dilluns, 26 de març del 2012

Capítulo 150: Buena señal

Noté su aliento soplando en mi cara al momento de separar nuestros labios. Su mirada, fija en mi boca, subió hacia mis ojos esperando una respuesta.
-Guapa.-le susurré mirándola a los ojos.-eres preciosa.
Sonrió automáticamente y me dio otro de sus besos en los labios. Pero esta vez más corto. Menos intenso. Y se volvió a separar de mí.
-Dani… es muy tarde…-dijo después de mirar su reloj.
-Ya. ¿Por qué no te vienes a casa?-le propuse.
-¿Ahora? Pero si es hora de cenar…
-Por eso, quédate a cenar. Por favor… y luego te dejo ir. Pero quiero estar un rato más contigo.-le dije agarrándole la mano.
-Vale… tú ganas.-dijo mientras de mi boca salía una sonrisa.
-Gracias.-le contesté dándole otro beso en los labios.-Venga, vamos. Fuimos hasta mi coche, que seguía aparcado en el párking de redacción y subimos en él. La llevé hasta mi piso mientras dejé que manipulara un poco mi radio hasta encontrar una cadena de su gusto. Sonreí inconscientemente al oírla cantar.
-¿De qué te ríes?-me preguntó sonriendo ella también.
-Jajaja de nada… me hace gracia ver cómo cantas. Antes no lo hacías.-contesté divertido.
-¿Cómo que no? Pues… eso es buena señal.
-¿Buena señal? ¿Por qué?-pregunté extrañado.
-Porque, según mi madre… sólo canto alrededor de la gente con la cual tengo más confianza.
-Así que me has cogido más confianza desde que éramos… bueno, desde que salíamos juntos.
-Jaja eso parece…-me miró sonriendo otra vez.
Pronto llegamos a mi calle y bajamos del coche para subir al piso. Vi como miraba a todas partes para que nadie nos viera, cosa que también me hizo sonreír.
-Oye Dani… esto no se lo vas a contar a nadie, ¿verdad?-me dijo una vez dentro del ascensor.
-Claro que no… ¿a quién quieres que se lo cuente?-pregunté frunciendo el ceño.
-Bueno… me refería a Cris.-dijo bajando la mirada.
-Ah… no, puedes estar tranquila.-contesté pasando mi brazo por su espalda. Entramos en mi piso y fuimos los dos a la cocina. Le dije que se sentara en la silla, que ya lo preparaba yo todo. Empecé a hacer la cena y Anna no paraba de mirarme, preguntarme sobre mis actuaciones, mis padres, León, la radio… y poniéndose al día de toda mi vida actual. Menos de Cristina, claro.
