dijous, 21 de juny del 2012

Capítulo 155: Por eso me gustas tanto


El sol ya había alcanzado su máximo. Eran las dos del mediodía y yo aún seguía con Anna, ya que íbamos a pasar todo el fin de semana juntos. Uf, sólo de pensarlo, se me hinchaba el corazón de felicidad. Todo un fin de semana. Con todas sus horas, sus minutos y sus segundos. Y, por supuesto, con sus ojos y con su mirada enamorada que conseguía enamorarme una y otra vez a mí también. Estábamos paseando por el parque, cogidos de la mano y hablando tranquilamente cuando nos quedamos un rato en silencio.
-¿Qué piensas?-me dijo mirándome fijamente.
-¿Qué? Nada...-le contesté. Me acababa de pillar por sorpresa con esa pregunta.
-No, enserio. ¿Qué estabas pensando?-me volvió a preguntar ahora con una de sus sonrisas para tranquilizarme.
-¿De verdad quieres saberlo?-le pregunté serio.
-Si...-dijo bajito dudando de mí. La cogí de la otra mano e hice que apoyara su espalda en el tronco del árbol más cercano a nosotros. Le aparté el pelo de la cara y la miré a los ojos, acariciando su mejilla suavemente. Le di un beso en su otra mejilla y me acerqué a su oído mientras uno de mis dedos acariciaba su clavícula, bajando luego por su escote...
-Pues en realidad estaba pensando en esta mañana...-le susurré.-En las ganas que tenía de volver a hacer el amor contigo de esa manera tan... bff... brutal. En las ganas de tocar y acariciar todo tu cuerpo sin pensar en nada más, de sentirte mía y sólo para mí. De besarte todo lo que quisiera y de sentir cada parte de tu cuerpo pegada al mío. De sentirte a ti, con las mismas ganas que yo y de temblar de placer cada vez que oía un suspiro tuyo. De eso, Anna. Eso es lo que estaba pensando.
Se había quedado en silencio, escuchándome atentamente. Me separé un poco de su oído para mirarla a los ojos. Pero no me los encontré. Su mirada había descendido hacia bajo y sus mejillas se habían enrojecido.
-Dios, me encanta saber que aún te pones nerviosa cuando te digo estas cosas...-le volví a susurrar aún mirándola a los ojos. Aún pegando parte de mi cuerpo al suyo.
-Y qué quieres que haga? Me debilitas con esa voz...-contestó ascendiendo su mirada hacia la mía.
-Mmm... ¿ah si...? ¿te gusta mi voz?- le susurré acariciando parte de su cuello con mis labios.
-Si...-dijo aguantándose el escalofrío.
-Sólo mi voz?-volví a susurrar en la misma posición.
-No, pero... estamos en medio del parque... ¿sabes, cariño?-contestó posando sus manos sobre mi pecho.
-Jo... tienes razón.-contesté separándome un poco pero no lo suficiente como para despegar mi cuerpo del suyo.
-Vamos a comer...-me dijo aún mirándome.
-Vale pero antes, bésame.-la miré fijamente. Se quedó mirándome asombrada.-Por favor, Anna... ¿no crees que me lo merezco? Me estaba aguantando las ganas pero es que ya no puedo más... No nos va a ver nadie ya.
Y antes de terminar de decir la última palabra, sentí sus labios, pegados a los míos, callándome, para empezar a besarme con total sinceridad. Un beso tierno y serio, de esos que me vuelven loco porque me lo transmite todo. Y se lo devolví, por supuesto que lo hice. Le acaricié el labio con mi lengua y sentí que me rodeaba el cuello con sus brazos. Estuvimos unos segundos más besándonos, disfrutando de ese momento que había surgido así, sin más. Abrí un poco más mi boca para sentirla aún más y me volvió a responder hasta que se separó mirándome a los ojos. Puso su mano en mi mejilla y me sonrió dulcemente.
-Te quiero.-le susurré.-Preciosa.
-Y yo a ti, tonto.-dijo dándome un pico. Me cogió otra vez de la mano y empezó a andar otra vez. Se me había quedado una sonrisa de oreja a oreja. Esa sonrisa de tonto que te queda después de besar de esa manera a la persona de la qual estás enamorado. Noté que Anna me miraba y también sonreía pero decidí seguir hacia delante.
-Y... ¿a dónde vamos a comer?-le pregunté unos minutos más tarde.
-No sé... a donde quieras.
-No vale, Anna... yo te he llevado a un sitio para desayunar. Ahora tu me tienes que llevar a algún sitio para comer!-le respondí como un niño pequeño.
-Jajaja así que ese era tu plan eh...-me contestó pasando su brazo por mi espalda.
-Jaja no... pero quiero ir a un sitio nuevo...
-A ver, dejame pensar...-dijo parándose un momento.
-Que sea bonito, eh!-le dije pasando mi brazo por su espalda también.
-Jajaja cállate, caprichoso. Vamos a ir a algún restaurante que me guste...
-Eh, que a mí también me tiene que gustar, mi amor...-dije dejándole otro beso en la mejilla.
-Te va a gustar. Te gusta todo lo que a mí...-dijo sonriéndome por el beso.
-En eso te doy la razón... por eso me gustas tanto.

dilluns, 11 de juny del 2012

Capítulo 154: Otra sonrisa


-Ven Anna, es aquí.-le dije agarrándola de la mano.
-¿Aquí? ¿Qué es esto, Dani?-me miró insegura.
-Jajaja no me pongas esa cara. Vamos a subir. -le dije abriendo la puerta del edificio.
-Pero ¿a dónde me has traído?-preguntó.
-Shhht ¡te he dicho que era sorpresa!-le contesté aún cogiéndole la mano. Me siguió mientras la guiaba subiendo las escaleras hasta llegar a una planta con ascensor.
-Este edificio es muy raro... Nunca había estado aquí.-me dijo entrando en el ascensor.
-Mejor. Jaja ven aquí...-le dije abrazándola una vez dentro.-Y no pongas esa cara. Seguro que te va a gustar.-le di un beso en la mejilla y me separé de ella. Al hacerlo, vi que me estaba sonriendo. Llegamos a la planta más alta del edificio y nos recibió un cartel con el nombre del hotel.
-¿Me has traído a un hotel?-dijo confusa.
-Jaja que no... ven.-la volví a coger de la mano y volvimos a subir unas escaleras, esta vez más estrechas. La noté nerviosa.-Venga, ya estamos. Es aquí.
Le dejé abrir la puerta a ella, aunque esta era de vidrio y ya se veía todo, prácticamente. Nos recibió una enorme terraza: había poca gente, unos sentados en el bar de la derecha, y otros apoyados al borde, observando las vistas. Por su alrededor estaba toda decorada con flores de distintos colores y sobretodo tulipanes.
-Anna...-le susurré.
-¿Qué?-me contestó aún contemplando el lugar.
-¿Quieres desayunar conmigo?-le susurré sonriendo.
-Jajaja, claro mi amor... Dios, esto es precioso. Y esas flores... me encantan. ¿Has visto los tulipanes azules? ¡Son preciosos!
-Jajaja sabía que te gustaría, ¡amante de la naturaleza!
-Jaja... de la naturaleza y de la floresh!-dijo imitando a una niña pequeña.
-Jajaja me encantas, Simon.-la miré sonriendo.
-Gracias por traerme aquí.-dijo apoyando su cabeza en mi hombro y dejándome un save beso en el cuello. Nos sentamos en una de las pequeñas mesas redondas del bar de la terraza y enseguida pedimos nuestro desayuno.
-Qué vistas más bonitas...-me dijo.
-Aún no las has visto bien... cuando terminemos de comer, te las enseño.
-Vale, experto. ¿Me explicas también la historia de la ciudad?
-Jajaj eh, no te rías de mí! Que lo estoy haciendo con cariño...-le contesté picado.
-Jajaja ya lo sé... era broma.-me contestó sonriéndome a la vez que me miraba a los ojos. Dios, le brillaban. Estaba aún más bonita que antes. En ese preciso momento, nos sirvieron el desayuno.
Después de un rato comiendo en silencio, me preguntó:
-Y... habías traído a alguna de tus novias aquí antes?-me quedé en silencio durante un instante. Nunca me imaginé que me fuese a hacer esa pregunta.
-¿Enserio te importa eso?-le contesté frunciendo el ceño.
-No... bueno... no sé.-dijo nerviosa.
-Pues que sepas que no. Tú eres la única que ha estado aquí conmigo. Esta terraza me la enseñó mi amigo Iván, poco después de llegar por primera vez a Madrid y desde entonces aún no había vuelto. ¿Contenta?
-Lo siento... es que es un sitio precioso.-contestó, y con eso consiguió sacarme una sonrisa.
-Lo sé, ¿te gusta?-le pregunté curioso.
-Me encanta... de verdad.-me volvió a mirar a los ojos.
-Me alegro, de verdad.-le contesté con otra sonrisa. Pronto terminamos de desayunar y me levanté.
-Venga a ver las vistas, señorita.-le dije cogiéndola de la mano.
-Encantada, señorito.-contestó divertida. Fuimos hasta el borde de la terraza y nos apoyamos sobre la barra de madera, el uno al lado del otro.
-Uau... nunca había visto Madrid desde el aire...
-Jaja bueno desde el aire, desde el aire... tampoco.-le contesté mirándola.
-Bueno, me refería a esta altura, ya sabes... jajaja
-Ya sé.-le contesté sonriéndole.-Ponte aquí.-le dije señalando. La cogí de la cintura y la puse delante de mí, de caras a la ciudad. La rodeé con mis brazos y apoyé mi barbilla sobre su hombro izquierdo.
-Ummm... así mucho mejor.-dijo acariciándome la mejilla con su mano.
-Si, ¿verdad?-le dije. Y me quedé mirándola un buen rato, mientras ella disfrutaba de las increíbles vistas, y del sol que hacía esa mañana en Madrid.-Eres guapísima.-le susurré al verla sonreír. Giró la cabeza hacia la mía y se acercó a mis labios, besándolos suavemente. Hizo que yo abriera los míos y la besara aún más. Beso que nos dejó a los dos con un suspiro que pedía más.
-Te quiero.-dijimos los dos a la vez al segundo de separarnos. Y, seguidamente, otra sonrisa. Otra de las suyas. Otra de esas tontas que me vuelven loco...

