿Cómo iba a serlo? Si no me podía ni creer lo que me acababa de contar... ¿cómo es capaz de hablarme de Miki, como si en realidad no pasara nada? No puedo entenderlo... me dije a mi mismo.
Miré la hora, ya era tarde... no tenía sueño pero tampoco me quedaba nada por hacer así que me puse el pijama y me fui a la cama. Me recubrí con mis sábanas azules y me giré mil veces hasta encontrar la mejor posición. Aunque tampoco conseguí dormirme. Seguía pensando en Anna, en la conversación que había tenido con ella pocos minutos antes, y en lo que me había dicho, en lo que yo le había contestado, en lo que pensaba de todo el asunto, en lo que debería pensar ella... mi cabeza iba a estallar, en un momento u otro. Me senté encima de la cama de golpe. Me dolía mucho la cabeza. Miré el despertador. Ya era muy tarde, y yo aún sin dormirme... Me vestí de nuevo. Pensaba ir a algún bar, beber algo, olvidarme de lo que me había pasado... así que me puse mis zapatillas y, sin mirarme ni una vez al espejo, salí de casa. Entré de nuevo en el coche, arrancando lo más rápido posible, para irme a algún lugar que me hiciera olvidarlo todo. Las calles estaban vacías, no había ni un alma... Pasé por otra calle, dónde salían dos tíos borrachos de un local. Continué acelerando, adentrándome más a la oscuridad que invadía la ciudad. Hasta perderme dentro de ella. Llevaba casi cuarenta minutos conduciendo, no sabía a dónde iba, des de luego, ya estaba lejos de Madrid. Se iba haciendo de día, por mi derecha, ya lograba ver la luz del sol. Como pensaba que no había nadie, seguí conduciendo observando el paisaje, hacía años que no veía una puesta de sol tan preciosa... Y de repente, sonó mi móvil. ¿Cómo? ¿Quién me llama a estas horas? Lo cogí y vi que era Anna. ¿Qué? No puede ser...
-¿Si?-contesté.
-¿Dani? ¡Dani! Dani por favor, no lo hagas, sé que estás en coche, Dani por favor no...
-¿Qué? No te entiendo Anna, ¿pero qué estas diciendo? ¿Que no haga qué?-de pronto, un pitido, el mismo de ayer... el mismo coche negro de ayer... venía hacia mí a toda velocidad, y sin darme tiempo a coger el volante...
Otro pitido, más familiar, más molesto... ¿pero qué?... Me levanté de golpe. Era mi despertador. ¿Cómo, qué?... me notaba mojado, estaba sudando, en mi cama, en mi habitación. Uff, sólo una pesadilla. Me había parecido tan real... Aún me temblaba el pulso. Al final me había quedado dormido, de tanto pensar en mi conversación con Anna... Madre mía, al final me voy a volver loco. Esto no puede seguir así...