-Anna, está muy bien que te quieras enterar de mi vida de ahora y tal pero… ¿no crees que deberíamos hablar de otra cosa?-le contesté después de un rato contestando sus preguntas.
-¿De qué quieres hablar?-me preguntó seria.
-No sé… de nosotros, ¿quizás? De lo que acaba de pasar… de lo que nos hemos dicho hoy. ¿Y de lo que vamos a hacer a partir de ahora?
-Ya… mira Dani… yo no quiero cambiar las cosas como están. No me refiero a nosotros, sino a todo lo otro. Ahora estoy bien como estoy y me ha costado estar así. Pero te quiero y no puedo evitar desear estar contigo también. Porque… ¿tú no tendrás pensado dejar a Cristina, verdad?
-Claro que no.-le contesté seguro. No le pregunté si ella lo iba a hacer con Miki porque ya sabía la respuesta.
-Pues eso.
-Sé que estamos haciendo algo mal pero… ¿qué más da? Prefiero estar así que no tenerte. Prefiero tenerte para mí unas horas a no tenerte nunca. Y me gusta que sea así. Tengo ganas de vivirlo de esta manera, ¿por qué no? Ya hemos sufrido demasiado… Podemos dejar de sufrir y pensar en lo que nosotros queremos. Estar juntos, ¿no? Pues lo vamos a hacer.
-Sin que nadie se entere-dijo ella decidida.
-Sin que nadie se entere.-repetí yo.
-Está bien.-resopló sonriendo mientras se acercaba otra vez a mí. Me cogió de la cara y volvió a besarme lentamente. Amo sus besos… Y mientras sentía el roce de sus labios en los míos, algo nos estorbó la “fiesta”. Un móvil que estaba sonando. Una llamada que, mucho a mi pesar, tuve que responder.
-Es Cris.-le dije a Anna después de colgar.-Dice que quiere ir a cenar conmigo. Y no le voy a poder decir que no…
-Claro, no pasa nada. Hemos quedado en que no íbamos a cambiar nada. Yo me voy a casa.-dijo sonriéndome. Cogió su bolso y la acompañé hasta la puerta.
-Lo siento. Pero, por otra parte, me gusta que sea así. Te quiero Anna.-le dije acercándome a sus labios por última vez.
-Te quiero guapo. Que vaya bien, hasta mañana.-me contestó con un pico y me dejó apoyado en la puerta. Un suspiro de felicidad inundó la entrada de mi piso. -Por fin… por primera vez, me siento bien despidiéndome de Anna. Creo que esta idea es la mejor que se nos podría haber ocurrido. Soy feliz…-.pensé.