dimarts, 1 de maig del 2012

Capítulo 153: Una mañana llena de amor


Me desperté antes que ella. De hecho, creo que no dormí mucho esa noche. Estaba tan feliz por tenerla a mi lado, por poder acariciarla y besarla en el momento que quisiera que no fui capaz de dormirme. Me giré hacia el lado en que estaba Anna y le acaricié su barriga, por debajo de su camiseta. Le di un tierno beso en el cuello aunque ya sabía que se había despertado. Me estaba acariciando el brazo que tenía yo en su barriga y sin darse cuenta, le había salido una sonrisa.
-Guapa.-le susurré al oído. Le di otro beso. Esta vez en la mejilla. Me acarició el pelo y se giró lentamente hacia mí.
-Hola...-dijo aún con los ojos cerrados.
-¿Nos duchamos?-le dije apartándole un mechón de pelo de los ojos. Entonces los abrió y me miró fijamente.
-Vale.-contestó sonriéndome. Le devolví la sonrisa y me levanté para ir hacia el baño. Abrí el grifo de la ducha para que el agua se calentara. Me quité los calzoncillos que llevaba puestos y al girarme vi a Anna mirándome desde la puerta del baño.
-¿Qué haces aquí parada?-le dije sonriendo.
-Observarte... ¿me desnudas?-me dijo acercándose a mí. Sonreí y la ayudé a quitarse mi camiseta y las bragas que llevaba puestas.
-Entra, que el agua ya está caliente.-le dije poniéndome detrás suyo. Entramos los dos en la ducha y la abracé por detrás mientras regulaba la temperatura del agua a su gusto. La hice girarse de caras a mí y me abrazó entrelazando sus brazos por detrás de mi cuello. La empujé hacia el chorro de agua notando por segunda vez su cuerpo pegado al mío.
-Creo que nunca me cansaré de tenerte así de cerca...-le susurré al oído. Noté su risa en mi cuello y seguidamente, un par de besos en él.
-¿Ah no...? Más te vale...-dijo con otra de sus sonrisas. Y me acerqué a sus labios, para terminar besándola lentamente. Nos duchamos cada uno por su lado, pero seguíamos hablando y riéndonos el uno del otro. Una vez enjabonados, Anna se puso rápidamente debajo del agua y la empujé hacia mí para ponerme yo pero terminó resbalándose. La cogí rápidamente por la espalda pero también perdí el equilibrio y terminamos los dos sentados en la bañera.
-¡Auch! ¡Dani! ¿Qué has hecho? Jajajaja-dijo riéndose mientras me miraba.
-Jajaja fue culpa tuya, yo me quería meter primero!
-Jo, ahora no puedo levantarme... ¿me ayudas?
-No...-susurré mirándola fijamente.
-¿Cómo que no?
-Ven.-le dije. Me miró insegura. -Ven aquí.-repetí señalándole mi regazo. Se acomodó lentamente sobre mis muslos y finalmente se sentó volviendo a entrelazar sus brazos por mi cuello.
-Preciosa.-le volví a susurrar. Sonrió tímidamente y me besó suavemente.
-Te quiero.-me dijo al separarse. Empecé a acariciar su cuerpo y enseguida pilló mi idea. Me besó el cuello con fuerza y acarició mi torso también mostrándome su deseo. La cogí del cuello para besarla efusivamente y seguidamente me empezó a hacer el amor. Ella a mí. En la bañera, aún con restos de jabón por todos nuestros cuerpos, estuvimos haciendo el amor mientras el agua me mojaba la espalda. Me sentí como nunca, ambos disfrutamos de ese momento de placer. La amé por segunda vez.
Al terminar, la ayudé a levantarse y nos metimos los dos debajo del agua para acabar de quitarnos el jabón. Le escurrí el pelo y cogimos las toallas para secarnos.
-Me ha encantado, cariño.-me dijo dándome un pico una vez nos habíamos secado.
-¿Te crees que a mí no? Eres increíble, Anna...-le dije dándole un beso yo. Sonrió girando la cabeza y nos vestimos rápidamente.
-¿Tienes hambre? Vamos a un bar a desayunar, que no tengo ganas de ensuciar la cocina...-me dijo ya fuera del baño.
-Vale, ¡conozco un sitio precioso para desayunar!-le dije mientras se ponía los zapatos.
-Jaja ¿ah si? ¿Y dónde está eso?
-Bueno, si estás tú, todos los sitios son preciosos para desayunar, pero creo que este te va a gustar...
-Mira que eres romántico cuando quieres... ¡estoy impaciente!-dijo ya vestida del todo.
-¡Vamos!-le cogí la mano y salimos de su piso con cuidado de que nadie nos reconociera. "Este fin de semana va a ser perfecto..." me dije mientras andábamos juntos por la calle.

diumenge, 22 d’abril del 2012

Capítulo 152: Su mismo aroma de siempre

Realmente lo necesitaba. Necesitaba hacer el amor con ella. Con la única que me siento perfectamente satisfecho. Con la única que es capaz de hacerme tan feliz. Había sido increíble: sus caricias, sus besos, su olor... y su forma de hacerme sentir querido mientras yo lo daba todo de mí. Sus "te quiero", sus "me encantas", me volvían cada segundo más loco mientras sentía su cuerpo pegado al mío, como si nada nos pudiera separar. Amé el momento en que no paraba de susurrar mi nombre por el enorme placer que sentíamos ambos. Y sus caricias en mi espalda después de esforzarme tanto para satisfacerla...
-¿Cómo te sientes?-le susurré una vez habíamos terminado. Nos encontrábamos desnudos en su cama, con su mismo aroma de siempre. A oscuras, de lo tarde que se había hecho ya. Y me estaba rascando el brazo cuando me di cuenta de que Anna aún no me había contestado.
-¿Anna?-susurré acariciando su brazo izquierdo. Coloqué mi mano en su mejilla y le acaricié el párpado inferior con mi pulgar. Noté un tacto húmedo y me di cuenta de que estaba llorando en silencio.
-No llores, mi amor.-le susurré al oído. Al momento, oí un fuerte sollozo por su parte que se enmudeció al notar el contacto de mi mano en su mejilla.
-Ha.acía t.tanto tiemp.po que n.no me llam.mabas as.sí...-susurró con la voz entrecortada por su llanto.
-Shhh... Te quiero Anna. Y no sabes cuánto he echado de menos llamarte así.-le dije plantándole un tierno beso en los labios.
-Uff... no sabes cuánto te quiero...-susurró a dos milímetros de mi. Seguidamente, se lanzó a mis labios besándome con fuerza y yo le respondí aún más efusivamente probando sus lágrimas que habían bajado hasta sus tiernos labios.
-Mmm... estás salada.-le susurré al separarme.
-Jajajaja.-empezó a reírse de caras a mí, aún con sus manos aferradas a mi cuello. Me abrazó y estuvimos otro rato más pegados, disfrutando de la sensación que nos causaba el simple contacto de nuestra piel. Y acariciándonos mutuamente, como si ésta fuera de terciopelo.
-Anna, ¿puedo hacerte una pregunta?-susurré de repente, acariciando su mejilla con mi mano.
-Claro.-respondió mirándome fijamente a los ojos.
-Dime... por qué aquel día de en verano, cuando te lo pregunté, ¿no me... elegiste a mí?-dije bajando mi mano por su cuello. Se quedó callada un instante, como si no se esperara mi pregunta y tuviera que pensárselo dos veces.
-Pues... porque... tenía miedo...-dijo con la voz entrecortada mientras posaba su mano encima de la mía.
-¿Miedo? ¿Miedo de qué?-pregunté extrañado dejando de acariciarle el cuello por unos segundos.
-De... de que lo nuestro no funcionara Dani, de que me arrepintiese de haber dejado a Miki o de que me dejaras tú después. Tenía miedo de sufrir. No quería pasarlo mal otra vez y sin darme cuenta, me hice daño a mí misma dejándote escapar...-dijo bajando su mano y su mirada a la vez. Vi como sus labios empezaron a temblar y me acerqué mucho más a ella hasta tocar mi nariz con la suya.
-Shh... eh... tranquila. Todo eso ya pasó.-le susurré volviendo a acariciar su mejilla. Me miró otra vez a los ojos y sonrió tímidamente.
-Tienes razón.-susurró ella tirando su dulce aliento hacia mi boca. Abrí un poco mis labios y besé los suyos suavemente cerrando los ojos. Al separarme, Anna me cogió del cuello y continuó besándome intensamente. El roce con sus labios, me hizo temblar por completo. Y se separó lentamente, como si le diera miedo dejar de besarme.
-Tengo mucho sueño...-dijo tan bajito que casi no lo oigo.
-Yo también...-dije en el mismo tono de voz.
-Pero no quiero dormirme...
-Yo tampoco...
-Dani...
-Anna...
-Te quiero.
-Y yo a ti.-le contesté cogiendo su mano suavemente y entrelazando nuestros dedos. Y así, relajamos nuestras manos sin separarlas aún, y con los dedos entrelazados, conseguimos dormirnos en poco más de un minuto.

