dimarts, 26 de juliol del 2011

Capítulo 9: Lluvia

Estuvimos el resto de la tarde en su casa mirando una película, aunque no me acuerdo ni del nombre de la peli ya que, como comprenderéis, estaba demasiado ocupado mirándola a ella. Observando sus ojos, rojos de tanto llorar y su cara de cansada. Aún estaba pensativa pero seguía la película, al menos más que yo. De repente me miró. Estaba como observándome, igual que yo había hecho con ella y se quedó unos segundos en silencio. Luego me miró a los ojos.
-Gracias por consolarme Dani, ya no quedan hombres como tu.-me dijo con una sonrisa.
-Jaja, eso no es verdad y lo sabes.-le dije, refiriéndome a Miki. Él si que estaba a su altura, yo no. A pesar de su enfado al escuchar esas palabras de Anna, por su parte lo entendí. Pero no se debería haber enfadado tanto con ella, yo no hubiese podido. Cómo me voy a enfadar con mi cuqui, es imposible. Con lo que la quiero... Aún estaba algo desanimada, se lo notaba.
-¿Dónde vas a cenar?-le pregunté.
-Aquí.-respondió.
-¿Sola? No, no... Tu te vienes conmigo. Vamos a mi casa, no te pienso dejar sola ¿me oyes?-le dije.
-Está bien... pero antes voy a cambiarme.-me dijo mientras se levantaba e iba hacia su habitación.
La estaba esperando sentada en el sofá cuando de pronto sonó su móvil. Un mensaje. Por favor que no sea de Miki... Uf, Dani, ¿Cómo puedes ser tan mala persona? me dije a mi mismo. No sabía si mirar o no su móvil... Al final lo hice. Pues sí, era de Miki y estaba escrito en catalán: "Anna, hem de parlar..." Eso significaba "tenemos que hablar" ¿no? ¿Qué pensará Miki de todo esto? ¿Aún sigue enfadado? Espero que si... Uf, ¡ya estamos otra vez! Dani, ¡Anna sólo es tu amiga! Aún estaba mirando el mensaje cuando Annita salió y me pilló mirando su móvil... Estaba preciosa. Llevaba puesto un jersey negro algo escotado y unos tejanos grises. Se había maquillado y puesto los pendientes que le regaló Juanger por su cumpleaños.
-¿Qué pasa? ¿Me han enviado algo?-preguntó preocupada.
¿Qué le digo? No puedo... No puedo verla sufrir más. Se lo voy a decir. Vamos Dani, sé fuerte...
-Sí, tienes un mensaje de Miki...-le dije al final.
-¿¡De Miki!? ¿Qué pone? Dámelo...-me dijo mientras se lo daba. Lo leyó y su cara cambió pero no como yo me esperaba. Puso cara de cabreada. Me miró y dijo:
-¿Ah si? Ahora quiere hablar, después de hacerme sufrir... Pues aún no le voy a responder, que sufra un poco él también.-contestó muy segura de sí misma. Me sorprendió su reacción, no me la esperaba, y, además, me gustó.
Se puso los tacones y nos fuimos. Cuando estábamos de camino a mi casa, empezó a llover. No llevábamos paraguas.
-¡Mierda! Ahora se tenía que poner a llover ¿no?-me quejé yo.
-Pf.. Vale, ¿Y ahora qué hacemos?-preguntó ella.
-Pues... ¡Correr!-dije yo y empecé a correr sin mirar atrás. Sólo escuché:
-¡Daniel! ¡Que no puedo correr con tacones!-pero cada vez oía su voz más cerca y suponí que estaba corriendo detrás mío. Me paré debajo de un balcón para descansar un poco y esperé a que ella viniera. Vino corriendo mirando al suelo y la paré con mis brazos. La abracé y me puse a reír. Me miró y también se empezó a reír.
-¡Mira cómo me he puesto!-se quejó señalándose a ella misma como una niña pequeña.
-¡Oooh! ¡Tan guapa que ibas!-le contesté aún riéndome.
-¡Eh! ¡No tiene gracia!-dijo, pero volvió a reírse.
Llegamos a casa más mojados que un pato pero al fin y al cabo, nos lo habíamos pasado bien.

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