divendres, 9 de març del 2012

Capítulo 149: Te necesito

-¿C.cómo?-se creó un silencio entre ambos que no tardó mucho en romperse.-¿Cómo que no iba en ese sentido, a qué te refieres, Dani?
-Ya lo sabes.-le contesté aún serio.
-No entiendo nada...-dijo sacando una media sonrisa.
-¿Qué es lo que no entiendes, Anna?-pregunté algo picado.
-No entiendo por qué me dices eso... si... si estás saliendo con Cris.-dijo poniéndose seria.
-Joder Anna... Si, estoy saliendo con Cris pero...
-¿Pero?
-Huh, veo que no pillaste muy bien mis indirectas de antes...
-Pues no.
-Que Cris es muy buena chica pero... que...-tragué saliva.-que estoy enamorado de ti, Anna.-dije notándome un nudo en la garganta. Mis ojos se entornaron y enseguida sentí que mis lágrimas ya estaban detrás de ellos, listas para salir. Hice un esfuerzo para mirar a Anna a los ojos pero al mirárselos, una lágrima bajó por mi mejilla. Inconscientemente, me tapé la cara con las manos.
-Eh...-dijo ella tocándome el brazo.-Ven aquí.-me abrazó con la mesa en medio de los dos, pero eso ya no nos importaba. Sentí el calor de su cuerpo en el mío y sus labios temblando en mi cuello, sensación que me hizo estremecer. Percibí el primero de sus besos, también en mi cuello, y enseguida noté como se erizaba cada parte de mi piel. -Jamás voy a olvidar esta sensación.-me dije a mi mismo. Anna se separó lentamente y me miró a los ojos. Vi que ella también los tenía llorosos y me salió una pequeña sonrisa.
-Quédate aquí, ahora vuelvo.-me susurró antes de entrar en la cafetería. Aproveché para quitarme las lágrimas y quedé apoyado en la pared, esperándola. Me sentía desprotegido, y libre a la vez. Como si todo sólo dependiera de mí en ese momento. Vivir la vida que yo quería, eso era lo que quería hacer.
-Ya estoy. Vámonos.-dijo Anna cogiéndome del brazo.
-Anna... lo siento.-le dije después de empezar a andar.
-¿Por qué?-me preguntó.
-Por decirte esto así, de esta manera... sé que tu también tienes pareja, pero... ¿Sabes? en este momento, me da igual todo. Creo que estoy harto de no hacer lo que quiero por vergüenza, o porque ahora parece que las cosas nos van bien. Pues no, a mí no me van bien. No estoy bien con Cris, necesito a alguien que me pueda satisfacer del todo... Y, ¿por qué no decírselo a ese alguien, si la veo cada día? ¿Si la tengo a un metro de mí cada tarde; si no puedo parar de mirarla, sonreírle, y soñar con ella cada segundo de mi día a día?-en ese momento, nos habíamos parado. Anna se había puesto a escucharme detenidamente, mirándome fijamente a los ojos. Su sonrisa hacía que mis ojos brillaran aún más.
-Uff... esto si que no me lo esperaba... ¿Sabes las veces que he deseado que tomaras esta decisión? No, no eres consciente de lo que siento por ti. ¿Crees que estoy bien cuando te veo con ella por el programa? ¡Si ya te lo dije! ese día, en tu camerino... me entró un ataque de celos y te lo dije. Te dije que sabía que no podías estar sin mí y que en realidad estabas enamorado de mí. Y fue muy egoísta por mi parte, lo sé. Por eso luego me arrepentí y te dije que me confundí y que las cosas estaban bien como estaban, que teníamos que ayudarnos mutuamente... pero no. No pienso eso.
-Joder... Me da igual todo. Quiero estar contigo, Anna.-le dije acercándome a ella.
-Y yo... te necesito.-susurró. Vi cómo se le encharcaron los ojos. Lentamente, le acaricié las mejillas con mis dos manos y me acerqué a sus labios. Temerosos, pero perfectos. Algo en mí me incitó a acercarme cada vez más, hasta rozar mi boca con la suya. Sus lágrimas ya se encontraban por sus mejillas, pero ella seguía inmóvil, esperando. Abrí un poco mis labios y la besé suavemente, haciendo que a ambos se nos cerrasen los ojos automáticamente. La besé sintiendo cada parte de sus labios en los míos como hacía tiempo que no sentía. Una serie de besos lentos que terminaron haciéndose suyos. Nuestros labios no paraban de acariciarse, mezclándose con sus lágrimas, que aún recorrían sus mejillas. Mis manos restaban en su cara, acariciando su piel y percibiendo aún más sus ganas de besarme. Abrí la boca y noté como ella abría sus labios también, para hacer el beso aún más placentero. Ambos nos pedíamos más y no fuimos capaces de despegarnos. Noté como sus manos se colocaban en mi espalda mientras su lengua, libremente, hacía camino por mi boca hasta encontrarse con la mía. Deseé mil veces que ese momento no acabara nunca. Y es que, sorprendentemente, nunca antes me había sentido igual.