dijous, 5 d’abril del 2012

Capítulo 151: Una noche perfecta

Ese día me fui a cenar con Cris y tiré lo que había estado preparando para Anna. No me notó nada raro, así que estuve tranquilo porque sabía que no se podía enterar de nada de lo que había pasado entre Anna y yo.
Pasó una semana entera. Deseaba que llegara ese fin de semana. No porque me iba yo, sino porque se iba otra persona: Cristina. En parte me sentía mal porque la quería, era mi novia. Pero tenía tantas ganas de estar con Anna que a veces se me olvidaba. Y ese preciso finde... Cris se iba a Brasil; a grabar un largo reportaje con parte del equipo. La veía muy emocionada, además tenía muchas ganas de ir en el "Rock in Río". Me gustó verla así. Ese viernes la acompañé hasta el aeropuerto y allí me despedí de ella.
Anna se quedó en Madrid porque Miki tampoco estaba en Barcelona así que todo estaba preparado para ser perfecto. Después de despedirme de Cris, me fui a casa de Anna, como ya habíamos quedado. Me recibió con un fuerte abrazo, de esos de los que me daba cuando éramos novios. Sonreí como un tonto al separarme de ella.
-Hola cuqui.-le susurré.
-Hola guapísimo. Vamos, pasa.-me dijo abriendo un poco más la puerta.
Estaba preciosa, se había planchado el pelo y llevaba un vestido gris algo corto. Yo también me había arreglado, pero no le llegaba ni a la suela de los zapatos. La cogí por detrás al verla dirigirse hacia la cocina.
-¿A dónde vas con tanta prisa?-le susurré al oído al frenarla. Se rió agarrándome del brazo.
-¡Pues a la cocina a ver cómo está la cena!-respondió aún riéndose.
-¿Y me dejas así? ¿Sin darme ningún mimo?
-Jaja pues sí...-dijo fingiendo ignorarme.
Anna!-me quejé mientras la giraba para que se quedara de caras a mí. La miré a los ojos sonriendo, porque no me podía contener esa sonrisa de tonto que siempre que me mira me provoca. Al verme, tampoco pudo contenerse y nos besamos intensamente. Demasiado, para ser el primer beso de la noche. Cuando ya estaba probando sus labios, se separó de golpe.
-Y ahora... me voy a la cocina.-dijo. Entré yo también en la cocina y vi que la cena ya estaba casi lista. La cogí otra vez por detrás, colocando mis manos en su cintura y dejándolas allí, acariciando su barriga.
-Mmm... qué buena pinta tiene esto...-dije pasando mi nariz por su cuello.
-Hombre, que lo he preparado yo, eh...-dijo sintiéndose orgullosa.
-No, si no me refería a la comida...
-Jajaja ¡Dani! Que primero vamos a cenar.
-Vaaaale...
Aún no era consciente del tiempo que llevaba sin hacer el amor con Anna, pero realmente habían pasado meses después de nuestro último tiempo juntos. Y ahora mismo, sabiendo que tenia la oportunidad, no me podía aguantar las ganas de hacerlo.
Nos sentamos en la pequeña mesa que hay en su cocina y ahí cenamos. Me contó que había estado toda la tarde de compras por Madrid, ya que hacía mucho tiempo que no iba. Y mientras me describía cada prenda de ropa que se había comprado, yo seguía escuchándola, mirándola fijamente, sin perder ni un detalle de sus gestos, pero perdiéndome libremente en su mirada.
-Y eso es todo. ¿Tú que has hecho?-dijo al acabar.
-Pues, he acompañado a Cris en el aeropuerto.
-Ah...
-Pero no vamos a hablar de eso.
-No. ¡He comprado postres! ¿Quieres?-dijo levantándose y andando hacia la nevera.
-Ooh ¡claro que quiero!-y así fue como los sacó y nos comimos rápidamente el postre de chocolate porque estaba demasiado bueno.
Aún seguíamos hablando cuando empecé a cansarme de tanta charla y como ya habíamos terminado, me acerqué a la silla de Anna y la cogí por la cintura, mientras le daba un lento beso en la mejilla. Me cogió la cara y me dio un beso en los labios.
-Dani... antes tenemos que recoger esto.
-¿Qué? Ni loco. Ya lo recogeremos luego. Ahora ven aquí.-le dije levantándome y cogiéndola por debajo de su espalda y sus rodillas, como a una niña pequeña me la llevé hasta su habitación y la dejé caer en su cama.
-Por fin. Cuánto cuesta llevarte aquí, ¿eh?-le dije mientras me miraba desde su cama.
-Jajaja te veo con ganas ¿eh?
-Cómo para no tenerlas... le dije apoyándome en su cama también y dejándome caer poco a poco encima de ella.
-Te quiero.-le dije mirándola a los ojos. Se puso seria y me empezó a besar lentamente. No me podía creer que me encontrase así, besando a Anna, en su cama, a punto de hacer el amor. Era tan extraña la situación, porque había pensado tantas veces que esto nunca más volvería a ocurrir... Me separé un poco y deslicé la cremallera de su vestido hacia abajo. Se lo quité tirando de él hacia abajo también ante su atenta mirada de deseo. Cuando ya se lo quité, mis labios fueron rápidamente hasta su barriga, subiendo hacia su escote, dejando un rastro de besos por el camino. Pero sus manos me detuvieron cuando me cogió de la nuca y me hizo mirarla a los ojos.
-Yo también te quiero. Y quiero que esta noche sea perfecta.-me susurró antes de morderse el labio inferior.

dilluns, 26 de març del 2012

Capítulo 150: Buena señal

Noté su aliento soplando en mi cara al momento de separar nuestros labios. Su mirada, fija en mi boca, subió hacia mis ojos esperando una respuesta.
-Guapa.-le susurré mirándola a los ojos.-eres preciosa.
Sonrió automáticamente y me dio otro de sus besos en los labios. Pero esta vez más corto. Menos intenso. Y se volvió a separar de mí.
-Dani… es muy tarde…-dijo después de mirar su reloj.
-Ya. ¿Por qué no te vienes a casa?-le propuse.
-¿Ahora? Pero si es hora de cenar…
-Por eso, quédate a cenar. Por favor… y luego te dejo ir. Pero quiero estar un rato más contigo.-le dije agarrándole la mano.
-Vale… tú ganas.-dijo mientras de mi boca salía una sonrisa.
-Gracias.-le contesté dándole otro beso en los labios.-Venga, vamos. Fuimos hasta mi coche, que seguía aparcado en el párking de redacción y subimos en él. La llevé hasta mi piso mientras dejé que manipulara un poco mi radio hasta encontrar una cadena de su gusto. Sonreí inconscientemente al oírla cantar.
-¿De qué te ríes?-me preguntó sonriendo ella también.
-Jajaja de nada… me hace gracia ver cómo cantas. Antes no lo hacías.-contesté divertido.
-¿Cómo que no? Pues… eso es buena señal.
-¿Buena señal? ¿Por qué?-pregunté extrañado.
-Porque, según mi madre… sólo canto alrededor de la gente con la cual tengo más confianza.
-Así que me has cogido más confianza desde que éramos… bueno, desde que salíamos juntos.
-Jaja eso parece…-me miró sonriendo otra vez.
Pronto llegamos a mi calle y bajamos del coche para subir al piso. Vi como miraba a todas partes para que nadie nos viera, cosa que también me hizo sonreír.
-Oye Dani… esto no se lo vas a contar a nadie, ¿verdad?-me dijo una vez dentro del ascensor.
-Claro que no… ¿a quién quieres que se lo cuente?-pregunté frunciendo el ceño.
-Bueno… me refería a Cris.-dijo bajando la mirada.
-Ah… no, puedes estar tranquila.-contesté pasando mi brazo por su espalda. Entramos en mi piso y fuimos los dos a la cocina. Le dije que se sentara en la silla, que ya lo preparaba yo todo. Empecé a hacer la cena y Anna no paraba de mirarme, preguntarme sobre mis actuaciones, mis padres, León, la radio… y poniéndose al día de toda mi vida actual. Menos de Cristina, claro.
-Anna, está muy bien que te quieras enterar de mi vida de ahora y tal pero… ¿no crees que deberíamos hablar de otra cosa?-le contesté después de un rato contestando sus preguntas.
-¿De qué quieres hablar?-me preguntó seria.
-No sé… de nosotros, ¿quizás? De lo que acaba de pasar… de lo que nos hemos dicho hoy. ¿Y de lo que vamos a hacer a partir de ahora?
-Ya… mira Dani… yo no quiero cambiar las cosas como están. No me refiero a nosotros, sino a todo lo otro. Ahora estoy bien como estoy y me ha costado estar así. Pero te quiero y no puedo evitar desear estar contigo también. Porque… ¿tú no tendrás pensado dejar a Cristina, verdad?
-Claro que no.-le contesté seguro. No le pregunté si ella lo iba a hacer con Miki porque ya sabía la respuesta.
-Pues eso.
-Sé que estamos haciendo algo mal pero… ¿qué más da? Prefiero estar así que no tenerte. Prefiero tenerte para mí unas horas a no tenerte nunca. Y me gusta que sea así. Tengo ganas de vivirlo de esta manera, ¿por qué no? Ya hemos sufrido demasiado… Podemos dejar de sufrir y pensar en lo que nosotros queremos. Estar juntos, ¿no? Pues lo vamos a hacer.
-Sin que nadie se entere-dijo ella decidida.
-Sin que nadie se entere.-repetí yo.
-Está bien.-resopló sonriendo mientras se acercaba otra vez a mí. Me cogió de la cara y volvió a besarme lentamente. Amo sus besos… Y mientras sentía el roce de sus labios en los míos, algo nos estorbó la “fiesta”. Un móvil que estaba sonando. Una llamada que, mucho a mi pesar, tuve que responder.
-Es Cris.-le dije a Anna después de colgar.-Dice que quiere ir a cenar conmigo. Y no le voy a poder decir que no…
-Claro, no pasa nada. Hemos quedado en que no íbamos a cambiar nada. Yo me voy a casa.-dijo sonriéndome. Cogió su bolso y la acompañé hasta la puerta.
-Lo siento. Pero, por otra parte, me gusta que sea así. Te quiero Anna.-le dije acercándome a sus labios por última vez.
-Te quiero guapo. Que vaya bien, hasta mañana.-me contestó con un pico y me dejó apoyado en la puerta. Un suspiro de felicidad inundó la entrada de mi piso. -Por fin… por primera vez, me siento bien despidiéndome de Anna. Creo que esta idea es la mejor que se nos podría haber ocurrido. Soy feliz…-.pensé.