dijous, 8 de desembre del 2011

Capítulo 131: Frágil e indefensa

Intenté secarme un poco las lágrimas pero a pesar de eso, seguía llorando descontroladamente. De pronto, me miré al retrovisor del coche y vi que ese no era yo. No era el Dani de siempre, ni yo mismo me conocía ya. Hacía tanto tiempo que no me veía llorar... me sentí extraño. Incómodo, más bien. Intenté relajarme poniendo un poco de música pero seguía sin reconocerme. Apagué la radio enfurecido y arranqué el coche rápidamente. Quería irme de allí, irme de la estación, irme de cualquier lugar que me recordase a Anna. Y que me recordase a mí, llorando y sufriendo. Aceleré al ver que no había ningún coche delante de mí. Estaba rabioso, no me gustaba sentirme así. Siempre igual... pensaba. Siempre vuelvo a lo mismo. Todo va bien, hasta que yo mismo lo estropeo y deja de ir como antes. Estoy harto de esto. Harto de sentirme el culpable de todas las situaciones. Yo no soy así. Continué acelerando sin darme cuenta de dónde estaba realmente. Pero en ese momento tampoco me importaba. Quería alejarme de ese lugar. ¿Por qué? me iba preguntando mientras sentía las lágrimas resbalando por mi mejilla. ¿Por qué, por qué? empecé a dar golpes en el asiento, hasta que apoyé mi cabeza sobre el volante, sin saber qué estaba haciendo. De repente, un pitido muy fuerte repercutió a mis oídos. Me levanté de golpe, concienciándome de que estaba conduciendo y me vi obligado a hacer un frenazo. Me paré en seco, oyendo muchos más pitidos que venían de mi derecha. "Pero, ¿qué me ha pasado?" dije en voz alta, al ver que estaba conduciendo por el carril contrario. Se me aceleró el pulso brutalmente. Un coche negro venía hacia mí y giré rápidamente hacia la carretera que me correspondía. Continué conduciendo más lentamente. Por suerte, ningún coche se había parado. Todo continuaba como antes, como si nada hubiera pasado. Pero mi corazón latía como nunca lo había hecho antes. Me notaba la cara ardiendo. No sabía qué había hecho. Nunca antes me había pasado algo igual. Y seguí mirando la carretera, paralizado, sin pensar en nada más, hasta que llegué a casa. Aparqué el coche y me tapé la cara con las manos. "Madre mía, madre mía..." dije al recordar la imagen de ese coche. Suspiré y después de unos minutos en el coche, me decidí a salir. Al caminar, noté que todo el cuerpo me temblaba. Me costó abrir la puerta ya que la llave se resistía a entrar en la cerradura. Cerré la puerta lentamente y me estiré al sofá para tranquilizarme. No me podía creer lo que acababa de ocurrir...
Cerré los ojos y, poco a poco, mi pulso volvió a la normalidad. Me noté muy relajado, sin pensar en nada, hasta el punto de dormirme y perder la noción del tiempo en un segundo.
Me desperté dos horas más tarde, algo desorientado. Miré el reloj de la pared; eran las 22:32. No me costó recordar todo lo que había vivido hacía unas horas. Me levanté del sofá y me dirigí al baño. Aproveché para lavarme la cara y me pasé la mano mojada por la nuca. Alivio. Me miré al espejo observando mis párpados. Estaban aún algo rojos pero ya no quedaba ni una sola lágrima por todo mi rostro. Salí del baño para ir a la cocina. Cogí el móvil del bolsillo y lo miré: una llamada perdida y un nuevo mensaje. Miré de quién era el mensaje. De Anna, como me esperaba. Lo abrí y lo leí atentamente: "Lo siento. Te quiero mi amor, ya te echo de menos." ¿Lo siento? Suponí que era por volver a Mollet con... él. Al releer sus palabras de cariño, sentí como un pinchazo en el corazón. Yo tampoco podía evitar quererla de ese modo... No le respondí al mensaje y tampoco me molesté en mirar quién me había llamado. Me hice la cena y después encendí la tele. Estaban echando un partido de baloncesto y me quedé a verlo. Total, tampoco me veía con ánimos ni con ganas de salir. Cuando ya estaba a punto de apagar la tele, sonó mi móvil. Alguien me estaba llamando. Lo cogí y miré quién era. En ese momento reconocí a la persona de la anterior llamada perdida. Era ella. Quién si no... Tardé un poco en contestar, quería decidir si quería hablar con ella o no, pero no tenía mucho tiempo de tomar la decisión adecuada porque me iba a colgar si la hacía esperar mucho, así que contesté.
-¿Si?...-dije. No fue el tono de voz que quería, me salió agudo y algo débil.
-Dani...-escuché. Era su voz, frágil e indefensa. La misma de siempre.
-Anna...