dijous, 1 de març del 2012

Capítulo 148: Como si nada hubiera pasado

Los días volvieron a pasar como antes, como si nada hubiera pasado. Como si esa charla entre Anna y yo nunca hubiera existido. Mis días con Cristina cada vez se hacían más largos; salíamos, me acompañaba a todas mis actuaciones, le hacía regalos, íbamos a cenar, al cine, a su casa, a la mía, hacíamos el amor... pero todo se estaba convirtiendo en una rutina. Rutina que yo no era capaz de detener. Por una parte, tenía miedo y me negaba a estar solo otra vez, y por otra, quería a Cris, aunque no de la forma en la que quería a Anna, claro. La echaba de menos. La echaba tanto de menos... La veía cada día, pero seguía echándola de menos. Quería tenerla, pero era incapaz de demostrárselo. La empecé a soñar, día y noche, hasta que mi mente sólo estaba pendiente de ella. De nadie más.
-Anna, ¿tienes un minuto?-me dirigí a ella en el final de uno de los programas.
-Si, claro. Dime.-dijo acercándose a mí. Nos encontrábamos en su camerino, su mirada fija a la mía. Empecé a ponerme nervioso. Dios... me dije. Cómo puede ser posible... ¡por dios! ¡Que es Anna! La he besado tantas veces, y hemos hecho el amor otras tantas... pero, sin embargo, en ese momento, parecía como si nunca nos hubiéramos tocado. Al menos, para mí.
-¿Dani?-preguntó al ver que no reaccionaba.
-¿Eh? Si... que... quería preguntarte si quieres ir a tomar un café, conmigo.-por fin solté.
-Ah... claro, pero, ¿tu y yo, solos?-me preguntó.
-Si, ¿qué hay de malo?
-Nada, jaja. Cojo la chaqueta y nos vamos.-la esperé en la salida de la redacción. Era tarde, pero el Sol aún no se había escondido. Esperé a Anna unos minutos hasta que la vi salir con sus tejanos y sus botas que la estilizaban menos que los tacones, pero que hacían que yo la viera igual de perfecta.
-¿Vamos?-le dije sonriendo.
-Si.-me contestó con otra sonrisa. Nos fuimos andando calle abajo hasta encontrar la cafetería más cerca a nosotros. Anna se había hecho una coleta durante el camino y me había preguntado algo que me había molestado:
-Qué pasa, ¿que hoy Cris no ha podido quedar?-me preguntó mientras andábamos.
-Está de report, qué pasa, ¿que siempre tengo que estar con Cris?-contesté enfadado.
-Eh. Que era broma. Ya sé que está de report, tampoco hace falta que te pongas así.-dijo mirándome. Pero yo seguía mirando al suelo, con mis manos en los bolsillos.
-Perdona. Pero es que últimamente me paso las 24 horas del día con ella...-resoplé.
-Bueno, es normal, es tu novia. Y además, trabajáis juntos, ¿qué más quieres?-dijo mirándome extrañada.
-¿Qué más quiero? Pues... no sé, hablar más contigo, que últimamente sólo nos vemos durante el programa. Anna, tú lo dijiste, somos amigos, ¿no? Los amigos se ven más a menudo...
-Ya sabes que a mi no me gusta salir...-se excusó, bajando la mirada.
-Pero a un café no te puedes negar...
-Tienes razón. No sé, me da apuro preguntártelo, siempre pienso que ya tienes planes con Cris...
-Pues que no te de apuro, ¿vale?-le dije sonriéndole.
-Jaja, está bien.
Seguidamente, llegamos hasta la cafetería pero nos sentamos en una mesa de fuera. Anna pidió su cortado y yo una cocacola, era lo único que me apetecía.
-Ay el niño, que no toma café...-dijo después de que se fuera el camarero.
-Jajaja ¡oye! Que no me gusta...
-Lo sé.-contestó dedicándome otra sonrisa. Me encantaba que me sonriera de esa forma. Esa tarde fue cuando me di cuenta de que me estaba volviendo a enamorar Anna, aún más que antes, si cabía. Seguimos hablando hasta que nos sirvieron.
-Y... ¿qué tal con Cris?-me preguntó Anna.
-¿Vamos a hablar de Cris?...
-Vale, pues, ¿qué tal en la radio?
-Jaja bien, muy bien. Y tú, ¿qué tal, Anna? ¿Cómo te va?
-Pues... como siempre. Entre Madrid y Mollet, jaja. Parecemos dos viejos amigos que se acaban de reencontrar...
-Jajajaja oye, ¡que no soy yo el abuelo que se pasa el día encerrado en casa!
Pronto llegó la bebida pero nuestra estúpida conversación duró mucho más rato, hasta las ocho de la tarde. Y aún seguíamos hablando:
-Jajaja y qué quieres que haga...-dijo mirándome mientras se reía.
-Pues salir conmigo.
-Jajaja ya sabes que no me gusta salir... ¿¡cuántas veces te lo habré dicho!?-se quejó riéndose de mí. La miré sonriendo y luego bajé la mirada hacia el vaso vacío que aún restaba sobre la mesa.
-Ya lo sé. Es que... no iba en ese sentido.