divendres, 9 de març del 2012

Capítulo 149: Te necesito

-¿C.cómo?-se creó un silencio entre ambos que no tardó mucho en romperse.-¿Cómo que no iba en ese sentido, a qué te refieres, Dani?
-Ya lo sabes.-le contesté aún serio.
-No entiendo nada...-dijo sacando una media sonrisa.
-¿Qué es lo que no entiendes, Anna?-pregunté algo picado.
-No entiendo por qué me dices eso... si... si estás saliendo con Cris.-dijo poniéndose seria.
-Joder Anna... Si, estoy saliendo con Cris pero...
-¿Pero?
-Huh, veo que no pillaste muy bien mis indirectas de antes...
-Pues no.
-Que Cris es muy buena chica pero... que...-tragué saliva.-que estoy enamorado de ti, Anna.-dije notándome un nudo en la garganta. Mis ojos se entornaron y enseguida sentí que mis lágrimas ya estaban detrás de ellos, listas para salir. Hice un esfuerzo para mirar a Anna a los ojos pero al mirárselos, una lágrima bajó por mi mejilla. Inconscientemente, me tapé la cara con las manos.
-Eh...-dijo ella tocándome el brazo.-Ven aquí.-me abrazó con la mesa en medio de los dos, pero eso ya no nos importaba. Sentí el calor de su cuerpo en el mío y sus labios temblando en mi cuello, sensación que me hizo estremecer. Percibí el primero de sus besos, también en mi cuello, y enseguida noté como se erizaba cada parte de mi piel. -Jamás voy a olvidar esta sensación.-me dije a mi mismo. Anna se separó lentamente y me miró a los ojos. Vi que ella también los tenía llorosos y me salió una pequeña sonrisa.
-Quédate aquí, ahora vuelvo.-me susurró antes de entrar en la cafetería. Aproveché para quitarme las lágrimas y quedé apoyado en la pared, esperándola. Me sentía desprotegido, y libre a la vez. Como si todo sólo dependiera de mí en ese momento. Vivir la vida que yo quería, eso era lo que quería hacer.
-Ya estoy. Vámonos.-dijo Anna cogiéndome del brazo.
-Anna... lo siento.-le dije después de empezar a andar.
-¿Por qué?-me preguntó.
-Por decirte esto así, de esta manera... sé que tu también tienes pareja, pero... ¿Sabes? en este momento, me da igual todo. Creo que estoy harto de no hacer lo que quiero por vergüenza, o porque ahora parece que las cosas nos van bien. Pues no, a mí no me van bien. No estoy bien con Cris, necesito a alguien que me pueda satisfacer del todo... Y, ¿por qué no decírselo a ese alguien, si la veo cada día? ¿Si la tengo a un metro de mí cada tarde; si no puedo parar de mirarla, sonreírle, y soñar con ella cada segundo de mi día a día?-en ese momento, nos habíamos parado. Anna se había puesto a escucharme detenidamente, mirándome fijamente a los ojos. Su sonrisa hacía que mis ojos brillaran aún más.
-Uff... esto si que no me lo esperaba... ¿Sabes las veces que he deseado que tomaras esta decisión? No, no eres consciente de lo que siento por ti. ¿Crees que estoy bien cuando te veo con ella por el programa? ¡Si ya te lo dije! ese día, en tu camerino... me entró un ataque de celos y te lo dije. Te dije que sabía que no podías estar sin mí y que en realidad estabas enamorado de mí. Y fue muy egoísta por mi parte, lo sé. Por eso luego me arrepentí y te dije que me confundí y que las cosas estaban bien como estaban, que teníamos que ayudarnos mutuamente... pero no. No pienso eso.
-Joder... Me da igual todo. Quiero estar contigo, Anna.-le dije acercándome a ella.
-Y yo... te necesito.-susurró. Vi cómo se le encharcaron los ojos. Lentamente, le acaricié las mejillas con mis dos manos y me acerqué a sus labios. Temerosos, pero perfectos. Algo en mí me incitó a acercarme cada vez más, hasta rozar mi boca con la suya. Sus lágrimas ya se encontraban por sus mejillas, pero ella seguía inmóvil, esperando. Abrí un poco mis labios y la besé suavemente, haciendo que a ambos se nos cerrasen los ojos automáticamente. La besé sintiendo cada parte de sus labios en los míos como hacía tiempo que no sentía. Una serie de besos lentos que terminaron haciéndose suyos. Nuestros labios no paraban de acariciarse, mezclándose con sus lágrimas, que aún recorrían sus mejillas. Mis manos restaban en su cara, acariciando su piel y percibiendo aún más sus ganas de besarme. Abrí la boca y noté como ella abría sus labios también, para hacer el beso aún más placentero. Ambos nos pedíamos más y no fuimos capaces de despegarnos. Noté como sus manos se colocaban en mi espalda mientras su lengua, libremente, hacía camino por mi boca hasta encontrarse con la mía. Deseé mil veces que ese momento no acabara nunca. Y es que, sorprendentemente, nunca antes me había sentido igual.

dijous, 1 de març del 2012

Capítulo 148: Como si nada hubiera pasado

Los días volvieron a pasar como antes, como si nada hubiera pasado. Como si esa charla entre Anna y yo nunca hubiera existido. Mis días con Cristina cada vez se hacían más largos; salíamos, me acompañaba a todas mis actuaciones, le hacía regalos, íbamos a cenar, al cine, a su casa, a la mía, hacíamos el amor... pero todo se estaba convirtiendo en una rutina. Rutina que yo no era capaz de detener. Por una parte, tenía miedo y me negaba a estar solo otra vez, y por otra, quería a Cris, aunque no de la forma en la que quería a Anna, claro. La echaba de menos. La echaba tanto de menos... La veía cada día, pero seguía echándola de menos. Quería tenerla, pero era incapaz de demostrárselo. La empecé a soñar, día y noche, hasta que mi mente sólo estaba pendiente de ella. De nadie más.
-Anna, ¿tienes un minuto?-me dirigí a ella en el final de uno de los programas.
-Si, claro. Dime.-dijo acercándose a mí. Nos encontrábamos en su camerino, su mirada fija a la mía. Empecé a ponerme nervioso. Dios... me dije. Cómo puede ser posible... ¡por dios! ¡Que es Anna! La he besado tantas veces, y hemos hecho el amor otras tantas... pero, sin embargo, en ese momento, parecía como si nunca nos hubiéramos tocado. Al menos, para mí.
-¿Dani?-preguntó al ver que no reaccionaba.
-¿Eh? Si... que... quería preguntarte si quieres ir a tomar un café, conmigo.-por fin solté.
-Ah... claro, pero, ¿tu y yo, solos?-me preguntó.
-Si, ¿qué hay de malo?
-Nada, jaja. Cojo la chaqueta y nos vamos.-la esperé en la salida de la redacción. Era tarde, pero el Sol aún no se había escondido. Esperé a Anna unos minutos hasta que la vi salir con sus tejanos y sus botas que la estilizaban menos que los tacones, pero que hacían que yo la viera igual de perfecta.
-¿Vamos?-le dije sonriendo.
-Si.-me contestó con otra sonrisa. Nos fuimos andando calle abajo hasta encontrar la cafetería más cerca a nosotros. Anna se había hecho una coleta durante el camino y me había preguntado algo que me había molestado:
-Qué pasa, ¿que hoy Cris no ha podido quedar?-me preguntó mientras andábamos.
-Está de report, qué pasa, ¿que siempre tengo que estar con Cris?-contesté enfadado.
-Eh. Que era broma. Ya sé que está de report, tampoco hace falta que te pongas así.-dijo mirándome. Pero yo seguía mirando al suelo, con mis manos en los bolsillos.
-Perdona. Pero es que últimamente me paso las 24 horas del día con ella...-resoplé.
-Bueno, es normal, es tu novia. Y además, trabajáis juntos, ¿qué más quieres?-dijo mirándome extrañada.
-¿Qué más quiero? Pues... no sé, hablar más contigo, que últimamente sólo nos vemos durante el programa. Anna, tú lo dijiste, somos amigos, ¿no? Los amigos se ven más a menudo...
-Ya sabes que a mi no me gusta salir...-se excusó, bajando la mirada.
-Pero a un café no te puedes negar...
-Tienes razón. No sé, me da apuro preguntártelo, siempre pienso que ya tienes planes con Cris...
-Pues que no te de apuro, ¿vale?-le dije sonriéndole.
-Jaja, está bien.
Seguidamente, llegamos hasta la cafetería pero nos sentamos en una mesa de fuera. Anna pidió su cortado y yo una cocacola, era lo único que me apetecía.
-Ay el niño, que no toma café...-dijo después de que se fuera el camarero.
-Jajaja ¡oye! Que no me gusta...
-Lo sé.-contestó dedicándome otra sonrisa. Me encantaba que me sonriera de esa forma. Esa tarde fue cuando me di cuenta de que me estaba volviendo a enamorar Anna, aún más que antes, si cabía. Seguimos hablando hasta que nos sirvieron.
-Y... ¿qué tal con Cris?-me preguntó Anna.
-¿Vamos a hablar de Cris?...
-Vale, pues, ¿qué tal en la radio?
-Jaja bien, muy bien. Y tú, ¿qué tal, Anna? ¿Cómo te va?
-Pues... como siempre. Entre Madrid y Mollet, jaja. Parecemos dos viejos amigos que se acaban de reencontrar...
-Jajajaja oye, ¡que no soy yo el abuelo que se pasa el día encerrado en casa!
Pronto llegó la bebida pero nuestra estúpida conversación duró mucho más rato, hasta las ocho de la tarde. Y aún seguíamos hablando:
-Jajaja y qué quieres que haga...-dijo mirándome mientras se reía.
-Pues salir conmigo.
-Jajaja ya sabes que no me gusta salir... ¿¡cuántas veces te lo habré dicho!?-se quejó riéndose de mí. La miré sonriendo y luego bajé la mirada hacia el vaso vacío que aún restaba sobre la mesa.
-Ya lo sé. Es que... no iba en ese sentido.