diumenge, 4 de desembre del 2011

Capítulo 130: Llorar

-Anna...-murmuré.-¿estás despierta?
Le estaba acariciando el pelo de la frente con una mano, y la barriga con la otra. Se movió lentamente para acurrucarse aún más y pegarse más a mi. Sonreí al verla. Ya hacía media hora que habíamos terminado de hacer el amor y Anna parecía haberse dormido.
-Jajaja vamos, que vas a perder el tren...-le susurré aún en la misma posición.
-Ostia, es verdad...-dijo abriendo los ojos para mirarme sorprendida. Me reí al ver su cara de incertidumbre.
-¿A caso no te acordabas?-dije.
-Te juro que no. Me estaba durmiendo...-me contestó con una voz frágil por el sueño. Al levantarse, su silueta me tapó la luz de la calle por un momento. Se estaba haciendo de noche. Miré la hora: las siete y media.
-¿A qué hora sale tu tren?-le pregunté mientras se vestía.
-A las ocho y cuarto. ¿Me llevas?-dijo una vez en ropa interior. Tenía todo su pelo colocado en el lado izquierdo del cuello, cosa que me hizo verla irresistiblemente sexy.
-Claro.-respondí unos segundos más tarde.-vístete anda...
Sonrió al escucharme. Supongo que debió de adivinar mi deseo por verla vestida, y es que me costaba la vida resistirme a ese cuerpo.
-¿Qué pasa, que te cuesta verme desnuda?-preguntó aún sonriendo.
-No es eso...-respondí bajando mi mirada. Se acercó a mi y con sus brazos me rodeó el cuello, fijando su mirada a la mía.
-Entonces... ¿qué es?-me dijo una vez seria.
-Es... es que no puedo verte así todas las veces que quisiera... Y eso me enrabia. No te puedes imaginar cuánto...-contesté sin tocarla.
-Ah...-dejó ir un susurro que casi no percibo. Su expresión cambió de golpe y su frente se
arrugó poco a poco. Dejó caer sus brazos hasta que sus manos se deslizaron por mi pecho.
-¿Qué?-dije observando su mirada. Ésta, iba directa al suelo.
-Nada... que me molesta que me digas eso...-me contestó aún sin mirarme.
-Anna, tú misma me lo has preguntado yo no-me cortó.
-Ya lo sé, Dani. No es eso lo que me molesta. Me enfada saber eso, que te gustaría estar más tiempo así conmigo del que estás...
-¿Qué pasa, que a ti no?-le pregunté serio.
-Claro que sí, pero me duele aún más saber que a ti también... da igual, dejalo.-me dijo separándose de mi para terminar de vestirse. No dije nada más, yo también me vestí, fui a buscar las llaves del coche y la esperé en la entrada de mi piso. Al verme me miró seria, esperando que hablara. Pero no lo hice.
-¿Vamos?-le dije para cortar el silencio que estaba haciendo aún más difícil la situación. Sin embargo, no dijo nada. Sólo asintió con la cabeza. Fuimos a la calle y entramos en mi coche para dirigirnos hacia la estación. Al arrancar, sentí su mirada en mis ojos. Iba a encender la radio pero su mano me lo impidió. A la vez, el contacto con su piel me tranquilizó.
-Dani, lo siento.-dijo seriamente.-No quiero que este día acabe así.
-¿Y cómo quieres que acabe, Anna? Si ahora te vuelves a ir... y a ver cuando tenemos la suerte de poder vernos otra puta vez! Estoy harto de esto. Siempre escondiéndonos, siempre pasándolo mal. No se tú pero yo no lo soporto. Y ahora te vas otra vez y me dejas aquí solo. Vale, no te quiero echar toda la culpa ¿sabes? pero esto me está costando mucho. Creo que he llegado a un punto que ya no puedo más...-me acababa de encender. Necesitaba sacar esa rabia de alguna manera, pero esa era la peor de todas. Lo sabía, pero no había podido contenerme. Vi como Anna bajó la cabeza al oír mis palabras. No, no quiero esto, soy idiota, no quiero verla llorar.
-Per... perdóname Anna, no quería qu.-me cortó por segunda vez.
-No pasa nada...-levantó la cabeza. Por suerte, sus lágrimas se habían aguantado a salir.
-Joder...-le cogí la mano y se la acaricié lentamente.-Perdóname. Lo siento. Esta situación me está volviendo loco. No debería haberme desahogado de esta manera.
-Da igual, ya está. Ya lo has hecho... No te preocupes.-me contestó secamente. Ninguno de los dos volvió a hablar hasta llegar a la estación. Bajamos del coche y nos dirigimos al tren. Estaba a punto de llegar y no quería dejar las cosas como estaban.
-¿Me, me llamarás?-le pregunté inseguro.
-Claro.-me respondió. Abrí mis brazos y la abracé fuertemente pegándola a mi. Ella respondió con el mismo entusiasmo y se aferró a mi cuello con fuerza. Reposó su cabeza sobre mi hombro y noté su respiración en mi cuello.
-Lo siento mi amor...-susurré a su oído. Negó con la cabeza pero al momento, noté como sus lágrimas se colaban por mi cuello y bajaban por dentro de mi camiseta. Le acaricié la mejilla, apartando sus lágrimas y la miré a los ojos. Me cogió la cabeza y me besó efusivamente. Sentí sus calurosos labios acariciando los míos y le devolví el beso con todo mi cariño mientras seguía acariciando su mejilla. Estuvimos un largo rato besándonos hasta que se separó de mí. Junté mi frente con la suya.
-Te quiero.-le dije al ver que el tren ya había llegado.
-Y yo a ti.-me contestó con un último beso. Y así entró y me fui de la estación enfadado conmigo mismo. Entré rápidamente al coche y me senté apoyando mi cabeza en el volante. Las lágrimas no tardaron en salir. Estaba llorando como un niño pequeño. Sentía como el agua bajaba por mis mejillas hasta caer a la alfombrilla del asiento delantero. Me salió toda la rabia que llevaba dentro, todos los nervios que tenía... No podía aguantarlo más... Necesitaba llorar.