dissabte, 25 de febrer del 2012

Capítulo 147: Olvidar el pasado

Me quedé unos segundos sin saber qué hacer ni cómo reaccionar. Aún estaba sentado en el taburete del bar, con la pasta mordida entre manos y observaba la chaqueta de Anna. Se había ido tan rápido... todo acababa de pasar demasiado rápido. De pronto, dejé la pasta en el plato y llamé al dueño del bar para que me cobrara. Le di un billete y le regalé el cambio:
-Quédatelo, voy con prisa.-le dije levantándome de mi taburete. Cogí la chaqueta de Anna y salí del bar casi corriendo. Una vez en la calle, el aire fresco de la mañana me acabó de despertar del todo: si, quería buscar a Anna. -No puede haber ido muy lejos...-me dije a mí mismo. Hacía unos minutos que Anna se había marchado. Crucé el paso de peatones y empecé a correr en dirección al programa. Sabía que encontraría a Anna de camino y quería verla. Noté como mi respiración se aceleró al instante, -Joder, últimamente no hago ejercicio...-pensé al oírme jadeando. No sabía la razón por la cual necesitaba hablar con ella pero creía que no me había dicho del todo la verdad. Seguí corriendo calle abajo hasta que la vi por detrás. Su pelo inconfundible y su peculiar forma de andar que por detrás aún la hace más humilde. Todo en ella es humilde, hasta cuando se tapa con los brazos porque tiene frío... -Un momento.-me dije. Sin darme cuenta, me había quedado paralizado mientras Anna seguía caminando. Le tenía que dar la chaqueta, pero andaba demasiado rápido. Empecé a correr otra vez entre la gente hasta que llegué a tocar su espalda con la palma de mi mano.
Ah!!-gritó cuando la abracé por detrás. Se deshizo de mis brazos y se giró rápidamente.
-Jajaja... Tranquila, soy yo.-le dije aún jadeando. Seguía cansado.
Dani! ¡Cómo me puedes pegar esos sustos! Casi me entra un ataque...-dijo nerviosa.
-No seas exagerada... Toma.-le dije entregándole su chaqueta.-te la olvidaste en el taburete.
-Ah... gracias.-dijo cogiéndola lentamente.
-¿Por qué no volviste para recogerla? He visto como ahora mismo te estabas tapando con las manos porque tenías frío...-le dije mientras miraba cómo se la ponía.
-Por...porque tenía prisa, ya te lo dije...-se puso aún más nerviosa, cosa que me sorprendió de inmediato.
-¿Anna? ¿Pasa algo?-pregunté cogiéndola por los hombros.
-No, no pasa nada. ¿Y tú por qué corrías? ¿Tanto necesitabas darme la chaqueta?-me contestó algo enfadada.
-¡Oye! Encima que me he molestado... si lo sé no-me cortó.
-Está bien... perdóname. Tienes razón. Te lo agradezco...-dijo bajando la mirada.
-Ahora me gustas. Pues, te quería encontrar porque... no me quedó muy claro lo que me dijiste en el bar.
-¿Lo que te dije?-preguntó frunciendo el ceño.
-Si, lo sabes perfectamente. Eso de que ayer confundiste tus sentimientos hacia mí y que... que en realidad sólo echabas de menos a Miki.-le dije mirándola a los ojos.
-Da..Dani es la verdad. Te dije la verdad...
-No me lo creo.-le dije serio.
-¿Qué?
-Que no me lo creo Anna, ¡ayer estuviste a punto de besarme! ¿Eres consciente de lo que estaba a punto de pasar entre nosotros dos?-le dije exaltado.
-Creo que exageras... No hubiera pasado nada.-seguía sin mirarme a los ojos.
-Anna, mírame a los ojos y dime que no me querías besar.-dije ya harto.
-Dani, yo-la corté.
-Mírame a los ojos y dímelo.-dije fríamente. Vi como su mirada ascendió hasta la mía y sus labios empezaron a temblar.
-No pasó nada porque no tenía que pasar. Y punto. Dani, sé que últimamente te he confundido bastante con mis sentimientos, mis miradas y nuestros roces, pero tú tienes razón. Ahora las cosas nos van bien. Tú estás con Cris, yo con Miki... el programa no puede ser mejor y Flo es feliz con nosotros. ¿Qué más vamos a pedir? ¿Vamos a cambiar las cosas ahora, y dejar que todo se vaya a la mierda? Me niego a hacer eso...
-Si si eso es lo que ambos queremos... Vamos a cambiarlo si eso es lo que ambos queremos Anna, ¿no es así?-dije. Me miró asustada durante unos segundos y luego abrió la boca.
-Claro. Y ninguno de los dos quiere cambiar las cosas, ¿verdad? ¿Tú... quieres dejar a Cris?-me preguntó con miedo en su mirada.
-¿Eh...? No...-contesté.
-Pues eso. Yo tampoco voy a dejar a Miki así que tema zanjado. Tenemos que ayudarnos a olvidar el pasado...-me dijo ahora agarrándome ella a mí.
-Viéndonos cada día, eso va a ser difícil...-contesté resoplando.
-Lo sé, pero, no perdemos nada en intentarlo, ¿no?
-No.-dije mirándola fijamente. Me sonrió sin mostrarme sus dientes y yo le devolví la sonrisa. La abracé fuertemente allí, en medio de la calle. Me devolvió el abrazo enseguida y me susurró algo que mi corazón quiso que fuera otra frase: -"Vámonos."

diumenge, 12 de febrer del 2012

Capítulo 146: Mis propias palabras

Poco después de lavarme la cara, recibí un mensaje de Anna: "No me esperaba esto de ti, quiero hablar contigo..." decía. Me quedé perplejo, inmóvil durante unos segundos. No sabía qué debía hacer. Al cabo de unos minutos, le contesté: "Lo siento. Mañana hablamos. Un beso." Anna no me contestó pero suponí que lo había leído. En ese momento me vino Cris en mente y decidí llamarla para saber cómo estaba. No me contestó al móvil y pensé que aún debía estar enfadada. Así que me dirigí hasta su casa para pedirle perdón. Llamé a la puerta varias veces hasta que oí su voz.
-Hola.-dijo secamente mirándome a los ojos.
-Cristina... dejame pasar, por favor.-le dije.
-Pasa...-contestó abriendo la puerta y dejándome paso. Entré en su piso y la abracé fuertemente.
-No me hagas esto...-le susurré al oído.-Cris, te necesito, no me hagas esto...
De pronto me devolvió el abrazo ella también y me besó suavemente los labios. La verdad es que necesitaba que alguien me abrazara de esa forma. Me sentía inseguro conmigo mismo, no sabía lo que sentía. En mi cabeza había un lío de sentimientos que ni yo mismo los entendía. Sólo tenía claro que quería que alguien me ayudara. Y Cristina no me defraudó. Acabamos los dos tumbados en su cama, hasta que hicimos el amor.
Después de un buen rato la llevé a cenar a una pizzería porque los dos nos estábamos muriendo de hambre y más tarde me fui a mi casa. Cris había vuelto a la normalidad conmigo y eso era lo que más le agradecí. Al llegar a casa encendí la tele y estuve un rato tumbado sobre el sofá. No entendía mi situación con Anna, lo único que no quería era perder a Cristina. Me sentía extraño... como si no fuera yo. Dejé la tele encendida y fui al baño para lavarme los dientes. Mientras, seguí pensando en ella. En Anna. En lo que me había dicho esa tarde en mi camerino... -No quiere volver conmigo.-me dije a mi mismo.-Debe de sentirse sola al no tener a Miki aquí en Madrid y eso le habrá creado una confusión...
Volví al comedor para apagar la tele y me fui a dormir aún pensando. Por suerte no tardé mucho en dormirme y los pensamientos que tanto llevaban estorbándome se esfumaron por completo.
A la mañana siguiente me levanté temprano. Eran las nueve cuando apagué el despertador. Cogí mi móvil de la mesita de noche y vi que tenía un mensaje nuevo. Era de Anna, me había respondido: "Ok, nos vemos." Me duché y me vestí para irme a desayunar al bar de mi calle. Saludé al dueño al entrar y me senté en la barra. Me sirvieron enseguida y me puse a comer. Mi mirada estaba completamente fija a la televisión del bar cuando de pronto alguien rozó mi hombro.
-Sabía que estarías aquí.-me susurró al oído. Me asusté y me giré aún con mi pasta en la boca. Vi sus brillantes ojos azules posándose en los míos y su hermosa sonrisa dibujada en su boca.
-¿Anna?-dije después de tragarme la comida.-¿Qué haces aquí?
-Jajaja sabía que te sorprenderías. Pues... quería hablar contigo y me fui a tu casa. Al ver que no estabas, me suponí que estarías por aquí y entré al bar y te he visto. Así que aquí me tienes.-dijo aún sonriendo.
-Jaja perdona por asustarme. Siéntate. Vamos, te invito a un café, ¿has desayunado?-dije señalando el taburete que tenía en frente mío.
-Gracias, pero ya he desayunado. Veo que tú aún lo estás haciendo. No tengas prisa, así hablamos aquí.-dijo quitándose su chaqueta tejana.
-Vale... ¿y, de qué querías hablar?-le pregunté limpiándome los labios con la servilleta.
-Pues... de ayer. De lo que te dije, y de lo que en realidad pienso.-dijo muy seria mientras me miraba a los ojos.
-Ah... si, yo también he estado pensando en ello. Y la verdad, sé que realmente no querías decírmelo. Sé que echas de menos a Miki ahora que él está en Barcelona y tu aquí sola... y te entiendo, de verdad. Entiendo que sea duro para ti y que ayer te confundieras un poco al estar conmigo. Pero no me tienes que pedir disculpas, Anna. Perdóname tú a mí por dejarte plantada de ese modo. Pero es que no supe muy bien cómo reaccionar...-dije cogiendo su mano derecha.
-Ah... ya... Si, si, tienes razón. No... no te preocupes por tu reacción. Me confundí y ya está.-dijo levantándose del taburete.
-¿Ya te vas?-le pregunté.
-¿Eh? Si... tengo, un poco de prisa... Necesito ir a redacción para preguntarle unos asuntos a Flo. Chao, Dani.
-¿No me vas ni a dar dos besos?-le pregunté sonriendo.
-Ah, claro, jeje.-dijo dándome dos besos.-luego nos vemos.
-Si, adiós Anna.-le contesté mirándola a los ojos. Pero me apartó la mirada sin contestarme y se fue rápidamente del bar olvidando su chaqueta en el respaldo del taburete.
La verdad es que no sé si me quería engañar a mí mismo para no sufrir otra vez más, para que las cosas continuaran así como estaban, pero me acababa de creer mis propias palabras, y las de Anna, también.

diumenge, 5 de febrer del 2012

Capítulo 145: Cobarde

Cris estuvo un día entero sin hablarme. Me pareció una reacción demasiado exagerada sólo por haber rechazado su intento de acostarse conmigo... pero vi que le dolió más de lo que me imaginaba. -Voy a tener que arreglar esto...-me dije.-como pueda. Lo único que me falta ahora es perder también a Cristina... no me lo puedo permitir. Al final me voy a quedar solo y todo por no hacer las cosas bien.
Esa mañana en redacción se notaba un ambiente extraño... Anna me miraba demasiado y Cris pasaba completamente de mí. La saludé al verla pero intentó ignorarme después de soltarme un simple "hola". Intenté no preocuparme mucho por eso. Durante la comida, estuve al lado de Anna. Se sentó después de yo hacerlo, así que no tuve más opción. Me miraba constantemente y yo no pude evitar mirarla también. Me sonreía aunque no sabía muy bien por qué. Después de la discusión que habíamos tenido el día anterior, parecía como si no hubiera ocurrido nada entre ambos. Anna hablaba conmigo, me sonreía y nos reíamos con otros compañeros en la mesa. Me encontré tan cómodo que por unos momentos, me olvidé de Cris. Y sin pensarlo, puse mi mano sobre el muslo de Anna, como hacía cuando estábamos juntos. Ella me la acarició con la suya y me miró sonriendo una vez más. Al mirarla, no pude evitar sonreír yo también y girar la mirada porque me estaba poniendo nervioso. Cuando me giré, vi a Cris, más lejos de mí, en el otro lado de la mesa, mirándome fijamente. Me aparté un poco de Anna, no quería cagarla aún más. Pero seguimos hablando durante el resto de la comida.
Más tarde empezó el programa y Anna aún estuvo más cariñosa conmigo. No pude evitar sonreírle unas cuántas veces. Me recordaba a los principios de nuestro tonteo, en el otro programa. Pero ahora era algo diferente. La conocía mucho más y ella a mí, y aún me gustaba más mirarla de esa manera. En el descanso se fue al baño y al levantarse me pasó la mano por el hombro, cosa que me sorprendió y me hizo mirarla mientras se iba. Cristina también se había ido a su camerino.
Terminamos el programa y me fui a mi camerino para recoger mis cosas e irme. Estaba de espaldas a la puerta, cuando oí sus pasos. Me giré asustado y la vi sonriéndome como antes, aún vestida con la ropa del programa.
-¿Qué haces aquí?-le pregunté sonriendo también.
-Jaja nada, despedirme de ti.-contestó.
-Ooh qué detalle...-contesté riendo.
-Lo sé.-dijo sonriendo una vez más y se acercó a mí para abrazarme fuertemente. Me sorprendió en un principio y luego le devolví el abrazo, apoyando mi barbilla en su hombro. Noté como me besaba el cuello y me estremecí al instante. Hacía tanto tiempo que no notaba eso... Me separé un poco de ella y ambos nos miramos fijamente a los ojos. Vi que la mirada de Anna descendía hacía mis labios y me puse nervioso.
-Anna, no me hagas esto...-le susurré apartándome un poco más.
-¿Por qué?-dijo extrañada.
-No sé, si nos ve Cris...
-Dani... Sé que estás enamorado de mi, y las miradas de este mediodía, los besos del programa, los abrazos que me das últimamente, cuando me tocas... haces que me sienta perfectamente y también te veo feliz a ti. Dani, reconócelo, sólo sientes eso por mí... por nadie más.
-Anna, yo...-contesté después de estar un rato en silencio.
-¿Tu qué, Dani?-dijo cogiéndome la cara con sus manos.
-Yo... me tengo que... ir...-me separé de ella y me fui de mi camerino, dejándola allí. Corrí hasta mi coche, para no encontrarme con ella otra vez. "¿Qué he hecho?" me iba repitiendo por dentro. "Dios, Anna... ¿qué ha hecho?" me preguntaba una y otra vez. Puse la radio a tope y me fui hacia mi casa. Al llegar, me fui directamente al baño. Necesitaba refrescarme, seguía nervioso y preocupado. Abrí el grifo y me pasé un poco de agua por la cara y el cuello mientras me miraba al espejo. -Esto no me puede estar pasando a mí...-me dije. Cerré el grifo y me sequé la cara con la toalla.
-Joder... ¡Soy un cobarde, soy un puto cobarde!-grité golpeando la puerta del baño.

diumenge, 29 de gener del 2012

Capítulo 144: "Me pides demasiado"

Los días pasaban y todo seguía igual. Yo no me encontraba a mí mismo y Cris seguía sin notarme nada extraño. Los programas se me hacían eternos, no veía la hora en que se acabaran. Tener a Anna tan cerca, dificultaba aún más mi situación. Siempre me sonreía, la abrazaba en los principios del programa, pero durante el resto del tiempo, nada de nada. Supongo que ella no quería molestarme, siempre ha sido así. Pero yo echaba de menos nuestras risas y nuestros abrazos en privado, por no hablar de nuestros besos y nuestras caricias... Anna se había convertido en una amiga, era eso, sólo una amiga. Pero para mi... sabía que en el fondo yo no la veía como una amiga. Jamás la volvería a ver de esa manera. Y eso era lo que más me dolía.
Un miércoles, al terminar el programa, pasé por delante su camerino. Cristina se había ido a grabar un reportaje y Anna estaba recogiendo sus cosas. Decidí entrar, sin más.
Uy! Hola Dani, ¡me has asustado! ¿Qué pasa?-me preguntó extrañada.
-Anna... quería... hablar contigo.-le dije nervioso.
-Ah...-se quedó paralizada mirándome.
-¿Nos sentamos?-le propuse al ver que no reaccionaba.
-Si, claro...-contestó antes de sentarse. Me puse de caras a ella y la miré unos segundos en silencio.-¿De qué quieres hablar?
-Anna... yo... no estoy bien.
-Ya lo sé.-dijo en seguida.
-¿Ah si?
-Claro. Te conozco más que tu madre... Sé que no estás bien y te lo dije la última vez que hablamos. No sé... te noto perdido, no eres como antes. No quiero meterme en tu relación personal pero creo que tiene algo que ver con eso... ¿no? ¿Dani, estás bien con Cristina...?-al mencionar su nombre cerró los ojos, como quien no quiere decirlo.
-¿Q.qué? ¿Me preguntas por Cris?-su pregunta me sorprendió demasiado.
-Si... ¿No querías hablar de eso?-me dijo asustada.
-No... yo quería hablar de tu y yo.-le contesté más seguro.
-¿De tu y yo?
-Si... sé que casi nunca hablamos ahora y que siempre estoy con Cristina... Verás, me gustaría pasar más tiempo contigo.
-Pero Dani... a mí ya me está costando ser tu amiga, me pides demasiado...-dijo nerviosa.
-¿Te está costando? Pues no lo parece...
-¡Pues claro que me cuesta! ¿Tu sabes lo mal que lo paso al verte con ella?
-¿Qué?-dije abriendo los ojos
-Si, Dani, ¡joder! Que siempre estáis juntos, todo el día pegados, y yo no quiero estar contigo porque sé que ahora te gusta Cristina pero tengo que sonreír y darlo todo por mi trabajo y me esfuerzo... no sabes todo lo que me esfuerzo por hacerte creer que todo me da igual ¿sabes? No te das cuenta de nada... si tu estás mal, yo estoy peor.
-Pero Anna.-me cortó.
-¡Nada de peros! Tú tomaste una decisión sin tener en cuenta mi opinión, diste por acabada nuestra relación tú solo, Dani. Ahora no me pidas que seamos amigos.
-¡No me diste otra opción! ¿Qué querías que hiciera, eh? ¿Que continuara como siempre, comiéndome las babas de tu novio?
-No, pero podrías habérme dejado escoger a mí también, ¿sabes?-contestó levantándose.
-Lo hice Anna, te dejé elegir entre él y yo. ¿Qué más querías?
-Dejalo, Dani. No lo vas a entender nunca...-dijo enfadada y se fue enseguida, dejando la puerta abierta.
Cogí el móvil enfadado y me fui yo también a casa. Me senté en el sofá y me pasé allí toda la tarde, viendo la NBA. A las nueve y cuarto Cris llamó al timbre. No tenía muchas ganas de estar con ella... Anna me acababa de decir que aún sentía algo por mí, indirectamente, pero me lo había dicho. Y no había parado de pensar en ello. Fui a abrir la puerta y la vi seria también, como yo.
-Hola cariño...-la saludé dejándola pasar.
-Estoy cansada... estos reportajes me matan... suerte que estás tu aquí para consolarme.-dijo agarrándome del cuello de la camisa y dejándome un beso en los labios. Pronto se emocionó y el beso se transformó en otro de más largo...
-Cris...-dije separándome.-estoy cansado... no tengo ánimos. Ahora estaba durmiendo en el sofá...-mentí.
-¿Qué?-dijo sorprendida.
-Si quieres quédate a cenar pero es que hoy... estoy muy cansado, de verdad.-le dije intentando que se lo creyera.
-No, da igual. Si no me quieres me voy...-dijo enfadada.
-¡No es eso!
-Da igual, me voy. Adiós.-dijo cerrando la puerta de mi casa. Soy imbécil... sé que no soporta que la rechacen pero me vi obligado a hacerlo. Fui hacia el comedor para apagar la tele.
Me asomé al balcón y vi a Cris entrando en su coche. Al momento, una lágrima hizo camino por mi mejilla... -¿Por qué tiene que ser todo tan difícil?-me susurré a mi mismo mientras parpadeaba para evitar que me cayeran las otras lágrimas.

dissabte, 21 de gener del 2012

Capítulo 143: Esa horrible situación

Ya habían pasado dos semanas des de esa noche loca con Cristina. Me encontraba en el pasillo de los camerinos, caminando hacia el mío. Oí que dos de las maquilladoras cuchicheaban entre ellas mientras se reían y me miraban disimuladamente. Decidí no hacerles caso. Me adentré en mi camerino y cerré la puerta de un portazo. Me senté en el sofá y aproveché para estirarme como pudiera. Pero en ese mismo instante... llamaron a la puerta.
-Joder, ¿es que nadie me puede dejar tranquilo?-grité ya que me dolía bastante la cabeza ese día.
-Dani, soy yo.-mis ojos se abrieron como platos al reconocer su voz.
-Pasa.-contesté con cuidado. La puerta blanca se abrió y Anna me miró de arriba a bajo, mientras yo me colocaba correctamente encima del sofá.
-Hola...-dijo intentando sacar una sonrisa.
-Hola Anna.-contesté sonriendo. Entró y cerró la puerta. Me miró por segunda vez y se acercó a mí, sentándose a mi lado.
-¿Cómo estás?-me preguntó posando su mano sobre mi muslo.
-Pues... mira. Me duele la cabeza, ya sabes...-le repetí por tercera vez esa mañana.
-Ya... oye, todo el mundo está hablando de ti.-dijo apartando su mirada.
-Ya. Eso veo. No sé por qué.-dije algo enfadado. No soportaba que la gente hablara de mí, y menos de esa manera...
-Si lo sabes, Dani... no te hagas el tonto.-dijo ella también molesta.
-¿Ah si? ¿Ahora me hago el tonto, no? Muy bien Anna... si has venido para animarme, te estás luciendo...
-Oye, yo sólo he venido para ayudarte, y... preguntarte algo.-su tono de voz había cambiado por completo. Le temblaba un poco el labio inferior y me miraba con miedo.
-Dispara, ¿qué quieres preguntarme?-contesté frunciendo el ceño.
-¿Estás saliendo con Cristina?-dijo apartando la mirada rápidamente al terminar su pregunta.
-Anna, por favor, no me hagas hablar de este tema contigo...-dije tapándome la cara con una mano.
-¿Por qué? Todo el mundo habla de ello, Dani. Tampoco es nada malo...-dijo frotándose las manos.
-Ya... que no es nada malo. Y por eso todo el mundo está hablando de nosotros, ¿no?-dije cruzándome de brazos.
-Joder, quiero decir que si hablan de ti es porque se preocupan ¿sabes? todos me están preguntando qué te pasa, y no sé ya ni qué responderles. Últimamente estás muy raro, no te entiendo mucho. Ya apenas nos reímos juntos, como hacíamos antes y-la corté.
-¿Y qué esperabas? ¿Que todo fuera igual que antes? Estás muy equivocada Anna...
-¡Claro que no! Ya sé que las cosas ahora son distintas pero también tienes que poner de tu parte, no puedes estar cabreado con el mundo todo el día.
-No estoy cabreado con el mundo.
-¿Ah no? ¿Y con quién lo estás?-dijo mirándome fijamente.
-¡Conmigo mismo! Y ahora dejame, por favor.-le supliqué.
-No hasta que me respondas. Dime, ¿estáis juntos, o no? ¡Tampoco es tan difícil!-dijo levantando las manos.
-¡Si! ¡Si! ¿vale? ¡Si! Estoy saliendo con ella, ¿contenta?-dije lleno de rabia. No soportaba la situación. Me odiaba a mí mismo por tener que decir eso a Anna.
-¡Pues sí! ¡Contenta! Eso era lo que quería Dani, que me contaras la verdad. Que sabes que me tienes para lo que quieras y que me alegro de que estéis juntos...
-No seas mentirosa, Anna.-dije sin mirarla.
-¿Por qué?-preguntó otra vez con miedo.
-Porque sabes que no te alegras de que esté con ella.
-Vale, pero me alegro de que hayas encontrado a alguien y que... seas feliz.-me dijo levantándose.
-Pues muy bien.-dije serio aún sin mirarla.
-¿Muy bien? ¿No tienes nada más que decirme?-dijo con cara de ofendida.
-Bueno, que... gracias por preocuparte por mi. Y que no te preocupes por lo de Cris, que no te voy a contar nada sobre ella. Sería demasiado embarazoso para los dos...-dije mirándola a los ojos.
-Sabes que me lo puedes contar todo. Siempre y cuando quieras.-dijo sinceramente. Seguidamente me levanté y la abracé fuertemente.
-Gracias...-le susurré al oído.
-De nada.-contestó enseguida. Se separó de mí y se fue otra vez de mi camerino. Me dejé caer en el sofá. Soplé y me froté la cara con mis manos... Pues sí, Cris y yo estábamos saliendo des de hacía una semana, la verdad es que se lo pedí yo. Lo necesitaba, necesitaba estar con alguien. Ella aceptó sin dudarlo ni un segundo, como era de esperar. Mi tiempo con ella era perfecto. Estábamos riéndonos, abrazándonos y besándonos... y sin darme cuenta la empezaba a querer. Todo era perfecto hasta que llegaba la hora de ir a trabajar y se volvía todo horrible. Pero eso sólo me pasaba a mí. Cris seguía tan feliz como antes. Yo era ver a Anna y sentirme mal. Incómodo. Como en esas veces que no sabes realmente qué haces en un sitio, o que te sientes fuera de lugar. Pues eso era lo que me pasaba a mí. Como si no perteneciera al grupo, ni al equipo, sólo tenía ganas de arrancar a correr y alejarme de todos. Solía encerrarme en mi camerino y escuchar música con el móvil, recibir alguna visita de Cristina y reírme con ella para olvidar un poco al resto. Pero al empezar el programa, y tener a Anna a dos metros de mí, otra vez la misma sensación volvía. Cristina no tenía ni idea de todo eso, ni idea de cómo me sentía. Ni siquiera me notaba raro. Y yo, me encontraba solo en esto. Y no tenía ni idea de cómo salir de esa horrible situación.

diumenge, 15 de gener del 2012

Capítulo 142: "Te echo de menos"

Me sentía mal, realmente mal. No sabía muy bien lo que había pasado esa noche, seguía un poco desorientado con toda esta nueva situación. Aún en el taxi, de camino a mi casa, iba intentando recordar. Me dolía muchísimo la cabeza. Y, de repente, me vino otra imagen: Cristina acariciándome el brazo, sentados en la cama y yo aún mareado. Y de pronto, sus labios posándose en los míos como quien no quiere la cosa, y yo respondiendo como un loco. -Ese no era yo.-me dije. Por una razón o por otra, necesitaba desahogarme y sentirme querido y deseado por alguien y ese alguien fue Cris...
Al llegar a casa me duché para despejarme de todo. Me cambié de ropa y comí algo aunque en ese momento no me entrara nada. Estuve el resto de la tarde encerrado en casa, viendo la tele, durmiendo y comiendo todo lo que me apeteciera.
Eran las siete y media cuando mi móvil empezó a sonar. Me lo saqué del bolsillo y lo miré: era Cris. Uff... le había dicho que la llamaría más tarde y ya había pasado mucho tiempo des de ese despertar tan amargo... pero no me atreví a contestar. Así que dejé el móvil en un lado del sofá y seguí mirando la tele. Me asusté al escuchar otra vez a mi móvil sonando... Era ella, de nuevo. Lo cogí y me lo miré unos segundos hasta que me decidí a contestar.
-¿Si?-dije.
Dani! ¿Por qué no me coges el teléfono? ¿Estás bien?-dijo una Cristina algo nerviosa y preocupada a la vez.
-Si, tranquila... es que me he dormido en el sofá.-contesté.
-Ah, vale... me habías asustado. Así que no estás con nadie... ¿Puedo venir un rato a hacerte compañía?-preguntó.
-Eh... ¿ahora?-me había pillado por sorpresa. No tenía ganas de verla, ni mucho menos de hablar de lo que había pasado esa noche...
-Claro.-dijo directa.
-Pues... no sé si es buena idea. Estoy un poco cansado y...-me cortó.
-Dani, estás solo en casa. Ayer lo pasaste realmente mal y sé que necesitas compañía. Estoy allí en 10 minutos ¿vale? y no acepto un no por respuesta.-dijo colgando sin dejarme tiempo a contestar. Dejé otra vez el teléfono en el sofá y soplé frotándome la cara con mis manos. -Genial... ¿qué hago ahora?-me susurré. Me puse nervioso otra vez, no sabía del todo lo que había pasado esa noche con Cris, sólo estaba seguro de que nos habíamos acostado. Como me había prometido, no tardó mucho en llegar. Tocó el timbre de abajo y la abrí después de haberme mirado al espejo de la entrada.
-¡Hola!-dijo sonriendo cuando entró por la puerta.
-Ei, ¿qué tal?-le dije sin mirar sus ojos.
-Mejor que tú seguro...-contestó cerrando la puerta. Me dio un beso en cada mejilla y me hizo sentar otra vez en el sofá. Ella se sentó a mi lado y bajó el volumen de la tele para poder hablar conmigo.
-¿Cómo estás?-dijo mirándome con cara de preocupación.
-Estoy bien Cris, no hacía falta que vinieras.-le dije.
-Ya, pero... después de lo que ha pasado esta noche... tenía ganas de verte. ¿Tú no?-preguntó seria.
-¿Eh? Ah, lo de esta noche... si, claro.-contesté intentando sacar una sonrisa.
-A mi me ha encantado. Hacía tanto tiempo que no estábamos así... me di cuenta de que te había echado mucho de menos... gracias por esta noche, Dani.-dijo posando su mano sobre la mía. Me di cuenta de que sus palabras eran reales al mirarla a los ojos. Le brillaban completamente y tenía dibujada esa sonrisa que hacía tanto tiempo que no veía.
-Me alegro. Pero... verás, yo no me acuerdo mucho de lo de esta noche.-le contesté con miedo a que se lo tomase mal.
-Es verdad, estabas muy borracho... pero no fue idea mía. Empezaste tú, Dani, te lo prometo... yo no te forcé a nada. No sería capaz.-dijo mientras se ponía nerviosa.
-Ya lo sé... no te preocupes por eso. Pasó porque tenía que pasar. Y la verdad es que también me gustó.-dije recordando uno de los momentos de anoche.
-Me alegro...-susurró sonriendo.-Dani, me encantas... sé que ya lo intentamos una vez pero... esta mañana, cuando te has ido de mi casa... Me he dado cuenta de que me encantó estar contigo. Y de que te echo de menos.
-Cris... yo... ahora... no estoy pasando por un buen momento ¿sabes?-le dije cogiéndole la mano.-no me arrepiento de lo de esta noche porque me hiciste sentir bien pero... no sé, lo veo un poco precipitado.
-Yo también. No te pido que empecemos a salir ya... es sólo que... te sigo queriendo y esta noche... me demostraste que tú también sientes algo por mí.-dijo algo avergonzada.
Me quedé en silencio, no supe qué decir. Cristina me daba pena pero no estaba enamorado de ella. Ni mucho menos... Seguía con Anna en mi corazón aunque mi mente intentara eliminarla. No sé cómo Cris interpretó mi silencio, pero, unos segundos después, sus labios rozaron los míos, dejándome un beso con el que percibí que, realmente, estaba enamorada de mí.

divendres, 6 de gener del 2012

Capítulo 141: Algo nuevo

Así fueron pasando los días, las semanas... y Anna y yo seguíamos distanciándonos cada día más. Me sentía incómodo durante los programas, no era yo. No era el Dani de siempre: sin nervios ni tonterías que me impidieran decir de las mías. Era distinto. Me notaba como cambiado y no sabía realmente el por qué de ese cambio. Uno de esos días llegué a casa cansado, sin ánimo de hacer nada. Me estiré en el sofá y encendí la tele para ver si hacían algo que me gustara, pero, nada. Pensé en mi comportamiento esos últimos días, en mi relación con Anna, que se enfriaba cada día más. Estaba triste, no me sentía bien conmigo mismo. Necesitaba algo nuevo, que me quitara esa sensación. Cada día era más consciente de que Anna y Miki no romperían nunca, y que yo me tendría que empezar a espabilar para no quedarme encerrado en el pasado. A ella la veía feliz, con ganas de trabajar o, al menos, lo parecía. Siempre tenía una sonrisa en su boca para darme, cosa que me hacía sentir aún peor.
Esa misma noche salí con Juanpe y sus amigos. Me fui a un pub y luego a una discoteca para desconectar todos del trabajo y pasar un buen rato. Ya empezamos a beber en el pub y luego en la disco pedimos otra copa más. Me di cuenta de que estaba bebiendo más de la cuenta pero no era capaz de parar. La música seguía sonando, mis amigos seguían ahí y yo, me encontraba perdido. Nos sentamos un momento en la barra para acabar de beber nuestra segunda ronda de copas. Ya había bebido demasiado. Ellos se fueron a bailar pero yo me quedé allí, sentado. No tenía nada que hacer así que pedí otra copa. El camarero no tardó mucho en servírmela y la cogí. Estaba fría. Bebí un pequeño sorbo y entonces, noté una mano posándose sobre mi hombro.
-Hombre, ¡mira quién está aquí!-su voz era alegre, viva y natural. Muy distinta a la mía en esos momentos. La reconocí enseguida, sabía que era ella, quién iba a ser sino. Me giré y le medio sonreí. Sus ojos se fijaron en los míos.
-Dani, ¿estás bien?-preguntó preocupada al ver que no le decía nada.
-Si. Hola Cris.-dije dándole dos besos. Me respondió y se sentó a mi lado.
-¿Qué haces aquí? ¿Has venido solo?-preguntó alegremente.
-No, con Juanpe y sus amigos pero creo que les he perdido...
-Ah... ¿te encuentras bien?-dijo mirándome otra vez preocupada. La miré unos segundos en silencio hasta que ya no pude más y estallé.
-Bfff... ¡Cris!-dije tirándome sobre ella. Me abrazó y empecé a llorar y llorar como un niño pequeño. No podía parar. Ni yo mismo me oía los sollozos por el volumen de la música pero si notaba mis lágrimas cayendo y cayendo cada vez más rápidamente por mis mejillas. Cristina se había quedado paralizada, sin saber cómo reaccionar. Tenía sus manos en mi espalda y yo mi cara en su hombro. La estaba empapando de lágrimas y me separé al darme cuenta.
-Pero, pero... ¿Se puede saber qué te pasa?-preguntó cogiéndome la cara con las manos para que la mirara a los ojos. Continué llorando, mis lágrimas seguían haciendo camino por mi cara y vi que ella sacó un pañuelo de su bolso y me lo dio rápidamente. Lo cogí y me limpié como pude, porque me sentía muy mareado. Me cogió del brazo y me llevó fuera del local.
-Vámonos de aquí.-me dijo seria. Una vez fuera, me fui a una esquina de la calle y enseguida vomité un poco del alcohol que me había bebido esa noche. Cris me gritó y fui hacia ella otra vez. Me invitó a que entrara en su coche y así lo hice. Me senté en el asiento delantero al lado de ella y arrancó el vehículo. Recuerdo que bajé la ventana para que el aire fresco se posara en mi cara pero aún así, el mareo no conseguía marchar.

Un ruido me despertó de repente. Vi que acababa de caer una de mis converse al suelo. La ventana estaba de caras a mí y me daba toda la luz, cosa que me impedía poder abrir bien los ojos. Miré un poco a mi alrededor. No estaba en casa. El olor de la sábanas era un tanto familiar, había dormido en ellas otras veces... me destapé un poco y en ese momento me di cuenta de que estaba completamente desnudo. Fruncí el ceño y caí. Giré la cabeza hacia el lado derecho. Si. Lo que me imaginaba había pasado. Cristina estaba al otro lado de la cama, desnuda también, aún durmiendo. Mi corazón empezó a latir muy rápidamente, me puse muy nervioso, me notaba la cara ardiendo. Me senté en la cama tapándome con las sábanas.
-Buenos días...-oí. Apreté los ojos como cuando uno se quiere despertar de una pesadilla y la miré.
-Ho.ola...-conseguí musitar.
-¿Cómo te encuentras?-me dijo. Vi mis calzoncillos tirados en el suelo y me agaché a cogerlos para ponérmelos.
-C.cris, yo...-dije.-me voy.
Me puse la camiseta y acabé de vestirme lo más rápido posible. Mi corazón seguía latiendo rápidamente mientras buscaba el otro zapato. Lo encontré y me lo puse sin arbrochármelo. Cogí mi móvil y me dirigí a la puerta de la entrada.
-Un momento.-oí al abrir la puerta.-¿te vas a ir así?
-¿Eh?-dije sin mirarla.-Bueno, luego te llamo...
Cerré la puerta y bajé las escaleras tan rápido que casi me mato. Salí y cogí un taxi para que me llevara a casa. -Dios...-dije llevándome las manos a la cara. -No puede ser...-pensé. Miré por la ventana y de repente, me vino la imagen. Cris y yo, anoche, en la cama... lo veía todo un poco borroso, no me acordaba mucho, cosa que me sacaba de quicio... nunca antes me había pasado algo igual.

dimarts, 3 de gener del 2012

Capítulo 140: Amigos

La reunión se me hizo corta, no duró mucho y la verdad es que tampoco presté mucha atención. Notaba como Cristina me miraba fijamente durante todo el rato pero yo hacía lo imposible por no mirarla, no quería tener que sacarle una sonrisa delante de Anna... -¿Pero qué estoy diciendo?-pensé después de un rato. -Anna y yo ya no somos nada así que puedo hacer lo que quiera...- así que miré a Cris y le sonreí consiguiendo otra sonrisa aún más grande por su parte. Su sonrisa me dio fuerzas para seguir con la reunión, aunque seguía nervioso como antes. No tanto, pero nervioso. Mi corazón seguía latiendo rápidamente. Realmente, no sabía muy bien por qué estaba nervioso pero no podía tranquilizarme. Terminó antes de lo previsto y me fui a desayunar en un bar. Antes me quise despedir de Anna pero cuando la busqué ya era demasiado tarde, se había ido. ¿A Mollet? Me pregunté. Qué más da... ya no me tendría que importar eso. Así que desayuné con Flo ya que me quiso acompañar y éste invitó también a Cristina para que así se integrara más en el equipo. Estuvimos hablando de lo que habíamos hecho ese verano y más tarde me fui a casa otra vez.
Los días pasaban y cada vez se acercaba más el día del estreno. Recuerdo que estuvimos bastante nerviosos durante la mañana de ese 8 de agosto pero todo salió a pedir de boca. Nos abrazamos los tres en el principio del programa y me lo pasé verdaderamente bien. Era todo nuevo, todo un poco extraño aún porque no nos habíamos acostumbrado al nuevo plató y a las nuevas cabeceras.
Al terminar el programa, le dije a Anna que necesitaba hablar con ella. Al principio me miró extrañada pero luego nos fuimos los dos a su camerino para quedarnos a solas. Cerró la puerta y me pidió que me sentara en su sofá.
-No, tranquila, sólo será un momento.-le dije quedándome de pie en frente suya.
-Ah, vale... Dime, de qué quieres hablar.-dijo mirándome impacientemente mientras se acercaba un poco más a mí.
-Pues... de nosotros. Anna, yo sólo espero que lo que ha pasado entre nosotros este verano no se vea reflejado en ningún momento durante el programa... no quiero estar incómodo contigo.-le dije sinceramente.
-Yo tampoco y, ten por seguro que eso no pasará.-me contestó.
-Vale, me alegro.-dije sonriéndole. Me respondió con otra sonrisa suya, una de esas que me solían volver loco... y comprobé que aún seguían causándome la misma sensación.
-Y yo. Así que... amigos, ¿no?-me dijo aún sonriendo y a la vez, encogiéndose de hombros.
-Claro, amigos.-dije sonriendo otra vez. Abrió los brazos para abrazarme y yo hice lo mismo. Nos abrazamos pegándonos el uno al otro. Pero mi sonrisa se borró rápidamente cuando Anna ya no me podía ver la cara. Apoyé mi barbilla sobre su hombro y bajé mi mirada al suelo. ¿Amigos? Con todo lo que hemos vivido... Se me hacía tan raro... Ella me dio un beso en la mejilla y se separó para sonreírme otra vez.
-Bueno... yo ya me voy.-le contesté.
-Bien. Hasta mañana.-dijo.
-Adiós Anna.-dije abriendo la puerta de su camerino y saliendo por el pasillo. Salí de redacción y volví a casa en coche, pensando en la conversación que acababa de tener. Me sentía raro, muy raro... no asimilaba ni me acordaba de cómo era el ser amigo de Anna... lo veía tan lejano en ese momento... me hizo pensar en los principios de Tonterías Las Justas, dónde nos empezamos a coger confianza y todo el día nos estábamos riendo juntos. Nos atraíamos mutuamente, pero ninguno era capaz de dar el paso. Y ahora, después de todo lo ocurrido, ¿tenía que volver otra vez al pasado? Pues sí, me veía obligado. Y no tenía ni idea de cómo iba a hacerlo. Lo único que tenía claro era que me iba a costar la vida...
Aparqué el coche al llegar a casa y subí a mi piso. Dejé las llaves encima la mesa y me dejé caer sobre el sofá, encendiendo la tele y cogiendo mi portátil. Encendí el ordenador e inconscientemente, me fui directo a ver vídeos del principio de Tonterías. Vi esa complicidad y química que Anna y yo teníamos. Vi que con sólo una mirada nos reíamos el uno con el otro. Vi que ambos nos empezábamos a gustar. Vi que ambos éramos mucho más inocentes e inexpertos... y me dio nostalgia. Por un momento, quise volver a ese pasado. A esa época, dónde las cosas iban perfectamente. Dónde todo estaba bien, dónde aún nos estábamos conociendo y yo disfrutaba con cada programa porque ella estaba allí. Dónde sólo tenía ganas de que fuera el día siguiente para verla y tontear con ella lo que más pudiera...
-¿Pero qué coño estoy haciendo?-me dije de golpe. Cerré la tapa del ordenador y lo dejé a un lado del sofá para ponerme las manos en la cara. -Soy imbécil... no puedo encerrarme en el pasado... No quiero echar de menos todos esos momentos... quiero volver a empezar, como si nada hubiera ocurrido...-pensé. Pero eso era ya imposible. Era imposible deshacer lo que ya estaba hecho. No había manera de deshacerlo y sabía perfectamente que eso no iba a ocurrir, por más que lo deseara.